viernes, 15 de abril de 2016

Micieces de Ojeda. EL PENDÓN (V). El estreno del Pendón de Micieces..



(Foto: Rosa María Luis Villalba)





EL ESTRENO DEL PENDÓN


Según los datos de la Micipedia, en Micieces ha habido pendón desde… siempre.

          El “antiguo” era rojo y blanco, aunque dicen que el blanco era más bien color “crema”, seguramente porque, además de antiguo, era “viejo”. Y estaba en muy mal estado: tenía muchos agujeros y estaba descolorido. Una vecina del pueblo trató de arreglarlo para conservarlo, pero no tenía remedio y compraron uno nuevo. Actualmente del antiguo y viejo solo se conserva el mástil, guardado debajo del coro de la iglesia. Es algo más pequeño que el nuevo: mide 420 cm (el actual, el nuevo, mide de mástil 526 cm).
       
 El pendón nuevo se estrenó el día 11 de junio de 195…? (la Micipedia no tiene el año exacto. Calcula que entre 1950 y 1955. Casi con seguridad fue en 1955. De todas formas se le sigue llamando el “nuevo”). Bueno, se estrenó ese día, en la procesión de san Bernabé. Los que han llevado el pendón están de acuerdo en que, cuando hacía aire (y "hacer aire", en el habla de Micieces, significa que sopla fuerte el viento), no era fácil mantenerlo, sobre todo en el Altolaiglesia. Pero lo más difícil era pasearlo por el pueblo porque había que bajarlo continuamente para no tropezar con los cables.






   Y el 12 de septiembre de ese mismo año (?) fue la presentación oficial ante los pueblos de la Ojeda (o, lo que es lo mismo, ante el mundo).

          El 12 de septiembre se celebraba la romería de la Virgen del Rebollar en Vega de Bur (desde hace unos 25 años se cambió la fecha para el último domingo de septiembre). Y aquel año se celebraba la coronación de la Virgen del Rebollar como Patrona de la Ojeda. A este acto asistían “por derecho propio” los pueblos Vega de Bur, Quintanatello de Ojeda, Olmos de Ojeda, Montoto de Ojeda, Perazancas de Ojeda, Cozuelos de Ojeda, Amayuelas de Ojeda, Cubillo de Ojeda y Pisón de Ojeda. Cada pueblo enviaba una representación “oficial”. Los demás pueblos solo podían asistir “oficialmente” si recibían una invitación. Por supuesto, la gente de cualquier pueblo podía asistir libremente, pero la representación oficial era solamente por invitación. Y ese  12 de septiembre Vega de Bur invitó a Payo de Ojeda y a Micieces de Ojeda.



          Micieces asistió con su pendón nuevo y con casi todos los vecinos (y algunos de Berzosa). Fueron andando por el camino que todavía se llama "de Vega" hasta Quintanatello y, luego, carretera adelante hasta Vega. Se subía al monte y allí estaba la ermita de la Virgen del Rebollar: ¡en el mismo sitio que hoy! El pendón lo llevaban en posición horizontal entre cinco o seis mozos.


 Iban con precaución porque les habían advertido:

─ Tened cuidado porque os quieren tirar el pendón…

Claro, el pendón de Micieces era el más nuevo, el más guapo y el más alto (que conste: estos datos son de la Micipedia). Algunos decían que los que querían tirar el pendón eran los de Olmos. Y es que Olmos se presentó ese año sin pendón. En Olmos existía una tradición, según la cual el pendón tenía que llevarlo el último que se hubiera casado en ese año. Y la gente de Micieces no llegó a saber por qué Olmos no llevó pendón: unos decían que porque no había ningún “último casado” (?), o porque no quiso llevarlo, o porque estaba demasiado viejo, o porque… Y llama la atención que nadie sospechara de los de Payo en eso de “tirar el pendón” de Micieces. Y es que entre Payo y Micieces…

Al final la romería terminó en paz: nadie tiró el pendón de Micieces. Las mozas, las mujeres y los niños regresaron a Micieces. Y los mozos y los hombres se quedaron un rato más echando la partida de bolos.

miércoles, 6 de abril de 2016

Micieces de Ojeda. EL PENDÓN (IV). Historia de los pendones.






















                             HISTORIA DE LOS PENDONES

(JLR)

El pendón nace en la edad media como insignia militar identificativa de un grupo de guerreros. En aquella época los ejércitos no estaban organizados como los actuales, y cada grupo, batallón o similar tenía su propio jefe y su identidad propia porque dependía de un señor, de su jefe, del concejo, de un obispo…, aunque todos estuvieran bajo el mando del rey o de un solo general. Y, desde luego, cada grupo llevaba su propia indumentaria, de forma que era difícil diferenciar a amigos de enemigos y, dentro del mismo ejército, a los distintos grupos que lo componían. Y esta distinción se hacía mucho más complicada debido a que muchos jefes guerreros cambiaban de bando con suma facilidad y, claro, se llevaban a sus soldados. Pues por eso nacen los pendones: una bandera colgada, en principio, de una lanza que señalaba a los suyos la posición en que debían estar, reunirse, acampar, formar grupo, actuar en la batalla, luchar… El sentido práctico obligó a hacer más grande esa banderola o pendón y a darle unos colores muy visibles y llamativos. Y ese mismo sentido práctico aconsejó colgar la tela de un mástil más alto que una lanza para ser visto mejor y desde más lejos. En un principio la tela va colgada de un travesaño horizontal que forma cruz con al asta o mástil. O solo media cruz: colgada de un palo horizontal que sale del vertical, del mástil.

Pero pronto se dieron cuenta de que no se veía bien y, con viento o sin él, el pendón no flameaba. Se pasó, pues, a poner la tela en el mástil vertical, alargándola en el sentido horizontal para que tuviera más vuelo: así con el viento flameaba por sí misma; y si no hacía viento, era el pendolero quien la hacía flamear. De esta forma era más fácil de ver y las señales y órdenes eran más comprensibles.



















El perder una ciudad o un ejército su pendón, o su bandera, significaba una ignominia, la derrota y, como consecuencia, un drama y, en no pocas ocasiones, una tragedia. Y quien lo ganaba lo llevaba en triunfo y lo guardaba como un tesoro, casi como sagrado si había sido en lucha contra los no creyentes. Entonces, su lugar era una iglesia o un monasterio. Y el de la propia ciudad se solía guardar en alguna iglesia hasta el momento de tener que usarlo. El folklore español guarda memoria de todo esto en múltiples fiestas que recuerdan conquistas y reconquistas de pendones o banderas.












Con el paso del tiempo las guerras, o aquel tipo antiguo de guerra, van desapareciendo, y el pendón fue creciendo en tamaño y perdiendo su utilidad como instrumento bélico: pasó, entonces, a ser signo y señal de identificación de una persona, sociedad, grupo… Por los siglos XVI y XVII el pendón pierde ya su sentido exclusivo militar y se transforma en signo identitario de concejos, ayuntamientos, pueblos y entidades religiosas.


         
Durante el siglo XIX, debido a las funciones administrativas y representativas adquiridas por diputaciones y ayuntamientos, los concejos perdieron importancia. Y con ello, sus pendones. Asimismo desapareció buena parte de las celebraciones religiosas en las cuales participaba el pendón concejil: por eso entraron en desuso y muchos de ellos se perdieron. Por otra parte, los pendones de los pueblos se hicieron tan grandes, tan enormes, que el único sitio adecuado para poder tenerlo sin desdoro y sin estropearlo eran las iglesias, y de estas, las que fueran acordes al tamaño del pendón. De ahí a hacer del pendón un símbolo religioso exclusivamente, solo hay un paso. Y en muchos pueblos se ha dado. Por eso el pendón solo se saca en procesiones o actos de carácter religioso.
Sin embargo, a principios del siglo XX se produjo un resurgimiento de algunas tradiciones, sobre todo en Castilla y en León, como elemento identificador regional, del pueblo o de alguna entidad.  Y, entre esas tradiciones, resurge también la del pendón.  



        












 
Hay que recordar que Castilla nunca tuvo bandera como seña de identidad propia. Lo que tuvo fue pendón. Y, además, fueron los reinos de León y de Castilla los primeros reinos, incluso de Europa, que tuvieron un signo propio de identidad al estilo de lo que es una bandera actual: y fue su pendón. Cada señor, o cada jefe que podía  reunir soldados tenía el suyo propio. El rey concedía el derecho a tener pendón a particulares, a concejos o a quien, a su juicio, se lo mereciese o hubiese ganado tal derecho.  Y el rey, lógicamente, tenía el suyo. Al de Alfonso VII (1006-1157) ya se lo consideraba símbolo del reino y se usaba en las proclamaciones de los reyes de León y, posteriormente, en los de España. Alfonso VIII, al ser proclamado rey de Castilla (el año 1170), tomó el símbolo de los condes castellanos, el paño rojo ─gules─. Se cuenta que fue su esposa, Leonor de Plantagenet, la que le bordó y regaló un pendón con motivo de la batalla de las Navas de Tolosa (año 1212). Y la elección de colores y motivos no fue al azar: influenciada por los colores y motivos de su familia inglesa, conocía también la historia de Castilla y la heráldica de los condes castellanos: en campo de gules (rojo) castillo de oro. A partir de ahí, la bandera de Castilla será unívoca y reconocida: ¡el pendón real pasa a ser pendón del reino de Castilla! Cuando Fernando III el Santo une definitivamente los reinos de León y de Castilla, mantiene en su escudo y en su pendón los símbolos y los colores de ambos reinos, y el pendón del rey pasa a representar al reino de Castilla.
          Son datos de la historia en los que se basa la realidad del pendón de Micieces y de otros muchos pueblos de Castilla y de León.


No es correcto decir que los pueblos de Castilla y de León suelen sacar una bandera que preside sus procesiones. Lo que preside la procesión  del pueblo es un pendón, el propio de cada pueblo. Y no solo abría y presidía procesiones de carácter religioso, sino otras concentraciones del pueblo como tal, aunque no tuviese el carácter sagrado o religioso de procesión. El pueblo se reunía y su símbolo de identidad era su pendón, y significaba que era el pueblo quien se reunía o procesionaba.

          Había un cierto pique entre pueblos vecinos en relación al pendón. Y todos querían y presumían de que el suyo era el más grande y el más guapo. Por eso no era raro que se cambiase en el transcurso de los años: al anterior se lo consideraba viejo y se cambiaba. Tampoco importaba mucho que los colores fuesen diferentes a los del anterior, con tal de que fueran vistosos y llamativos, y permaneciesen los esenciales. Cuando se cambiaba el pendón ─esto sucedía muy de tarde en tarde y no en todos los pueblos─, el nuevo se convertía en signo de identidad y símbolo del pueblo. Y no había más que hablar.

viernes, 1 de abril de 2016

Micieces de Ojeda. EL PENDÓN (III). Partes de un pendón.

















                                         PARTES DE UN PENDÓN



(JLR)

Si fuésemos a descomponer un pendón parte por parte, a hacerle, como quien dice, una autopsia, tendríamos que decir tantos nombres que nos llevaría a la confusión, seguro. Para entender mejor cómo es el pendón de Micieces, nos basta este vocabulario básico y esencial.

1.     Vara, mástil, asta, astil o palo:
Con todos estos nombres se denomina a la parte del pendón sobre la que va unida la tela o paño. Hasta ahora, por cuestiones de peso y economía, siempre ha sido de madera y de una altura indeterminada. Los pendones tradicionales antiguos iban colgados en un palo horizontal que hacía cruz con el mástil o vara. Otras veces se colgaba de un palo horizontal que salía del mástil a la manera de horca. En los actuales de los pueblos el paño va unido al mástil vertical mediante clavado de uno de sus laterales, o con anillas, o metiendo la madera en la vaina formado por un cosido lateral ─jareta─ de la tela.




El mástil o vara de los pendones actuales suele ser de madera de pino o de otra
conífera que sea resistente y bien curada, es torneado y un poco más grueso en la base que en la parte superior. Al ser bastante alto es pesado: se le suele aligerar el peso haciéndole unas acanaladuras suaves, al  estilo de las columnas jónicas, desde la base hasta el comienzo de la tela,  que, a la vez, le sirven de adorno. Suele terminar en su parte más alta en un adorno, casi siempre metálico, que puede ser una cruz, un animal, un motivo floral u otro de carácter simbólico al gusto de aquel a quien representa. En algunos casos colocan en la terminación del mástil un manojo de flores naturales o artificiales. Y en su parte inferior, a una altura conveniente, tiene uno o varios ganchos que permiten su agarre al cinturón de cuero que lleva el portador, el pendonero.

2.     Tela o paño:
La propia del pendón es el damasco, que se define como tela fuerte de seda o lana y con dibujos formados por el mismo tejido. Pero también se suele utilizar cualquier variedad de tejido adamascado, o ser de seda, o de otro tipo de tejido de textura similar al damasco. Hay algunos pendones que son de la tela corriente de las banderas convencionales, pero más parecen banderas que pendones. El pendón antiguo es de tela más resistente y gruesa que la de las banderas usuales.




Los pendones actuales pueden ser de un solo color en un solo paño, o de varios colores. En este caso, cada color va en una franja o banda de tela y  cada una va cosida con sus adyacentes formando una única pieza de tela. Las franjas o tiras pueden ir en sentido vertical u horizontal. En Castilla León prevalece el sentido horizontal, es decir, estando el mástil levantado, le son perpendiculares. En la elección de colores no hay norma fija, como tampoco en su posición y mezcla: no se busca su complementariedad en la paleta del pintor, sino que sea vistoso y llamativo, y la elección y el simbolismo dependen de lo que quieran aquellos a quienes representa. Recuérdese que el pendón nace para ser visto, no como cuadro de belleza.
La tela puede llevar dibujos simbólicos, escudos, letras u otros signos, en dibujo, en pintura o en bordado.


3.     Formas de la tela: las tres más usuales son:
·       Farpada en corneta: Es muy propio del pendón que la tela sea farpada en corneta. Es decir, los bordes superior e inferior son más largos en la parte batiente, la contraria al mástil, la que bate el viento, que en la parte central: terminan en punta, mientras el centro lleva una escotadura en ángulo hacia el interior, hacia el mástil. A veces, por sentido práctico, el borde inferior es de menor longitud para que no arrastre por el suelo.
·       Pero hay pendones cuya tela termina, en su parte batiente, en línea recta y vertical de extremo a extremo (en cuadrado).
·       Y hay otros cuya tela, en la parte batiente, termina redondeada, en
     semicircunferencia, de extremo a extremo.


4.     Remos: son unos cordones o cuerdas vistosas, de color a elegir, incluso variados y haciendo juego con los colores de las bandas de la tela o paño. Van atados a la parte superior del mástil y suelen terminar en una borla o adorno. Son muy necesarios en los pendones grandes. Su función es la de ayudar a sujetar el pendón cuando sopla el viento: vienen a ser como los alambres,  llamados vientos, que ayudan a sostener antenas y cuerpos altos, o colocados en lo alto. Son llevados por otras personas, separadas del portador  del pendón a una distancia conveniente y eficaz.


5.     Batiente: es la parte de la tela más lejana al mástil o vara, que es la que más bate el
viento y más hace flamear u ondear.

6.     Vuelo: amplitud o extensión de la tela o paño desde el mástil o vara hasta el extremo batiente.

7.     Jareta: borde de la bandera sujeta al asta. A veces lleva un dobladillo formando vaina en la que se encaja el asta.

8.     Posición de la tela:
·       Vertical-ancho: es la medida de arriba abajo, su altura.

·       Horizontal-largo: medida desde al asta al batiente o borde libre.


Himno a Micieces de Ojeda