viernes, 26 de enero de 2018

Micieces de Ojeda. Historias de Berzosa. LA PERRA "MOÑA". (El lobo "Vedijas" y la perra "Moña", II).



LA PERRA "MOÑA"
(DLE.-Moña: figura de mujer que sirve de juguete. Muñeca).



 ERA LA “MOÑA” UNA PERRA
que al pastor acompañaba
y cuidaba del rebaño
con nervio, con arte y maña.
De familia callejera,
no era pastora de raza,
mas suplía aquellos genes
que no tenía de casta
con su fácil aprender
y su inteligencia nata.
El pastor se hizo con ella
casi recién destetada,
y la educó con cariño
y le dio sus enseñanzas
para que fuera pastora
como si fuera de raza.
De pequeña parecía
un peluchito de lana,
de color amarronado
y pelambre ensortijada.
Parecía una muñeca,
o la moña de nuestra habla.
¡Y con el nombre de Moña
la perrita se quedaba!
Y les dijo a los sus hijos
cuando la trajo a la casa:
─Con cariño y con cuidado
habrá siempre que tratarla,
pero no será un juguete
porque tengo que enseñarla
a cuidar de las ovejas
y a obedecer a quien manda.
Y poco a poco aprendía
las cosas que le enseñaba.
Y pronto fue demostrando
que el trabajo le gustaba:
obedecía las órdenes
cuando el pastor se las daba;
vigilaba los sembrados
y al rebaño acompañaba;
y si alguna oveja había
solitaria o despistada,
la hacía volver al grupo
con ladridos y amenazas.
Buena pastora la Moña
se fue haciendo con la práctica.
Su tamaño no era grande
por el cruce de sus razas,
pero tenía su fuerza,
su nervio, su genio y garra,
y hacía frente a cualquiera
que al rebaño se acercara.
Varias veces se enfrentó
a raposos que husmeaban
por si acaso algún cordero
aislado y solo quedaba.
Pero por instinto y sangre
era al lobo a quien odiaba.
Con viento a favor o en contra,
desde lejos lo olfateaba,
y al pastor con sus gruñidos
y ladridos le avisaba.
Algunas veces el lobo,
al ser visto, se marchaba.
Hubo veces que la Moña
ella sola se enfrentaba
al lobo, y luego volvía
con alguna dentellada.
¡Y hasta volvió alguna vez
con una herida muy mala!

                                                (JLR)



 






De la historia de "El lobo Vedijas y la perra Moña", puedes ver también:


Y próximamente, "EL PASTOR MICIECENSE".

Y más sobre Micieces en:



lunes, 22 de enero de 2018

Micieces de Ojeda. Historias de Berzosa. EL LOBO "VEDIJAS". (El lobo "Vedijas" y la perra "Moña", I).




EL LOBO "VEDIJAS" Y LA PERRA "MOÑA"

“Érase una vez…”
No, no. Esto no es un cuento. Es una historia real. Y sucedió hace mucho tiempo (antes de Rodríguez de la Fuente).
Yo conocí a los personajes : el pastor era de Micieces, el cazador es de Berzosa, la “Moña” era también de Micieces y el “Vedijas”… tenía doble nacionalidad.
Los hechos ocurrieron en el "alto de las Loberas", cercano al valle de la fuente de la Mora, en territorio de Berzosa, casi en los límites con Micieces. Y que conste: la Mora de la Fuente, que también tiene que ver con la fuente de la Mora, no tiene relación con  esta historia.
Esto del “Vedijas” y la “Moña” lo escuché contar muchas veces. Ahora, Pepe nos lo cuenta en romance… y me gusta.
La historia la vamos a publicar por partes:
1.- El lobo “Vedijas”.
2.- La perra “Moña”.
3.- El pastor miciecense.
4.- El cazador berzoseño.
5.- Así sucedieron los hechos.

ARI


EL LOBO "VEDIJAS"

 EL LOBO “VEDIJAS” ERA
nieto de la loba parda,
o quizá tataranieto,
y, seguro, de su saga…
La loba parda era aquella
la que allá en las Corralejas
hizo semejante hazaña,
la misma que a sus lobeznos
en los Cotorrillos criaba,
y los montes de Micieces
y de toda la comarca
incansable recorría
buscando alimento y caza,
y alguna oveja golosa
que del rebaño se aislaba
se convertía en comida
suya y de la su lobada.
Pues el tal lobo Vedijas
venía de aquella saga,
y la astucia de su abuela
en el instinto llevaba.
Lucía en su lomo y cuello,
más que pelos, unas lanas
lobunas en el color
y en la forma ensortijadas,
que le hacían diferente
al resto de la lobada.
Por eso un pastor le puso
Vedijas, y así pasaba
con ese nombre al romance
e historias que de él contaban.
Era el Vedijas astuto
y cauteloso en la caza,
pero valiente y taimado,
y sagaz cuando acechaba.
Y sabía el mejor sitio
para tender la celada
o esperar bien escondido
y lanzar una emboscada.
Lobeaba suavemente
sin mover hierba ni paja,
y con paciencia y tesón,
el justo instante esperaba:
tan veloz como eficaz
a su víctima atacaba
sin ruidos, sin sobresaltos,
sin que nadie se enterara…
Era un lobo solitario
y siempre solo cazaba,
solitario recorría
los montes, valles y brañas,
y seguía solitario
cuando al rebaño acechaba.
Era valiente el Vedijas,
con inteligencia clara:
no rehuía las peleas,
mas prefería evitarlas.
El pastor aquel sabía
de sus trucos y sus mañas.
Y su perra desde lejos
su lobuno olor notaba.

(JLR)
Continuará...
(Próxima entrega: LA PERRA "MOÑA").





Más sobre Micieces en:

lunes, 15 de enero de 2018

Micieces de Ojeda. TOQUE A HUEBRA Y TOQUE A REBATO. (Las campanas de Micieces, VIII).




                 TOQUE A HUEBRA

Huebra: trabajo comunal en el que participa todo el pueblo y es para arreglos de bienes comunes. Güebra. (Ver vocabulario del habla de Micieces).



Güebra, se solía decir por corrupción de la palabra. Uno de cada casa, familia o vecino, estaba obligado a prestar servicios comunales para el pueblo cuando este lo solicitase. Se tocaba la campana y acudían todos los que tenían obligación de acudir, y, todos presentes, se distribuía el trabajo. Este servicio comunitario al pueblo era decidido y regulado por el ayuntamiento, que señalaba y distribuía los trabajos entre todos los que iban a la huebra. Así que los trabajos de cuidado y mantenimiento de caminos, linderas, calces de riego, presas comunes, carretera, calles, fuentes, montes, edificios públicos, limpieza de calles… o cualquier otro del tipo que fuese, pero de beneficio común del pueblo, se hacían en huebra. Y aunque normalmente se sabía con antelación día y hora de la huebra, era conveniente y necesario convocar a todos de una forma clara e inequívoca para que nadie se hiciese el despistado. Y esto se hacía con el toque de campana. Solía ser un repique continuado, suficientemente largo para que todo el pueblo se enterase bien y nadie pusiese la excusa de no haber oído la llamada. Alguna que otra vez el encargado del toque se animaba y volteaba una de las campanas, muy raramente las dos. El alguacil, que es quien debiera ser el encargado de hacer este tipo de llamadas, o no existía, o se pasaba su función por alto, o era el encargado de tocar la campana o hacer que otro la tocase: esto dependía mucho de la época y del alcalde.



¿Y cómo sabía la gente que tocaban a huebra? Porque sabían que ese día había huebra y el toque solamente podía ser para esa llamada puesto que no había sucedido ninguna otra anormalidad en el pueblo… Hoy día ya no es necesario el toque de llamada a huebra, principalmente porque los vecinos hábiles para el trabajo son pocos y los trabajos a realizar se pueden hacer con tractores y máquinas. Suele ser el alcalde o los miembros del ayuntamiento quienes encargan directamente el trabajo que se necesita hacer a un vecino que pueda hacerlo.




              TOQUE A REBATO

            El toque a rebato es una llamada que, por medio de la campana u otra señal, se hace a los vecinos para defenderse de un peligro. Es una llamada de alarma, provocada por cualquier peligro inminente e imprevisto. Nació cuando las guerras eran algo habitual. Hoy el toque a rebato se reserva para cualquier acontecimiento imprevisto que de alguna manera amenaza al pueblo: incendios de casas, del monte, de rastrojos o cultivos, inundaciones, catástrofes naturales…  y las campanas siguen siendo el método mejor y más rápido de anunciar el peligro, cualquier peligro, a todo el pueblo. Y una vez que se sabe que llaman por un peligro, la voz corre rápida entre la gente especificando de qué se trata. Yo recuerdo el caso de dos incendios de casas, uno de ellos fue aquel de “Una casa en calda”: pues sonó la campana, en estos casos la campanilla de la ermita que está más a mano, y todo el pueblo se enteró al momento y se movilizó. Y recuerdo otras ocasiones en que también se tocó a rebato: el incendio de un rastrojo en la carretera de Payo, el de otro rastrojo en el camino de Oteros y cercano al pueblo, y el de otro incendio en el monte cercano al Indiviso.



            Este toque no tiene nada de especial: lo importante es tocar y, si se le puede imprimir urgencia, mejor. Lo que quiere decir que, si se repica, no pueden ser los toques lentos, sino rápidos. Y si se hace en la campanilla de la ermita, ha de darse al toque un cierto aire de rapidez y fuerza. Y la explicación del por qué se toca, se corre veloz entre la gente. 


(JLR)




También puedes ver en LAS CAMPANAS DE MICIECES:

- LAS CAMPANAS DE MICIECES.
- CAMPANILLAS Y CAMPANILLOS.
- EL CAMPANARIO.
- LOS TOQUES DE CAMPANA.
- EL TOQUE DE DIFUNTOS.
- EL TOQUE DE ÁNGELUS Y TOQUE DE CONCEJO.
- EL TOQUE A FIESTA Y TOQUE A GÜICERO.

Y más sobre Micieces en:





martes, 9 de enero de 2018

Micieces de Ojeda. CORTAR LAS PATATAS PARA LA SIEMBRA. Micieces, pueblo patatero (VI).






CORTAR LAS PATATAS PARA LA SIEMBRA

Tiene fama la patata de la Ojeda de ser muy buena. E incluso lo es como patata de siembra.
Por aquel entonces ─muy lejano en el recuerdo de quien esto escribe─ la patata de siembra no tenía una entidad especial: se reservaban para sembrar al año siguiente aquellas que procedían de una buena tierra, que había dado buen fruto en el año anterior y que se conservaban en buen estado en la patatera. Y no eran precisamente las pequeñas, las más pequeñas y redondeadas que, en términos y fisonomía general, son las que se denominan hoy como patata de siembra. La patata de Micieces, si se guardaba en un lugar adecuado, se conservaba muy bien durante todo un año: no se arrugaba demasiado, ni les salían hijos, aunque claramente tuvieran marcados diversos ojos en su superficie. Y no se reservaban para siembra las pequeñas: esas eran más propias para echárselas a los cerdos.


Pero antes de sembrarlas, había que hacer una labor muy importante: cortarlas. No era picarlas, porque este concepto conlleva la idea de hacerlas trozos de cualquier forma. Esta labor anterior a la siembra se llamaba cortar las patatas. Ahora ya no se suele hacer porque para sembrar se utiliza la patata pequeña y entera, la ya denominada de siembra, y comprada, o escogida y guardada para eso.

Cuando llegaba la época de la siembra de la patata, se veía a la gente, ellos y ellas, sentados en sus tajos, o en lo que fuera, en la cuadra, en la tinada, en el remanso de la calle o a la solana, y con dos cestos al lado. Uno, lleno de patatas enteras; el otro, esperando ser llenado con los trozos de las patatas ya cortadas. Y, con paciencia y tiempo, se iban cortando todas las que se necesitasen para sembrar la tierra que iba a ser futuro patatal.

¿Y cómo se cortaba la patata? ¿Qué técnica se empleaba? Pues era cuestión de práctica más que de nada. Toda patata tiene en su superficie unos ahondamientos semejantes a un ombligo: es lo que  se llama ojos de la patata. Cada uno de esos ojos protege una yema de la que brotará un hijo, es decir, un tallo que podrá llegar a ser una nueva planta de patata. Y cada patata suele tener más de uno de esos ojos. Así que la operación de cortar las patatas consistía en partir o cortar cada una de las patatas en dos o más trozos, cada uno de los cuales debía tener por lo menos un ojo para que de él pudiese brotar una nueva planta. El trozo de patata, por muy grande que fuera, si no tenía al menos un ojo, no servía para ser sembrado porque de él no nacería una nueva planta.









¿Y cómo se sabía por dónde cortar? ¿Y cuántas se necesitaba cortar? Hay ciencias que solamente se aprenden practicándolas. Y el buen labrador sabía lo que tenía que hacer porque la experiencia le había enseñado. Y, además, era previsor: siempre llevaba a la tierra un remanente sin cortar, por un por si acaso. Es que si sobraban cortadas, se ponían negras, se oxidaban al contacto con el aire, perdían su fuerza para la siembra y ni eran agradables para servir de comida.


JLR


Una curiosidad: esta patata no fue sembrada, se quedó en la patatera. Y allí germinó, y dentro de ella se formó una patata nueva (como si hubiera parido).


o o o O o o o

También puedes ver en MICIECES, PUEBLO PATATERO:

- LINARES Y PATATALES.
- LA PATATA EN MICIECES.
- UN POCO DE HISTORIA, sui generis, DE LA PATATA.
- OTRO POCO DE HISTORIA DE LA PATATA.
- LA TORTILLA Y EL PUCHERO.


Y todo sobre Micieces en:

http://www.miciecesmipueblo.es


martes, 2 de enero de 2018

Micieces de Ojeda. TOQUE A FIESTA Y TOQUE A GÜICERO. (Las campanas de Micieces, VII).




         TOQUE A FIESTA

El toque a fiesta se hacía en la tarde de la víspera de domingos y festivos. Y máxime si el
 día siguiente era una fiesta grande, fiesta gorda. Es un toque que anunciaba que el día siguiente sería fiesta. No tenía una forma de tocar individualizada, sino que simplemente se volteaban las campanas, una sola o las dos, dependiendo de quién o cuántos las tocaban. Incluso a veces se tocaban también los campanillos: señal de que la fiesta era de mayor categoría. Y la duración del volteo tampoco era fija, sino que el campanero, o campaneros, tocaban hasta que se cansaban y decían basta. Era, por tanto, un toque alegre, o por lo menos que anunciaba la alegría de la próxima fiesta.



Los toques a fiesta se hacían siempre con las campanas del campanario. Es que, si se tocaba la campanilla de la ermita, la gente quedaba en ascuas preguntándose qué pasaba.
El toque que anunciaba el domingo, se perdió hace tiempo por falta de campanero. Y el de muchas fiestas ha ido desapareciendo por la misma razón. Hoy el campanero es cualquiera que tenga el humor y las ganas de seguir la tradición, de subir al campanario y de voltear las campanas. O al menos repicarlas. Y no todo el mundo tiene ese humor y esas ganas de hacerlo.

     














              TOQUE A GÜICERO

Güicero: posiblemente por corrupción de buicero  > buyero…> de bueyes. Es el rebaño de ganado vacuno comunitario de un pueblo. A veces también el ganado caballar iba en él. En otros sitios lo llamaban “vacada”.  (Ver vocabulario del habla de Micieces).

Por la mañana se hacía la llamada por las calles y, los que tenían animales vacunos o caballares, los soltaban. El vaquero reunía a todos los animales y se los llevaba a pastar a los campos y montes del pueblo y cuidaba del rebaño a lo largo del día. En el verano, cuando había que trillar, se acercaba al pueblo, al lugar de sesteo, y sus dueños recogían los animales que se empleaban en la trilla. Al anochecer volvían los animales a sus cuadras.
Hubo una época en que la llamada se hacía al son de la campana. Más bien se solía hacer con la campanilla de la ermita, que estaba más a mano. Y era un toque muy simple, de medio volteo, y no muy largo.
En principio ese toque tenía como finalidad fundamental el aviso a los vecinos para la suelta de los animales, vacuno y caballar, que se iban juntando en la calle y el vaquero guiaría hasta los lugares de pasto. Pero también era un aviso para el resto de la gente, para todos, a fin de que tuviese cuidado porque, lógicamente, los animales del güicero iban y venían por las calles del pueblo.




Desapareció este toque de la campanilla y fue sustituido por el del cuerno del vaquero que hacía sonar en las calles y esquinas principales del pueblo anunciando que ya era la hora de dar suelta de los animales que iban a ir al campo como un rebaño o manada comunitaria única. El toque de la campanilla para anunciar que el güicero volvía del campo desapareció muy pronto y apenas hay recuerdo de ese toque: no era necesario porque bastaban la hora de la atardecida, el ruido de los animales y el toque del cuerno. 
(JLR)

Más sobre "las campanas de Micieces" (hacer click):


También puedes ver:

- ¡VAMOS A MICIECES! (Con nieve desde Herrera hasta Micieces).

Y todo sobre Micieces en:




Himno a Micieces de Ojeda