sábado, 16 de mayo de 2020

Micieces de Ojeda. DORMIR EN LA ERA (2ª parte): EL... ¿LADRÓN?





 Esta no fue la única vez que dormí en la era. Y siempre era una aventura para mí. Pero no por los ladrones de grano. El hecho de ir con mis tíos Julio y Mariano me hacía sentir "grande" y me olvidaba de que era un "chiguito". Y eso del hombre del saco...no, no era común. Se contaba que alguna vez... alguien... después de la guerra... pero nunca se dijo quién. Y es que en los pueblos castellanos hay "secretos" conocidos por todos, pero de los que nadie habla. Mejor así.



DORMIR EN LA ERA (2ª parte).
(Para leer la primera parte, click aquí)


EL...¿LADRÓN?


Y la noche ya mediada,
una voz muy alterada
de mi sueño me sacó.
Estaba de pie mi tío
con una horca en la mano;
y el otro, al trigo cercano,
vara en alto, le gritó.


Junto a ellos fui corriendo
y solo una sombra huyendo
me dio tiempo a divisar.
–¿Era aquel hombre el del saco?,
les pregunté yo excitado.
–Lo llevaba preparado,
mas no se pudo acercar.

Creo que corriendo huía…
–Es porque miedo tenía
de dejarse conocer.
Vámonos, pues, a la cama,
que el colchón estará frío
porque ya le cae el rocío,
y el ladrón no va a volver.

¿Que no vuelve? ¿Tú lo sabes?
–Estos robos son muy graves.
–¿Y le vais a denunciar?
–No. Y que nadie nunca sepa
si aquí ha venido algún hombre,
ni cuál sería su nombre…
–Ni si venía a robar.
Cuando el sol por el oriente
tres varas lleva en creciente,
el ruido me despertó.
Arreglamos el pajero,
todo ordenado dejamos,
en la fuente nos lavamos
…y la historia se acabó.

Ha pasado mucho tiempo
y lo cuento hoy a destiempo,
que nunca antes lo conté.
Pero siempre he recordado
aquella noche en la era
que fue la noche primera
que en el campo me pasé.


             o o o  O  o o o






Puedes ver también (hacer click):

- DORMIR EN LA ERA, Primera parte.
- EL VERANO DE ANTES.
- EL VERANO DE AHORA.
- AÑORANZA.

Y más sobre Micieces en:



sábado, 9 de mayo de 2020

Micieces de Ojeda. DORMIR EN LA ERA (1ª parte). NOCHE TRANQUILA.























–Yayo, ¿estamos llegando a Tu-cieces”…?
–¡A  Micieces…!
–Eso digo, a “Tu-cieces”, ¿o es nuestro también?
–Pues claro: si es mío, es vuestro también.
–Pues cuéntanos algo de “Nuestro-cieces”…
–Vale, os lo contaré. Pero tenéis que llamar al pueblo “Micieces”, que ese es su nombre.
Y el abuelo sonríe a sus nietas, deja perdida su mirada en el campo que va pasando por las ventanillas del coche y empieza a contar…


DORMIR EN LA ERA (1ª parte)


NOCHE TRANQUILA

Estas tierras cultivadas,
aunque las veas sembradas,
en un tiempo que pasó
fueron las eras del pueblo.
En el verano la vida
tan laboriosa  y sufrida
el pueblo aquí la vivió.

En invierno eran las eras
solitarias parameras
esperando siempre al sol.
Luego, crecía la hierba.
A su tiempo se segaba
y su suelo se asentaba
y asumía el nuevo rol.

Siendo chiguito solía
en verano si quería
a la de mi abuelo ir.
Cual agostero hacendoso
a veces hasta trillaba,
o hacía que trabajaba:
era un juego para mí.

Y al remanso me ponía
cuando el cierzo nos traía
el frío y olor  a mar.
O me marchaba  a mi  casa,
después de haber merendado
y haber la parva aparvado,
tan contento  a descansar.

Es que en mi pueblo el verano
en el entonces lejano
era duro de aguantar.
¡Cómo han cambiado los tiempos!
En el campo era la vida
y estaba siempre absorbida
por la labor estival.

El grano, una vez beldado,
limpio ya y bien acribado,
ya se podía guardar.
Y cuando no daba tiempo,
en sacos almacenado
o en parvero amontonado
debía en la era esperar.

Decían que por la noche
alguno hacía desmoche
de los sacos y el montón.
Y no era el hombre del saco,
mas en un saco robaba
si el dueño no vigilaba
al noctámbulo  ladrón.

Mis tíos Julio y Mariano
una noche del verano
me llevan a vigilar.
Era una noche estrellada,
la luna no había salido,
no se oía ningún ruido,
solo al mochuelo ulular.

Sobre la hierba tumbados,
mirábamos  encantados
las estrellas titilar.
Era un cielo tan bonito…
Cual papel agujereado
era el cielo traspasado
por una luz desde atrás.

Entre las más rutilantes
de las estrellas brillantes,
vimos la Estrella Polar.
Hay un sendero lechoso
que recorre todo el cielo
y refleja al que en el suelo
a Santiago ha de llegar.

Estuvimos mucho rato
acechando como gato
por ver la estrella fugaz.
Con todo el cielo estrellado,
no llegó la esaboría,
o yo ninguna  veía.
Y me entró el sueño tenaz.

Pues a la cama nos fuimos,
entre mantas nos metimos
y empezamos a dormir.
Al remanso del pajero,
hicimos colchón de paja
con cueva en su parte baja
para el relente eludir.

Yo me dormí en un momento.
Mi sentido y sentimiento
no extrañaron el lugar.
Y mis tíos se turnaban
vigilando si el del saco
era de verdad un caco
que nos quería robar.

         o o O o o

(Continuará. Próxima entrada: "El... ¿ladrón?".)



Himno a Micieces de Ojeda