miércoles, 27 de noviembre de 2013

OTOÑO EN MICIECES DE OJEDA









OTOÑO EN MICIECES


Los chopos sin hojas.

Las tierras sembradas.

Las tardes muy cortas.

Calor en las casas.



Pinares y níscalos.

El cielo cubierto.

Frío en el campo.
.
El pueblo en silencio.



















































domingo, 17 de noviembre de 2013

LOS CANGREJOS DE MICIECES DE OJEDA





LOS CANGREJOS DE MICIECES

               Truchas no había en Micieces, pero sí había cangrejos. Y muchos. Los ríos de Micieces, el del Valle y el Micieces, eran muy cangrejeros. Y también se pescaban  en el arroyo de los Argañales, en el de Palahierro, en el de Gorrón…

               En los arroyos solo se podían pescar a mano porque no había espacio para los reteles. Acostado en el borde del arroyo, con la mano dentro del agua se iba palpando el ribazo hasta encontrar la cueva y el cangrejo. Muchas veces era el cangrejo el que encontraba un dedo y se aferraba a él, pero de cualquier forma salía de la cueva. Y si estando fuera no soltaba el dedo había que darle un buen apretón en la cola. En los arroyos había menos que en el río,  pero eran más gordos.


               En el río también se pescaba a mano aunque lo más común era pescar con reteles. La mejor hora para echar los reteles era en la tarde.
Hacia las cuatro de la tarde, en la casa, se preparaban los reteles: se revisaban las cuerdas y se ponía el cebo. Como cebo se podía usar la corteza del jamón, vísceras, pedazos de tocino, peces de los que se habían pescado al mediodía (peces-peces o “piscis miciecensis”) o uno muy bueno que me enseñó un gran pescador de Prádanos que se hizo miciecense: patata pasada por la sartén y aromatizada con vinagre y pimentón (es que las patatas de Micieces son tan buenas que hasta a los cangrejos les gustaban).


Cuando los reteles ya tenían su cebo, se metían en la herrada, se cogía la horcaja y… aún faltaba algo importante: una botella de gaseosa "Fuenteclara" ("La Casera" casi no se conocía) bautizada con vino y  un buen trozo de pan con chorizo. Este era el cebo del pescador.
¡Y qué bien se merendaba pescando! 


¿Hasta qué hora se pescaba? Hasta que ya no salían en los reteles. O hasta que el cierzo lo permitía. No sé si el cierzo tenía alguna influencia en los cangrejos, pero cuando pegaba muy fuerte sí tenía influencia en el pescador y entonces… mejor se estaba en la casa.

               Se podía pescar en casi todas las partes del río. La zona que abarca desde la confluencia del río del Valle con el río Viejo hasta el molino de Pacines (hoy de Joselín) era una de las mejores: salían muchos y buenos. En el río del Valle también había muchos, pero eran más pequeños. En el río Viejo había pocos. El pozo León (desde la presa de Doña Carmen hasta el final de las praderas de arriba) era otra zona muy buena. En cambio en la presa de Doña Carmen y en las praderas de abajo se pescaba poco. Y más abajo del puente casi no se pescaba: en la presa no había cangrejos y después de la presa, como casi no quedaba agua, pues tampoco. De todas formas, o el río es muy grande, o no éramos muchos los pescadores: siempre había sitio libre para echar los reteles.

Cangrejo autóctono

               El cangrejo de Micieces era el autóctono (“austrapotamobius pallipes”). Era mucho mejor que el “señal” (“pacifastacus liniusculus”), con el que intentan repoblar los ríos. Y no se puede comparar con el rojo, el de las marismas ("procambarus clarkii") que lo que tiene es caparazón. Lástima que entre la plaga y la concentración terminaron con él.

Cangrejo rojo (de las Marismas)
Cangrejo "señal"


















Actualmente parece que los ríos de Micieces tienen de nuevo cangrejos. Son de los “señal”. Por lo menos los que yo he visto. Quizás dentro de un tiempo se pueda volver a pescar, cuando los ríos estén bien repoblados. 


Fotos tomadas en el río Micieces, en 2013 


         
Ojalá no lleguen los rojos (me refiero a los cangrejos, porsia…) porque son una plaga y terminan con todo.


Y después de la pesca...







¡Buen provecho! (Sin olvidar la salsa...)


Así de limpia estaba el agua.

Río Micieces (Agosto, 2013)
ARI

Contenidos relacionados:
- Las truchas de Micieces.
- Pescadores furtivos


jueves, 14 de noviembre de 2013

LAS TRUCHAS DE MICIECES DE OJEDA

           
Barbo

LAS TRUCHAS DE MICIECES


  Antes de la plaga y de la “concentración” había muchos peces y cangrejos en los ríos y en los arroyos de Micieces.

               Los peces se pescaban a mano o con anzuelo. A mano no era sencillo: con mucho cuidado se acercaba uno hasta donde se veía el brillo plateado debajo de la piedra y con un movimiento rápido se cogía el pez (y alguna vez, la culebra) La pesca con anzuelo tenía su proceso: primero, buscar las lombrices en la orilla del río o en cualquier lugar húmedo. Después, preparar la caña, o sea, una vara de zarza (que es la menos pesada) con un hilo de nailon, un pedacito de plomo, un corcho y un anzuelo (a falta de anzuelo también servía una aguja doblada en el fuego. Claro, con la aguja había que tirar rápido cuando picaban porque si no, se escapaba el pez) Con las lombrices y la caña preparadas, se elegía el sitio para pescar. Donde mejor picaban era en el pozo que se formaba debajo de la presa de la Vega de Abajo. Pero también en los pozos que había en las praderas de abajo.


            
Río Micieces








    No se pescaba a cualquier hora o cualquier día. Los peces cumplían su horario. Casi siempre a partir del mediodía, frezaban (así decíamos cuando estaban inquietos y nadaban cerca de la superficie)  Ese era el momento bueno para pescar. Ya solo faltaba poner la lombriz, echar el anzuelo y esperar, esperar… hasta que el corcho empezaba a dar tirones… y cuando se hundía, tirar la caña hacia atrás, coger el pez y ensartarlo por las agallas en un junco. Y si era buen día se llenaba el junco. Y si no, medio junco, o tres o cuatro peces, o ninguno. Pero el rato que se pasaba era agradable.

                                                                              Barbo

               ¿Qué se pescaba en Micieces? Pues había algunos barbos (el barbo común, cuyo nombre científico es “barbus bocagei”) Este barbo puede llegar a medir hasta un metro pero los de Micieces se conformaban con medir entre 15 y 20 cm cuando eran grandes. Sí había bastantes peces, o sea, peces (el nombre científico no lo sé. Podría ser “piscis miciecensis”) Eran pequeños. Los más grandes llegaban a los 10 cm. Y truchas…Yo nunca las vi, pero sí cogí alguna al resbalarme y caer al pozo.

ARI





Peces-peces












    


domingo, 10 de noviembre de 2013

LOS RÍOS DE MICIECES DE OJEDA - 2. Río del Valle.


Fuente de La Salud (en el Indiviso)


2.- RÍO DEL VALLE o DEL INDIVISO


Algunos mapas lo llaman “Arroyo del Indiviso”. Hay otros que lo llaman río del Indiviso o del Valle. Para los miciecenses siempre ha sido río, del Indiviso o del Valle, que eso no era tan importante. Cuando se habla de un valle, sin más calificativos ni apellidos, todos entendemos que se trata del Valle por antonomasia, es decir, del valle que baja del Indiviso y termina en la Vega de Arriba de Micieces.
Parte final del Valle  (desde San Lorenzo).



El río del Indiviso (o del Valle) nace en un manantial arriba del antiguo poblado, a unos 1.050 m. de altitud. Su agua corre suavemente y sin ser cantarina por su propio arroyo, al que se une por su derecha otro que trae el agua de un manantial de arriba, que hoy llaman de La Salud, a unos 2.000 m de distancia del antiguo poblado. Pasa a la vera de lo que fueron las casas del poblado, recibe las aguas de una tercera fuente que hoy llaman de la Salud y se dirige hacia el este por el centro del valle y recoge los arroyos que se le van sumando por su derecha: todos los valles de Micieces que bajan del Cueto y la Tejera llevan sus aguas a este río. Su ribera izquierda es más escarpada, (sería más correcto decir: más pindia), y sus aguas van a la otra vertiente.


La "Peña" del Valle.

Viene a tener una longitud de unos 3,5 a 4 kilómetros. Desemboca en el de Micieces (llamado por algunos mapas de Payo y por otros de Villavega, pero en el Catastro de Ensenada se le llama río Miziezes), donde termina su valle, en la zona baja del llamado río Viejo. Viene a tener una caída de unos 100 m., lo que significa un promedio aproximado del 2,70 m. %. O sea, que desde su nacimiento baja suavemente, sin cascadas, ni saltos de agua, ni otros accidentes dentro de su cauce, pero sin detenerse, hasta morir entre plantíos de chopos en el río Micieces.


A la izquierda la unión del río del Valle con el río Viejo.

Tiene un muy marcado estiaje, pero no llega a secarse. A veces se ha utilizado para regar, pero muy poco. Solían hacer una presa para riego donde se cruza con el camino de Payo a Báscones. Y otra, más abajo, enfrente de Palahierro.


El poblado o caserío del Indiviso (que es, o fue, terreno de Olmos) fue abandonado por sus habitantes, que eran los dueños del terreno, y sus casas se fueron cayendo y destruyendo: ahora solo quedan algunos restos como para indicar dónde estuvo. Es un ejemplo más de pueblo o caserío castellano que muere por falta de gente, unos porque desaparecen por muerte, otros porque emigran…


La fuente llamada de La Salud está situada al pie de lo que fue el antiguo poblado. No hace mucho que ha sido arreglada por Joselín (José Cosgaya), y debe de tener poderes salutíferos, porque no es poca la gente que va a por su agua, incluso de Báscones.


El trazado del antiguo río fue corregido por la concentración parcelaria, aunque hay que reconocer que no varió mucho del antiguo original: el valle no da mucho para elucubraciones y variaciones. Lo que sí se consiguió fue el terminar con los cangrejos. Claro que poco después llegó aquella enfermedad que terminó con todos en todos los ríos y arroyos. Y este era muy cangrejero.


Caseta Pepín.
Ahora el río del Valle no tiene puentes. Yo conocí dos, hechos con maderos y exclusivamente para pasar las personas: uno en el antiguo caserío, y el otro en el camino de la Lama (donde la caseta Pepín). Aquello desapareció. La concentración parcelaria puso en este último paso (el de la Lama) unos tubos para salvar el camino por encima del río. Pero los técnicos, o quien fuese, calcularon mal: una de las primeras crecidas lo desencajó todo y lo deshizo. ¡La fuerza del agua cuando al mal tiempo se le hinchan las narices! Solución: un badén de cemento. ¿Y las personas? Que pisen el agua, o unas piedras, o salten de cuneta a cuneta un poco más abajo.





Puedes ver también:

- Río Micieces (I).
- Río Micieces (II).
- Río Micieces (III).
- Las fuentes de Micieces.
- Los molinos de Micieces.


Y más en CONTENIDOS.


viernes, 1 de noviembre de 2013

LOS RÍOS DE MICIECES DE OJEDA. RÍO MICIECES ( y III)






RÍO MICIECES (y III)
(Continuación)

Los ingenieros y técnicos que hicieron la concentración parcelaria se llevaron una sorpresa. Para ellos tanto los arroyos de  este campo miciecense, como sus dos ríos, no eran sino arroyuelos  poco significativos en cuanto al caudal que podían llevar. La primera, o segunda, o tercera… tormenta les dio una lección, que, por otra parte, los del lugar ya sabían: se llevó los tubos puestos para ser puente de algunos caminos. Y es que el río nuestro es muy morigerado, humilde y sencillo, y en este aspecto de riadas no suele alterarse mucho. Pero cuando se le hinchan las narices y dice aquí estoy yo, se lleva lo que pilla con una fuerza increíble. Yo no le he visto nunca subir hasta el pueblo, pero casi-casi. Es que su cuenca es muy amplia. Y enseguida se nota que ha llovido por allá arriba: el agua baja roja por la arcilla de las tierras. 

 
 El río Micieces desde el paso de San Lorenzo hacia las Adoberas. (A la izquierda, en dirección al Río Viejo. A la derecha hacia el pueblo)



Además de hacer un nuevo trazado al río, no todo él sino por muchas zonas de su recorrido, esos ingenieros y técnicos limpiaron el cauce y lo rehicieron. Y de tal modo limpiaron el río que el pobre quedó desconocido y arrugado, como oveja recién esquilada: arrasaron con toda la vegetación de sus orillas. Antiguamente (y no tan antiguamente) no se veía el pueblo, las casas, de Micieces hasta que estabas dentro de él: el arbolado lo rodeaba por todas partes. Primero llegó la plaga de los olmos que secó todas las olmedas y cepudas que había en el alrededor. Después llegó la concentración parcelaria que, en favor de la agricultura, eliminó todo el arbolado, las linderas, los setos, rehízo arroyos, trazó nuevos límites a las tierras… y las de labranza quedaron libres de todo para mejor ser labradas. ¡Y el pueblo quedó al descubierto! Pero el río va saliendo por sus fueros y ya tiene en sus riberas arbolado suficiente como para señalarlo desde lejos. Aparte de los plantíos que se han ido sembrando.

La alcantarilla.
El río Micieces, en Micieces, ahora solo tiene un puente de un solo ojo, de obra, en el ramal de carretera que une la 2233 con el pueblo. Sustituyó a uno de madera que estaba unos metros más abajo del actual emplazamiento. Los mayores del lugar recuerdan cuándo lo hicieron siendo ellos mozos. Hubo que hacer un terraplén para alcanzar la altura deseada sobre lo que es el río, que en ese punto apenas tenía profundidad. Y junto a él, una alcantarilla muy grande, tan alta como el puente y cuya abertura es un poco menor que él. Era para dar salida rápida a las posibles grandes avenidas originadas por tormentas. Pocas veces vi yo que fuera muy necesaria. Sí, en cambio, hubo un tiempo en que por ella desaguaba el arroyo que venía de San Andrés y del Aguachinal. Y en no pocas ocasiones, en los tiempos pasados, los gitanos y otras personas que hacían trashumancia por los pueblos la aprovechaban para pasar las noches y los días. Nuestros mayores siempre nos recomendaron no entrar en la alcantarilla: sus motivos tenían porque alguno sí que cogió en ella una buena piojada (en el habla de la zona diríamos piejada). Lo que sí solíamos usar eran los finales de sus muros terminados al estilo de toboganes, y como tales los usábamos los chiguitos y chavales.

Antes el río tenía más puentes, pero de madera. Me acuerdo de cuatro que eran solo para el paso de personas y eran unos simples maderos, más o menos igualados, algunas veces cubiertos de céspedes. Estaban: uno en el paso de las praderas de abajo; otro  en el de las de arriba camino de San Lorenzo; el tercero, en mismo camino de San Lorenzo, al terminar las praderas; y el cuarto, en el paso a la Lama, en el río Viejo. Además había otro más ancho para paso de animales y carros en la vega de Abajo, por el Campano: todos desaparecieron por innecesarios. El del Campano, porque ahora hay camino de concentración por ambas orillas del río. Al terminar las antiguas praderas de arriba (hoy parque y chopera) han hecho un badén de cemento que suple perfectamente al antiguo puente de maderos, y lo han arreglado de tal forma que las personas pueden pasar fácilmente y sin mojarse. Igualmente han hecho otro badén de cemento en el río al cruce del camino que baja de San Lorenzo a las antiguas adoberas y al camino del Indiviso. Y también en el paso a la Lama. En cuanto al de las praderas de abajo: desaparecieron las praderas a favor de las tierras de cultivo y el sendero que llevaba a los huertos y, por tanto, ya no se necesita puente en ese lugar.


Invierno
Verano


Además de esos puentes del río, había, y sigue habiendo, otros en el cuérnago: uno, después del molino de abajo dando paso al río y a las pradera de abajo. Siempre lo conocí de cemento (creo que lo hizo el dueño de la casa que hace esquina con él). El otro estaba en la esquina de la Pesquera y daba paso a las praderas de arriba: fue de dos o tres maderos hasta que el dueño de la casa de enfrente lo hizo de cemento. Ahora hay otro de cemento inmediatamente después del molino de arriba para pasar coches y tractores  hacia la zona deportiva y parque de arriba, en el camino de San Lorenzo.

Aquellos puentes de madera (eran simples maderos que hacían de pasarelas, aunque siempre los llamábamos puentes) desaparecieron. Pero el de la carretera,  el de siempre para los que somos de más acá en el tiempo y no conocimos el otro, sigue resistiendo, con sus arreglos, sus abolladuras debidas al paso sobre él de las grandes máquinas, y sigue siendo un bonito mirador para ver las crecidas y las bajadas de agua, los peces y las truchas, los enclaraguas y el reflejo de la vegetación en el agua embalsada… Y todavía  las barandillas del puente se menean cuando paso… Debe de ser porque son viejas ya… ¿O será por mis años y por mi peso…? 


JLR- Pepe
                                                                                                                                                                                                                                           
Y cuando no hay puente...



El río y el cuérnago.
Al pasar el puente... (entrada a Micieces)




Relacionado:













Himno a Micieces de Ojeda