martes, 21 de enero de 2014

Fuentes de Micieces de Ojeda: CAMINO DE OTEROS (ADOBERAS)






CAMINO DE OTEROS (Adoberas)

(José Luis Rodríguez I.)


Esta fuente es conocida como "la fuente de las adoberas" o "la del camino de Oteros". Está situada a la izquierda de este camino, saliendo de Micieces, en la parte oeste del monte de La Cubilla y a mitad de la subida en cuyo punto más alto está una llanura de tierras cultivadas y, más lejos, los quiñones y Oteros. 



A lo largo de los años, quizá siglos, ha formado en la lindera entre las tierras de labor y la cuneta del camino, una cárcava semejante a una cueva sin techo. En el habla de Micieces hay diferencia entre cárcavo: zanja, foso, hoyo, relativamente pequeño, que hacen el agua y los demás elementos naturales en zonas de tierra; y cárcava: fosos, zanjas, valles o vallejos, más bien grandes, que hacen el agua y otros elementos naturales en montes o zonas de tierra. 



Pero no busquen aquí ninguna de las formaciones propias de las montañas calizas, no. En Micieces no hay montañas de piedra de ningún tipo, solo se podrán encontrar formaciones de piedra en zonas muy limitadas y en estratos muy irregulares en cuanto a su grosor y extensión. Y alguna otra aglomeración no muy grande ni llamativa en forma de roca visible. Pero toda la piedra que hay es de arenisca o de aglomerado de piedras, muy propio de los terrenos sedimentarios. En este cárcavo de la fuente se aprecian bien las clases de tierra que conforman los estratos de la zona: tierra de labor, con arena y cascajo… y, más hacia el subsuelo, arcilla roja. Y el agua, como en otras fuentes de la zona, ha encontrado entre la capa porosa y permeable superior y la arcilla impermeable inferior un hueco por donde corre y llega a un desnivel que rompe la estructura del terreno y le da la posibilidad de salir al exterior en el manantial o fuente.
Este cárcavo se ha ido agrandando con el correr de los siglos, ablandada precisamente por el agua de la fuente y por la de las lluvias, las nieves, el hielo y otros agentes atmosféricos. En el fondo estaba el manantial, un poco ahondado y rodeado en su exterior por piedras rodadas que lo fijan y ayudan a retener su agua un tanto hasta que se desborda y sale por un arroyo hacia la cuneta del camino. No es que mane mucho, pero nunca se ha secado. De vez en cuando, un alguien, quizá también en las huebras vecinales, limpiaba el manantial y todo el cárcavo, porque dentro había espacio para cierta vegetación: un rosal silvestre, bastante grande, zarzas, juncos… y otros hierbajos. Y de vez en cuando, alguna rana. 
Corría feliz su agua por la cuneta izquierda, según se sube, del camino de Oteros. Pero hace tiempo alguien le hizo un surco para que atravesase el camino y lo dirigió hacia la pradera del valle: tenía otro destino para el agua de esta fuente. Allí lo embalsó con una presa de césped, piedra y barro. Y aprovechó la ladera norte de aquella pradera del valle, sin necesidad de meterse en el brezal, como terreno apto para adobes: y la convirtió en adobera. Y el agua fue rellenando los pozos que iban quedando al sacar la tierra para los adobes. E iba pasando de uno a otro hasta llegar hasta las tierras cultivadas. Allí se metía por la cuneta derecha del camino, que volvía a atravesar más o menos a la mitad de distancia entre el pueblo y la fuente, y se dirigía por la cuneta izquierda, su antiguo camino, hasta ser acogida por el arroyo del Ruyal. 





Parece que la concentración parcelaria no actuó en esta fuente y la respetó totalmente, incluso el nuevo camino de su agua. Pero las adoberas aquellas se fueron olvidando, como todas. Los pozos o tojos de agua empezaron a criar broza, juncos, hierbas y ranas. Y, más tarde, comenzaron poco a poco a rellenarse de tierra, piedras, deshechos… Y terminaron tapándose. Y el agua aquella se empleó en regar un plantío de chopos, sembrado al final de la pradera y antes de las tierras de labor. Y se unieron con las de la Isilla y, juntas, cuando su fuerza se imponía a la sequía, llegaban hasta el colector del pueblo. Y el arroyo del Ruyal quedó como recuerdo y suplemento de seguridad para las tormentas y para el invierno.



En la actualidad, un vecino la ha urbanizado, limpiado la cárcava de su nacimiento, tapiado con obra de albañilería la entrada a la cárcava y dejado el reguero para que salga el agua al exterior. ¡Ojalá sirva para que no se seque!













lunes, 13 de enero de 2014

Cánticos de Micieces de Ojeda: LA ENHORABUENA












Los mozos y las mozas del pueblo cantaban la "enhorabuena" a los novios la noche víspera de su boda., en la casa de la novia, donde previamente se había puesto la "enramada". Los mozos hacían el armazón de la enramada y las mozas la completaban con flores y ramas. Con esto y el canto de la Enhorabuena se ganaban "los derechos". El padre de la novia y el padrino eran quienes pagaban los derechos: por lo general, el padre les daba una cántara de vino y el padrino, una caja de puros. Otras veces era el novio quien pagaba. (Tradiciones de Micieces: la boda).

















Esta tradición es común a muchos lugares de Castilla y de Cantabria. Y tiene muy pocas variantes entre unos lugares y otros.

Debido a la situación demográfica de los pueblos no hay muchas ocasiones en que se pueda cantar la Enhorabuena pero es bonito recordarlo y, al menos, tratar de conservarlo para que no caiga en el olvido. 



 LA  ENHORABUENA


1.   Buenas noches a la una
buenas noches a las dos,
buenas noches tengan todos
y buenas nos las dé Dios.

2.   La enhorabuena os damos
todos juntos a una voz,
que sea por muchos años
y para servir a Dios.

3.   A paso a paso venimos,
a paso a paso llegamos
a daros la enhorabuena
a estos dos enamorados.

4.   Que gocéis del matrimonio
según vuestro amor desea
y yo de mi parte vengo
a daros la enhorabuena.

5.   Buenas noches tengan todos,
caballeros y señores,
buenas noches tengan todos
también un ramo de flores.

       (Entregan un ramo de flores)

6.   Buenas noches tengan todos
los de la flor del rosal.
Si ustedes dan el permiso
para poderles cantar.

7.   Licencia pido a Jesús
y a la Virgen Soberana
para cantar esta historia
que he aprendido en España.

8.   Licencia pido al cerrojo,
licencia pido a la llave,
licencia te pido a ti,
licencia pido a tus padres.

       (Piden el permiso)

9.   Informado estoy, señores,
informado estoy de veras:
os veléis a la mañana,
Dios quiera para bien sea.

10.   Mis queridos camaradas,
ellos te darán las nuevas.
Tus padres, si están presentes,
Dios les dé paz duradera.

11.   Y a ti, hermosísima dama,
que logres lo que deseas.
Y a ti te digo, galán,
hombre de muy altas prendas

12.   que la sepas estimar
con amor y reverencia:
no te la dan por esclava,
te la dan por compañera.

13.   Mírala como el sol,
brillante como una estrella,
hermosa como Triana
cuando sale por la sierra.

14.   Pues es la dama más linda,
pues es la dama más bella,
que en todo el barrio la hay
la dama según se suena.

15.   También digo a vos, madama,
que mañana ha de ser cierta
la bendición de tus padres
antes de ir a la iglesia.

16.   Lo que ahora os encargo:
miréis lo que vais a hacer,
que de siete sacramentos
vais a recibir los tres.

17.   Mañana será aquel día,
el de  vuestro matrimonio,
en el portal de la iglesia
se hallen la novia y el novio.

18.   Lo que ahora os encargo,
mira que es cosa muy cierta,
nunca faltarás de casa
sin su permiso y licencia.

19.   Y por si acaso salieras,
a tu vecina da cuenta,
por si viniera tu esposo
que tenga la puerta abierta.

20.   Cuando el cura te pregunte
que si quieres por esposo:
“sí le quiero, sí le estimo,
sí le quiero que es buen mozo”.

21.   Y tú le responderás
con muchísima vergüenza:
“sí le quiero, sí le estimo
y he de estar a su obediencia”.

22.  La despedida os damos
todos juntos a una voz:
que sea por muchos años
y para servir a Dios.

23.  La despedida os damos
que ha venido de Madrid.
Adiós, carita de cielo,
que nos vamos a dormir.

24.   La despedida os damos,
que ha venido de La Habana.
Adiós carita de cielo,
adiós, hasta la mañana.

25.   La despedida os damos
todos juntos a una voz:
si os hemos ofendido,
os pedimos el perdón.

26.   Quédense con Dios, señores,
que nos vamos para allá,
y mañana volveremos
a llevaros a velar.




En el siguiente link podemos ver y escuchar la Enhorabuena a Mª Eugenia y Alberto Chamorro cantada por el "coro de Micieces". Algunas estrofas no están en el mismo orden en que aparecen arriba. La razón es muy simple: la letra que yo copié es cortesía de algunos vecinos de Micieces. Y la que cantan es de otros vecinos. Como esto se trasmitía de forma oral, al ponerlo por escrito puede variar el orden, dependiendo de cómo lo recordaba cada uno. Incluso hay variaciones en algunas palabras. Pero el sentido es el mismo en todas las versiones.




 


sábado, 11 de enero de 2014

Fuentes de Micieces de Ojeda: EL CAÑÓN























EL CAÑÓN (del Valle o de Valdelacalle)

(José Luis Rodríguez I.)

Es manantial más que fuente, aunque popularmente se lo conozca como fuente. Recibe este nombre no porque el valle sea en este punto un cañón, que, aunque se estrecha, no llega a esa categoría, sino por la forma de echar su agua al exterior: un chorro en forma de caño. Y como suele manar en abundancia, se le ha llamado desde siempre con el aumentativo, cañón.

Por otra parte, en Micieces, cuando se habla del Valle,sin más calificativos o apellidos, es el valle que viene del Indiviso, el valle por antonomasia, que nace próximo a aquel antiguo poblado y termina donde su río,  arroyo le dicen los mapas oficiales, desemboca en el verdadero río de Micieces.

Este manantial es uno de los más caudalosos del pueblo,  echa el agua en forma de chorro por una especie de tubería que él mismo se ha labrado en la arcilla. Ha ido horadando la tierra, que es arcilla, y ha llegado a formar una pequeña cueva, al fondo de la cual se ve cómo sale el caño de agua, con cierta fuerza y con ganas de ver la luz del día. No mana desde el suelo hacia arriba, como la mayoría de los manantiales del pueblo, sino lateralmente del fondo del monte como caño que sale de una tubería. Y lo que hace que se convierta en fuente es un mínimo embalsamiento hecho con piedras (rodadas, naturalmente). Desde ahí, cae inmediatamente al calce que lo lleva al río del Valle (río o arroyo del Indiviso).



El Cañón del Valle está situado en la cuneta derecha del camino que va de Micieces al Indiviso, justo antes de cruzarse con el que va de Payo a Báscones. Este camino se eleva aquí sobre un talud de metro y medio, más o menos, y en su base aflora el caño de agua de este manantial.

Recuerdo que de niño oí alguna explicación sobre el origen del agua de este manantial. Decían que venía del otro lado del los montes, vamos, que se repasaba y filtraba desde el río Boedo. Y la prueba era que algunos técnicos (no sé ni quiénes ni qué categoría tendrían aquellos señores del dicho) habían echado algún tipo de colorante o sustancia en el Boedo y había aparecido en el Cañón del Valle. ¿Sería verdad? Podría serlo, ¿por qué no?



Prácticamente todo miciecense, de los de antes, ha bebido alguna vez de este manantial. Cuando se trabajaba el Indiviso, o las tierras próximas del valle, o se dejaba sestear el ganado arriba, en unas matas cercanas muy a propósito…, el cañón quitaba el calor, la sed y hasta el cansancio de la gente.

Antes, el calce que pasa a sus mismos pies y sobre el que desagua, traía el agua de otros manantiales de Valdelacalle. Ya no de todos, por las razones que se dirán en otro apartado. También se pensó en cierta ocasión empalmar el agua de este manantial con la que va al pueblo y aumentar así el caudal de agua potable, y hasta se hizo alguna obra para juntarla con la tubería principal que lleva el agua al pueblo. Pero con el correr de los años se buscó y encontró otra solución más fácil: la de la fuente de San Lorenzo.









Actualmente se han hecho algunas mejoras en la salida de este manantial, respetando siempre lo que fue: el caño de agua sale ahora por un tubo que lo echa a un breve embalsamiento de piedra encementada para pasar al calce de desagüe. La iniciativa privada ha recogido y arreglado lo que es la fuente y ha urbanizado un poco el entorno de lo que es el manantial: hace mejor las funciones de fuente. ¡Ojalá siga manando su chorro de agua por siempre!








jueves, 2 de enero de 2014

Fuentes de Micieces de Ojeda: SAN ANDRÉS


FUENTE DE SAN ANDRÉS
(José Luis Rodríguez I.)

La fuente de San Andrés, en Micieces, está situada cerca del pueblo, actualmente en el ángulo que forman el camino de los huertos y el ramal de carretera que cruza a la de Payo desde el puente del río. La zona se conoce con el topónimo de San Andrés.

Siempre se ha dicho que esta fuente tomaba su nombre del antiguo poblado o caserío que, dicen, hubo en sus inmediaciones, (Historia de Micieces: de tres pueblos, uno) en lo que hoy son tierras y linares de cultivo. San Andrés era un apóstol muy admirado por ser el hermano de Pedro y ser de los primeros en seguir a Jesús. De hecho son muchas las advocaciones del santo que existen por la región. Y, seguro, esta de Micieces no tiene nada que ver con la del cercano monasterio del mismo nombre.

Visto el terreno, parece lógico por dónde ha buscado el agua salir al exterior. Todas las tierras que están por encima de la cota de la fuente son arenosas y de cascajo, tierras sueltas, hasta la profundidad normal de cultivo, aunque no igual por todos los sitios. Y el subsuelo es arcilloso. Lo lógico es que toda el agua que se filtra por este tipo de tierra y no puede traspasar la arcilla vaya buscando salidas más bajas y fáciles: y cada venero se transforma en un manantial. La fuente de San Andrés es testimonio de este hecho.

Es curioso, quizá lamentable, cómo ha ido cambiando la fisonomía de esta fuente  a lo largo de los años en que yo la he conocido.

Mi recuerdo más antiguo es de cuando yo era niño. No había entonces ese camino a los huertos y a la ermita de San Lorenzo, sino una camera semitapada por la vegetación, los hiebajos, el barro y las roderas de toda la vida; una lindera grande, unos álamos, zarzas sin número, un sendero y un calce. Sí estaba el camino que une el puente con la carretera de Payo, y no era carretera ni estaba encementado.  Y la fuente estaba protegida por un seto natural de arbolado y zarzas al lado contrario al camino y por una lindera alta al norte, que daba remanso, y tenía una pequeña pradera donde sentarse al frescor de su agua.

Y era simplemente un manantial, recogido y señalado con un semicírculo de piedras rodadas, un poco ahondado para poder llenar las botellas, botijas o botijos. Y el agua se iba hacia abajo para formar, ahí mismo, una charca que lo retenía mediante unas paredes de césped, piedras y maderos. Creo que parte de la charca era también manantial. De hecho toda la zona de alrededor era bastante húmeda, hasta tal punto que a la tierra vecina, la de abajo, separada de la charca por una lindera de tierra y un seto natural de zarzas y árboles, se la llamaba con un nombre definitorio y muy descriptivo: el aguachinal.

Pues a esta charca o laguna formada por las aguas de la fuente de San Andrés se traían a beber los animales que trillaban en las eras vecinas. Y las personas bebían y rellenaban sus vasijas en lo que era la fuente. Pero tenía un leve inconveniente en el verano: estaba situada al sur, más o menos, de las eras; el cierzo, aire del norte, prácticamente salía todas las tardes y se le solía aprovechar para beldar. Con harta frecuencia, pues, la fuente y su laguna o charca se llenaban del tamo y polvo de la paja. Si querías beber o llenar tu botija, tenías que limpiar la superficie del agua, pero siempre entraba algo… Paja que no ahoga, todo engorda, era el refrán que se repetía en estos casos.

No era muy agradable meterse en la charca porque su fondo era de barro y no había mucha seguridad de dónde se pisaba. Alguna vez sí que nos metimos. En verano estaba más o menos limpia, pero el resto del año criaba muchos berros, rumiajos y todo tipo de hierbajos propios de humedales. Y en su época, ranas. 


Pasó el tiempo. En una de aquellas huebras generales de los vecinos del pueblo le tocó a la fuente de San Andrés el ser urbanizada. Con toda la buena voluntad del mundo y con la idea de recoger bien los mejores manantiales y sus veneros, se la movió un poco de sitio, se la ahondó, quedó como si fuera un pozo pequeño, se le pusieron piedras bien colocadas que la protegieran  y diesen una salida casi bonita al agua. En fin, que la idea era muy buena, la realización externa también…, pero el agua subterránea tiene vida por sí misma: no pasó mucho tiempo y aparecieron fuera de lo que se quiso que funcionase como fuente, más manantiales que dentro. Y aún así, seguía dando agua y no mala.

Pasó más tiempo, llegó la vida moderna, los adelantos de la agricultura… El verano cambió a marchas forzadas, el trillar tradicional evolucionó hacia otras formas modernas, las eras fueron desapareciendo… Y, en general, toda la vida de la gente iba cambiando. Y llegó el no-va-más, por ahora: la concentración parcelaria. Y esto sí que revolucionó el campo tal y como lo conocíamos antes. Los  ingenieros, técnicos, agrimensores… solían trabajar sobre planos de papel y en no pocas ocasiones hacían que la realidad se pareciese a sus planos, o simplemente los planos eran para ellos la verdadera realidad. ¡Y el campo cambió totalmente su fisonomía! ¡Si hasta a los más viejos del lugar les parecía extraño su campo de toda la vida…!

La fuente de San Andrés era un estorbo, y, total, por correrla un poco, no se iba a hundir el pueblo. Y se corrió. Se la hizo un buen arroyo, eso sí, de desagüe hasta el río, y se la metió en él. La laguna o charca desapareció; lo setos vivos, también; la lindera quedaba como cuneta alta de un camino que llegaría hasta empalmar con otro a la vera de la ermita de San Lorenzo, por debajo de algunos huertos que resistían. Todos los manantiales que había en el alrededor, desparecieron; al aguachinal quedó saneado y más grande porque se perdieron setos y linderas. Pero la fuente, ¿y qué importaba ya la fuente si la gente tenía agua en las casas? En una orilla del arroyo quedaba bien y así vertía sus aguas, las que le quedaran, en el mismo arroyo. Para colmo la acequia de arriba, de cemento, alguna vez se desborda y su agua encontraba salida en el arroyo dicho, pasando por delante de lo que es fuente y mezclando sus aguas con las de ella. Menos mal que unas manos curiosas, y mañosas, han puesto unas piedras y han cavado un poco la orilla del arroyo donde está el manantial y, gracias a ello, se ve la salida del agua limpia y hasta se puede beber allí mismo a... estilo pueblo.

San Andrés ya no es lo que fue. Pero a los que ya hemos cumplido muchos años nos gusta recordar las cosas pasadas y seguramente olvidamos lo malo y nos vienen a la mente, con un dejo de nostalgia, solo los buenos recuerdos. Y los que fuimos niños entonces y subíamos a los árboles del aguachinal, o nos metíamos en aquella charca, con cierto miedo, o comíamos moras de aquellos setos, seguimos teniendo recuerdos agradables de aquella época y de lo que vivimos. Y el agua de San Andrés, sin ser milagrosa ni medicinal, llevaba el nombre de un santo importante, que no era poco, y con él, algo así como su bendición…
(Aguachinal, rumiajos...: ver Vocabulario de Micieces.)


Himno a Micieces de Ojeda