TOQUE A FIESTA
El toque a fiesta se hacía en la
tarde de la víspera de domingos y festivos. Y máxime si el
día siguiente era una fiesta grande, fiesta gorda. Es un toque que anunciaba que el
día siguiente sería fiesta. No tenía una forma de tocar individualizada, sino
que simplemente se volteaban las campanas, una sola o las dos, dependiendo de
quién o cuántos las tocaban. Incluso a veces se tocaban también los
campanillos: señal de que la fiesta era de mayor categoría. Y la duración del
volteo tampoco era fija, sino que el campanero, o campaneros, tocaban hasta que
se cansaban y decían basta. Era, por tanto, un toque alegre, o por lo menos que
anunciaba la alegría de la próxima fiesta.
Los
toques a fiesta se hacían siempre con las campanas del campanario. Es que, si
se tocaba la campanilla de la ermita, la gente quedaba en ascuas preguntándose
qué pasaba.
El
toque que anunciaba el domingo, se perdió hace tiempo por falta de campanero. Y
el de muchas fiestas ha ido desapareciendo por la misma razón. Hoy el campanero
es cualquiera que tenga el humor y las ganas de seguir la tradición, de subir
al campanario y de voltear las campanas. O al menos repicarlas. Y no todo el
mundo tiene ese humor y esas ganas de hacerlo.
TOQUE A GÜICERO
Güicero: posiblemente por corrupción de buicero
> buyero…> de bueyes. Es el rebaño de ganado vacuno comunitario de un pueblo. A
veces también el ganado caballar iba en él. En otros sitios lo llamaban “vacada”. (Ver vocabulario del habla de Micieces).
Por la mañana se hacía la llamada por
las calles y, los que tenían animales vacunos o caballares, los soltaban. El
vaquero reunía a todos los animales y se los llevaba a pastar a los campos y
montes del pueblo y cuidaba del rebaño a lo largo del día. En el verano, cuando
había que trillar, se acercaba al pueblo, al lugar de sesteo, y sus dueños
recogían los animales que se empleaban en la trilla. Al anochecer volvían los
animales a sus cuadras.
Hubo una época en que la llamada
se hacía al son de la campana. Más bien se solía hacer con la
campanilla de la ermita, que estaba más a mano. Y era un toque muy simple, de
medio volteo, y no muy largo.
En principio ese toque tenía como
finalidad fundamental el aviso a los vecinos para la suelta de los
animales, vacuno y caballar, que se iban juntando en la calle y el vaquero
guiaría hasta los lugares de pasto. Pero también era un aviso para el resto de
la gente, para todos, a fin de que tuviese cuidado porque, lógicamente, los
animales del güicero iban y venían por las calles del pueblo.
Desapareció
este toque de la campanilla y fue sustituido por el del cuerno del vaquero que
hacía sonar en las calles y esquinas principales del pueblo anunciando que ya
era la hora de dar suelta de los animales que iban a ir al campo como un rebaño
o manada comunitaria única. El toque de la campanilla para anunciar que el
güicero volvía del campo desapareció muy pronto y apenas hay recuerdo de ese
toque: no era necesario porque bastaban la hora de la atardecida, el ruido de
los animales y el toque del cuerno.
(JLR)
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