miércoles, 26 de septiembre de 2018

Micieces de Ojeda. DIÁLOGO DEL HORCONERO Y SU NOVIA.



(Se puede leer intercalando las estrofas, como si fuera diálogo: una del horconero y una de la novia...)


BALADA DEL
EL HORCONERO
SUSPIROS DE     
 LA NOVIA
1.     Con el horcón al hombro
va el horconero,
recorre los caminos
y los senderos.
El patatal espera
en su silencio
con su verdor perdido
solo en lo externo,
pues lo que hay bajo tierra
está bien hecho,
y es tiempo de atropar
ya los tubérculos.



1.     Se van los horconeros
al patatal,
y con ellos mi amor
también se va.
A atropar las patatas,
madre, voy ya,
porque no se impaciente
por esperar.



2.     Cuando el sol se coloque
sobre los cerros,
verá ya en su trabajo
al horconero
pinchando sobre el surco
su horcón de hierro,
sacando las patatas
guardadas dentro.
Las deja descubiertas
sobre el terreno:
detrás, atropadoras
van con los cestos.



2.     Atropando patatas
sigo a mi amor.
Si las dejas bien sueltas,
te miro yo.
Cada vez que en el surco
hundes tu horcón,
el amor que te tengo
se hace mayor.



3.     El rocío y la escarcha
no le dan miedo,
ni el viento congelado,
ni el duro cierzo:
es un hombre de campo,
buen horconero,
austero castellano
y patatero.
El trabajo es su sino
y el poco sueldo,
y penuria, y sudores
hasta en invierno.

3.     Sacador que bien sacas
todos los pies,
si los sacas de prisa
no puedo ver
tu rostro moreno,
sino tus pies:
¡quiero que en mí tu cara
se grabe bien!  



4.     La campana del ángelus
recuerda el rezo.
El trabajo se para,
se yergue el cuerpo,
los hombres se destocan
gorra o sombrero. 
La oración rezan unos
en su silencio.
Alguno afirma seco
mirando al cielo:
─“Llegó ya el mediodía,
luego comemos”.

4.     Sacador de patatas,
deja el horcón,
descansemos un poco
juntos, mi amor,
oyendo la campana,
su alegre son.
¡Cuándo será de boda
entre tú y yo!



5.     La comida ha llegado
y está en el centro.
buena mesa es la tierra;
la hierba, asiento.
Es comida común
que pone el dueño
y completa el jornal
y entra en el sueldo,
a no ser que se acuerde
la paga en seco.
Y después de comer,
viene el sesteo.

5.     Junto a ti en la comida
me he de sentar,
y si dicen, que digan:
celos serán.
Y después, apartados,
hemos de hablar
de un hermoso futuro
para soñar.



6.     La tarde se hace larga;
el tiempo, eterno.
Dormidito entre nubes,
el sol va lento.
Del norte llega fuerte
el frío cierzo.
Tirita dentro el alma,
y fuera, el cuerpo.
Se entumecen de frío
manos y dedos,
la espalda y los riñones
se quedan tiesos.

6.     ¡Lenta y larga es la tarde!
¡Qué desespero!
Saca y saca patatas
el mi horconero.
Y cada vez que me mira
yo veo el cielo,
y el frío de la tarde
no es tan intenso.

7.     Anocheciendo el día,
el horconero
con su horcón al hombro
se viene al pueblo.
Sacó bien las patatas,
es patatero,
trabajó todo el día
con poco sueldo.
─En la plaza, en la fuente,
después te espero
─le dijo a su morena
casi en secreto.

7.     Terminó ya el trabajo
y recogemos.
Agrupados o solos
vamos al pueblo.
Quien a mí me acompaña
es mi horconero.
─En la plaza, en la fuente,
allí te espero

(JLR)

























Sucedió en Micieces, pero la historia no termina en la fuente, en la plaza del pueblo.
En la primavera siguiente las campanas de la iglesia tocaron a boda: el horconero y su novia se casaron.
La mayoría de las historias, después de la boda, terminan con un "y fueron felices..."
Esta no termina así. Bueno, sí fueron felices, pero la historia continuó.
Al poco tiempo, para sacar las patatas, el horcón fue sustituido por el arado, que seguía dando trabajo a las atropadoras. Y después apareció la sacadora de patatas, que las atropaba y ensacaba.
El horconero y la atropadora, como tantos otros, tuvieron que emigrar. Así, en su nueva vida, lejos del pueblo, tuvieron hijos... y cuentan su historia a sus nietos... y siguen siendo felices...




Más sobre Micieces en:





miércoles, 19 de septiembre de 2018

Micieces de Ojeda. SUSPIROS DE LA NOVIA DEL HORCONERO. Micieces, pueblo patatero (XVII).


"En la plaza, en la fuente,
allí te espero"


SUSPIROS DE LA NOVIA DEL HORCONERO


1.     Se van los horconeros
al patatal,
y con ellos mi amor
también se va.
A atropar las patatas,
madre, voy ya,
porque no se impaciente
por esperar.

2.     Atropando patatas
sigo a mi amor.
Si las dejas bien sueltas,
te miro yo.
Cada vez que en el surco
hundes tu horcón,
el amor que te tengo
se hace mayor.

3.     Sacador que bien sacas
todos los pies,
si los sacas de prisa
no puedo ver
tu rostro moreno,
sino tus pies:
¡quiero que en mí tu cara
se grabe bien!  

4.     Sacador de patatas,
deja el horcón,
descansemos un poco
juntos, mi amor,
oyendo la campana,
su alegre son.
¡Cuándo será de boda
entre tú y yo!

5.     Junto a ti en la comida
me he de sentar,
y si dicen, que digan:
celos serán.
Y después, apartados,
hemos de hablar
de un hermoso futuro
para soñar. 

6.     ¡Lenta y larga es la tarde!
¡Qué desespero!
Saca y saca patatas
el mi horconero.
Y cada vez que me mira
yo veo el cielo,
y el frío de la tarde
no es tan intenso.

7.     Terminó ya el trabajo
y recogemos.
Agrupados o solos
vamos al pueblo.
Quien a mí me acompaña
es mi horconero.
─En la plaza, en la fuente,
allí te espero.

(JLR)

























Puedes ver también:

- LA BALADA DEL HORCONERO.


Y mucho más sobre Micieces en:







miércoles, 12 de septiembre de 2018

Micieces de Ojeda. BALADA DEL HORCONERO. Micieces, pueblo patatero (XVI).








BALADA DEL HORCONERO



1.     Con el horcón al hombro
va el horconero,
recorre los caminos
y los senderos.
El patatal espera
en su silencio
con su verdor perdido
solo en lo externo,
pues lo que hay bajo tierra
está bien hecho,
y es tiempo de atropar
ya los tubérculos.

2.     Cuando el sol se coloque
sobre los cerros,
verá ya en su trabajo
al horconero
pinchando sobre el surco
su horcón de hierro,
sacando las patatas
guardadas dentro.
Las deja descubiertas
sobre el terreno:
detrás, atropadoras
van con los cestos.

3.     El rocío y la escarcha
no le dan miedo,
ni el viento congelado,
ni el duro cierzo:
es un hombre de campo,
buen horconero,
austero castellano
y patatero.
El trabajo es su sino
y el poco sueldo,
y penuria, y sudores
hasta en invierno.

4.     La campana del ángelus
recuerda el rezo.
El trabajo se para,
se yergue el cuerpo,
los hombres se destocan
gorra o sombrero.
La oración rezan unos
en su silencio.
Alguno afirma seco
mirando al cielo:
─“Llegó ya el mediodía,
luego comemos”.

5.     La comida ha llegado
y está en el centro.
buena mesa es la tierra;
la hierba, asiento.
Es comida común
que pone el dueño
y completa el jornal
y entra en el sueldo,
a no ser que se acuerde
la paga en seco.
Y después de comer,
viene el sesteo.

6.     La tarde se hace larga;
el tiempo, eterno.
Dormidito entre nubes,
el sol va lento.
Del norte llega fuerte
el frío cierzo.
Tirita dentro el alma,
y fuera, el cuerpo.
Se entumecen de frío
manos y dedos,
la espalda y los riñones
se quedan tiesos.

7.     Anocheciendo el día,
el horconero
con su horcón al hombro
se viene al pueblo.
Sacó bien las patatas,
es patatero,
trabajó todo el día
con poco sueldo.
─En la plaza, en la fuente,
después te espero
─le dice a su morena
casi en secreto.

(JLR)

Himno a Micieces de Ojeda