Tiene fama la patata de la Ojeda de ser muy buena. E
incluso lo es como patata de siembra.
Por aquel entonces ─muy lejano en el recuerdo de quien
esto escribe─ la patata de siembra no tenía una entidad especial: se reservaban
para sembrar al año siguiente aquellas que procedían de una buena tierra, que
había dado buen fruto en el año anterior y que se conservaban en buen estado en
la patatera. Y no eran precisamente las pequeñas, las más pequeñas y
redondeadas que, en términos y fisonomía general, son las que se denominan hoy
como patata de siembra. La patata de Micieces, si se guardaba en un lugar
adecuado, se conservaba muy bien durante todo un año: no se arrugaba demasiado,
ni les salían hijos, aunque claramente tuvieran marcados diversos ojos en su
superficie. Y no se reservaban para siembra las pequeñas: esas eran más propias
para echárselas a los cerdos.
Pero antes de sembrarlas, había que hacer una labor
muy importante: cortarlas. No era
picarlas, porque este concepto conlleva la idea de hacerlas trozos de cualquier
forma. Esta labor anterior a la siembra se llamaba cortar las patatas. Ahora ya no se suele hacer porque para sembrar
se utiliza la patata pequeña y entera, la ya denominada de siembra, y comprada,
o escogida y guardada para eso.
Cuando llegaba la época de la siembra de la patata, se
veía a la gente, ellos y ellas, sentados en sus tajos, o en lo que fuera, en la
cuadra, en la tinada, en el remanso de la calle o a la solana, y con dos cestos
al lado. Uno, lleno de patatas enteras; el otro, esperando ser llenado con los
trozos de las patatas ya cortadas. Y, con paciencia y tiempo, se iban cortando
todas las que se necesitasen para sembrar la tierra que iba a ser futuro patatal.
¿Y cómo se cortaba la patata? ¿Qué técnica se
empleaba? Pues era cuestión de práctica más que de nada. Toda patata tiene en
su superficie unos ahondamientos semejantes a un ombligo: es lo que se llama ojos
de la patata. Cada uno de esos ojos protege una yema de la que brotará un
hijo, es decir, un tallo que podrá llegar a ser una nueva planta de patata. Y
cada patata suele tener más de uno de esos ojos. Así que la operación de cortar las patatas consistía en partir o
cortar cada una de las patatas en dos o más trozos, cada uno de los cuales
debía tener por lo menos un ojo para que de él pudiese brotar una nueva planta.
El trozo de patata, por muy grande que fuera, si no tenía al menos un ojo, no servía
para ser sembrado porque de él no nacería una nueva planta.
¿Y cómo se sabía por dónde cortar? ¿Y cuántas se necesitaba cortar? Hay ciencias que solamente se aprenden practicándolas. Y el buen labrador sabía lo que tenía que hacer porque la experiencia le había enseñado. Y, además, era previsor: siempre llevaba a la tierra un remanente sin cortar, por un por si acaso. Es que si sobraban cortadas, se ponían negras, se oxidaban al contacto con el aire, perdían su fuerza para la siembra y ni eran agradables para servir de comida.
JLR
Una curiosidad: esta patata no fue sembrada, se quedó en la patatera. Y allí germinó, y dentro de ella se formó una patata nueva (como si hubiera parido).
o o o O o o o
También puedes ver en MICIECES, PUEBLO PATATERO:
- LINARES Y PATATALES.
- LA PATATA EN MICIECES.
- UN POCO DE HISTORIA, sui generis, DE LA PATATA.
- OTRO POCO DE HISTORIA DE LA PATATA.
- LA TORTILLA Y EL PUCHERO.
Y todo sobre Micieces en:
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