martes, 2 de enero de 2018

Micieces de Ojeda. TOQUE A FIESTA Y TOQUE A GÜICERO. (Las campanas de Micieces, VII).




         TOQUE A FIESTA

El toque a fiesta se hacía en la tarde de la víspera de domingos y festivos. Y máxime si el
 día siguiente era una fiesta grande, fiesta gorda. Es un toque que anunciaba que el día siguiente sería fiesta. No tenía una forma de tocar individualizada, sino que simplemente se volteaban las campanas, una sola o las dos, dependiendo de quién o cuántos las tocaban. Incluso a veces se tocaban también los campanillos: señal de que la fiesta era de mayor categoría. Y la duración del volteo tampoco era fija, sino que el campanero, o campaneros, tocaban hasta que se cansaban y decían basta. Era, por tanto, un toque alegre, o por lo menos que anunciaba la alegría de la próxima fiesta.



Los toques a fiesta se hacían siempre con las campanas del campanario. Es que, si se tocaba la campanilla de la ermita, la gente quedaba en ascuas preguntándose qué pasaba.
El toque que anunciaba el domingo, se perdió hace tiempo por falta de campanero. Y el de muchas fiestas ha ido desapareciendo por la misma razón. Hoy el campanero es cualquiera que tenga el humor y las ganas de seguir la tradición, de subir al campanario y de voltear las campanas. O al menos repicarlas. Y no todo el mundo tiene ese humor y esas ganas de hacerlo.

     














              TOQUE A GÜICERO

Güicero: posiblemente por corrupción de buicero  > buyero…> de bueyes. Es el rebaño de ganado vacuno comunitario de un pueblo. A veces también el ganado caballar iba en él. En otros sitios lo llamaban “vacada”.  (Ver vocabulario del habla de Micieces).

Por la mañana se hacía la llamada por las calles y, los que tenían animales vacunos o caballares, los soltaban. El vaquero reunía a todos los animales y se los llevaba a pastar a los campos y montes del pueblo y cuidaba del rebaño a lo largo del día. En el verano, cuando había que trillar, se acercaba al pueblo, al lugar de sesteo, y sus dueños recogían los animales que se empleaban en la trilla. Al anochecer volvían los animales a sus cuadras.
Hubo una época en que la llamada se hacía al son de la campana. Más bien se solía hacer con la campanilla de la ermita, que estaba más a mano. Y era un toque muy simple, de medio volteo, y no muy largo.
En principio ese toque tenía como finalidad fundamental el aviso a los vecinos para la suelta de los animales, vacuno y caballar, que se iban juntando en la calle y el vaquero guiaría hasta los lugares de pasto. Pero también era un aviso para el resto de la gente, para todos, a fin de que tuviese cuidado porque, lógicamente, los animales del güicero iban y venían por las calles del pueblo.




Desapareció este toque de la campanilla y fue sustituido por el del cuerno del vaquero que hacía sonar en las calles y esquinas principales del pueblo anunciando que ya era la hora de dar suelta de los animales que iban a ir al campo como un rebaño o manada comunitaria única. El toque de la campanilla para anunciar que el güicero volvía del campo desapareció muy pronto y apenas hay recuerdo de ese toque: no era necesario porque bastaban la hora de la atardecida, el ruido de los animales y el toque del cuerno. 
(JLR)

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