sábado, 1 de junio de 2013

TU-CIECES, MI-CIECES...

Micieces era un pueblo muy grande y muy bonito. Así me parecía a mí cuando era niño.

Era muy grande: tenía muchas casas, mucha gente, tres iglesias, dos cantinas, muchas vacas y muchas ovejas. También había fragua, carpintería, panadería, una fuente en medio del pueblo y otras muchas cerca; hasta tenía una tienda que vendía ultramarinos (para mí ultramarinos eran canicas y caramelos) que estaba por allá por el Cucuruto, cerca de la casa del señor que era el barbero del pueblo (hasta había un barbero) y donde se podía comprar algo con una perra gorda. Y había dos escuelas: una para los niños, con su maestro, a la entrada del pueblo y otra para las niñas, con su maestra, en el camino al Altolaiglesia. Y un campo inmenso desde Palahierro hasta El Indiviso.

Era mucho más grande que Berzosa y que Villavega. Y más grande que Payo. Esos eran los pueblos con los que podía comparar a Micieces porque les conocía. Y sabía que mas allá de Villavega y de Payo había otros pueblos como Oteros, Olea, La Vid… pero no tenían mucha importancia. Y que más allá de Berzosa no había nada. El centro del mundo era Micieces.

Sufrí una gran decepción cuando conocí Herrera: era mucho más grande que Micieces. Y después Alar… y después Palencia. Ahí sí quedé convencido de que Micieces solo era un poco grande. Porque seguía teniendo un río con cangrejos y barbos. Un puente de los grandes, de cemento. Una presa en verano para bañarse, con una chopa (sí, una chopa) al lado para tirarse de cabeza…

Lástima que también conocí el Pisuerga, el Duero, el Guadalquivir, el Apure, el Orinoco… Mi río se quedó como arroyito… pero es “el río de Micieces”. Y después conocí el puente de Alar, el Puente de Hierro, el puente de San Telmo, el puente de Maracaibo… Y mi puente se quedó como puentecito… pero es el “puente de Micieces”. También conocí el pantano de Aguilar, los de Cervera, el de Teruel, la represa de Guri… Y la presa de Micieces dejaron de hacerla, así que ya no hay “presa de Micieces”. Son desilusiones que da la vida.

Micieces era muy bonito. Se entraba por la “rampla” y se atravesaba el puente para llegar al centro, a la plaza. Y en la plaza estaba la fuente y la cantina (después ascendió de categoría y ahora es “el bar”) Y desde el centro se podía ir por la calle de la iglesia, o por la calle que llevaba al Cucuruto y al camino de Oteros, o por la que llevaba al molino de arriba (había un molino “de abajo” y otro que tenía el nombre de su dueño) y al Indiviso. Y desde esas calles se podía ir por otras y recorrer todo el pueblo. Las calles de Micieces no tenían nombre. Se las distinguía por el nombre de los que vivían en ellas (ahora en Internet parece que sí tienen nombre: calle Real, calle La Humildad… pero en Micieces siguen sin tener nombre) 

En invierno… el frío, la nieve, el hielo, los árboles desnudos, el monte silencioso y oscuro (como boca de lobo), las calles con barro (y con hielo en los charcos para patinar), los cuentos y las historias al calor de la glorieta o de la churaca…

En primavera… el verde de los campos, las flores, el trabajo de la siembra, el salir a “coger para los conejos”…

En verano… la siega, el acarreo de madrugada, la trilla, la comida en la era, la galbana, el agua de Fuentesoñas, el baño en la presa…

En otoño… otra vez el frío, la lluvia, recoger patatas (y hacer una hoguera para asar unas cuantas)…

Ahora las cosas han cambiado. ¿Frío? Hay calefacción. ¿Arar, sembrar, segar, acarrear, trillar, recoger patatas…? Hay máquinas para todo. ¿Coger para los conejos? Los conejos ya vienen listos para la cazuela. Pero Micieces sigue siendo muy bonito. En primavera, en verano, en otoño y en invierno.

¿Que hay otros pueblos más grandes? Pues… sí.

¿Que hay otros pueblos más bonitos? Pues… a lo mejor sí. Pero ninguno es como Micieces. Serán más grandes, tendrán cosas más bonitas, más interesantes, más llamativas…Pero Micieces es Micieces y es mi pueblo. 

A mi nieta Válery le gusta mucho y un día me preguntó:

¿Cuándo vamos otra vez a “Tu-cieces”?

Bueno, le tuve que decir que Mi-cieces también era su pueblo si ella quería. Y como sí quería, le di la ciudadanía de Micieces (creo que el Sr. Alcalde no se opondrá) y ahora ya habla de Mi-cieces, nuestro pueblo.

ARI











  






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