miércoles, 25 de diciembre de 2013

Fuentes de Micieces de Ojeda: SAN LORENZO





FUENTE DE  SAN LORENZO

(José Luis Rodríguez I.)
 
La fuente de San Lorenzo está situada en la base del terraplén que sostiene el camino que pasa a la vera de la ermita del santo patrono de Micieces, a la entrada de los antiguos prados, a donde antes se llevaban los ganados vacunos y caballares a pastar, y tan cerca de los huertos y tierras de labor, que era muy propia para quitar la sed de los que en allí trabajaban. La zona se llama precisamente San Lorenzo.

Es un humedal que está a la altura de las tierras bajas del valle, en la base del desnivel en cuya cima está la ermita del santo y a una cota lo suficientemente elevada para que su agua pueda correr muy tranquila hacia el cercano río. El humedal es alargado, en forma casi de pera, con la parte estrecha arriba, que es donde está la fuente, y con manantiales en el suelo de todo lo que es laguna o charca: se ve manar el agua. Y por un reguero o calce, que tiene en el extremo opuesto, desagua en el río próximo.





Parece verosímil que el agua de regar las tierras que están en una cota más alta fuera absorbida, recogida por sus veneros y echada otra vez a la luz del día en el manantial de San Lorenzo. Es posible y lógico. Y de hecho, en la época de riego de las tierras de aquella zona, parece que estos manantiales daban más cantidad de agua. De todos modos, a ellos llega ya filtrada, limpia, clara, pura y cristalina. Y agradable de beber. 

 Yo he conocido la fuente y el humedal en diferentes etapas y con diversos aspectos externos, pero siempre dando un agua muy buena para beber.



En tiempos muy pasados fue simplemente un manantial amplio, cuya parte de arriba estaba más limpia del barro, hierbajos y berros, y preparada un poco para beber directamente de él o rellenar algún recipiente: era la fuente. Su agua corría a una charca o laguna que había a continuación, se juntaba a la de sus manantiales y desembocaba todo en el río a través de un pequeño calce que nacía en su extremo inferior.

Con el tiempo se adecentó un poco más lo que hacía de fuente: se rodeó de piedras aquella pequeña parte del manantial y se le ahondó un poco, solo lo suficiente para poder llenar una vasija y poder beber directamente del agua que salía de la tierra. El resto de la charca o laguna allí quedaba, más o menos criando berros, espadañas, algún que otro peluso y otros tipos de hierbajos propios de los humedales.

En una huebra de vecinos se volvieron a acordar de la fuente de San Lorenzo y la intentaron arreglar. Se cavó la parte de más arriba del manantial, se ahondó intentando buscar más veneros, luego se cubrió en parte con una loseta y, a aquel semipozo, poco profundo, se le hizo una salida para desagüe con una piedra parecida a una pequeña semirrueda de molino. Se podía beber directamente de la fuente o llenar una botella o vasija directamente de su desagüe, que, cuando echaba mucho, salía en forma de caño. El resto de lo que era el manantial, la lagunilla o charca, quedó tal y como estaba: manando por su cuenta, criando hierbas propio de humedales y desaguando todo su agua y el de la fuente en el río cercano por medio del calce dicho





Así ha durado muchos años. Y de vez en cuando alguien segaba los hierbajos de la laguna, o con el tractor y algún apero apropiado intentaba limpiarla, y alguna vez hasta lo conseguía.

Por el tiempo en que se metió el agua en las casas, se pensó traerla desde la fuente de San Lorenzo. Las razones en contra parece que convencieron: no daría suficiente agua para todo el pueblo y, además, estaba situada en una cota muy baja para subir el agua por sí misma al depósito, que se pensaba colocar en altura suficiente para que por la ley de la gravedad, o vasos comunicantes, llegara por sí mismo, sin necesidad de motores, a las casas. Se desechó la idea y se trajo de otro sitio, de Valdelacalle.



No obstante, años más adelante, como el pueblo demandaba más agua de lo que daba la fuente de Valdelacalle, yo creo que no tanto porque diese menos agua, sino por el aumento del consumo, se tuvo la necesidad de meter más agua corriente para el pueblo. Y ahí estaba la fuente de San Lorenzo como solución: todo lo que salía hacia el río por aquel calce, se recogió en una tubería y se canalizó hasta el depósito del pueblo mediante tubería y un motor. Y lo que era laguna o charco de la fuente de San Lorenzo se protegió de animales y personas con una valla. Esto no era más que un apaño provisional.

Pero más adelante en el tiempo, se limpió y profundizó la laguna y todo aquel humedal, con máquinas ya, y se rodeó todo lo que era manantial con obra de albañilería, incluida la fuente, y se cubrió todo, aislándolo de toda posible contaminación externa. Y se preparó convenientemente la recogida y bajada de su agua desde aquí hasta las antiguas praderas de arriba, ahora transformadas en parque, donde se hizo un depósito, con su motor automático y… todo lo demás. De manera que cuando es necesario porque el depósito general del pueblo merma, se añade automáticamente el agua de San Lorenzo. Y esto, por ahora, ha solucionado el problema de agua potable de Micieces. ¡Y ya llevamos varios veranos seguidos en que el pueblo no sufre la carencia de agua corriente en las casas!






Por lo demás, el paseo por el camino de los huertos, San Lorenzo y las praderas sigue siendo agradable, muy agradable… ¡Pero habrá que buscar otro sitio de solaz, con frescor de pradera verde, sombra apetecible, tranquilidad suficiente y agua limpia para poder lavar la lechuga o el pepino del huerto y comerlos sentado o tumbado disfrutando de la paz del campo de tu pueblo!







Relacionado:

- Las fuentes de Micieces.
- Nombre y ubicación de las fuentes.
- Hidrografía de Micieces.
- La fuente del pueblo.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Feliz navidad 2013. MICIECES DE OJEDA.

Fuentes de Micieces de Ojeda: LA FUENTE











LA FUENTE (del pueblo)



(José Luis Rodríguez Ibáñez)



En realidad es para todos los miciecenses la Fuente. Así, con mayúscula y sin otro apellido. Al hablar de la Fuente, todos saben de qué estamos hablando y de cuál de ellas. Está situada en el centro del pueblo, en la intersección de las dos calles principales. No en la plaza, porque ese cruce de calles no forma plaza, aunque con frecuencia llamemos a todo ese espacio “plaza”. Nuestra Fuente no es de tantos caños como las de otros pueblos, ni tiene una pileta para los animales, ni da tal abundancia de agua que… No, pero es nuestra Fuente, tiene dos grifos –no dos caños-, dos piletas pequeñas que recogen el agua que cae cuando se abren sus grifos, y sirven ahora para que algunos se sienten a ver pasar la gente, a comer pipas y… a charlar de sus cosas. Y de ella hemos bebido todos un agua buena y sin cloro hasta que se puso el agua corriente en las casas. 





Una cosa es la fuente y otra el manantial. Y el manantial de esta Fuente está muy oculto: en una tierra de labranza de la ladera este del Cucuruto. En tiempos se recogió y se tapó, de forma que no se aprecia dónde está exactamente. El dueño de la tierra la ara, la siembra y hace todas las labores que tiene que hacer como si no existiera puesto que está totalmente tapado. Y se supone que bien tapado porque nunca se ha llegado a decir que los minerales y abonos que se echan en la tierra hayan pasado al agua.






El agua se recoge en una tubería que la lleva a un depósito. En el camino que va a los quiñones, el de la Isilla, en frente del manantial, había unos maderos para que los carros no rompiesen la tubería que bajaba el agua al depósito. Tengo idea de que antes de llegar a las adoberas del camino de Oteros, entre este camino y el de la Isilla, en una lindera marcada siempre por sotas, algún chopo y vegetación propia de humedales, había otro manantial que también se había recogido en tubería y se le hacía llegar al depósito del pueblo. Y dudo si estos maderos protegían la tubería que bajaba del manantial principal o la de este. El caso es que en este punto del camino siempre había agua, rezumaba del suelo y hasta en alguna ocasión corría algo.



El depósito, situado en la base del Cucuruto, es de hormigón y tiene unos respiraderos o aliviaderos en la pared que da al pueblo. A los niños nos gustaba gritar por esos agujeros y oír el eco interior del depósito. En una arqueta, situada a los pies de esa pared, está la llave de paso de la tubería que lleve el agua hasta la Fuente. Antes esta tubería estaba enterrada en el cauce del arroyo que atravesaba el pueblo; ahora va por dentro del colector. Y de la pared externa de esa arqueta salía un tubo que hacía de grifo por el que solía salir agua directamente del depósito. 


En una ocasión el Ayuntamiento nos puso una multa a todos los niños y adolescentes que ya podíamos andar solos por los alrededores, más o menos alejados, del pueblo: nos acusaron de haber abierto la tapa del depósito del agua y haber echado dentro tierra y piedras. No importa si fuimos nosotros o no (al menos los de mi edad esa vez no participamos en tal hazaña), pero aprendimos la lección. Y cuando abrieron el depósito para limpiarlo, nos enteramos de cómo era y de lo grande que era: nos parecía enorme y muy oscuro. 

Bien merece un recuerdo aquel antiguo arroyo que atravesaba el pueblo desde la base del Cucuruto hasta el río. En invierno, y en las tormentas, recogía el agua de todo el valle, es decir, de todas las breceras del valle y de toda la cuenca que comprende desde el altiplano del camino de Oteros y de los quiñones hasta el pueblo: cuando la tormenta era fuerte, significaba una gran riada por el medio del pueblo. Y recogía así mismo el agua sobrante del depósito, que, menos en verano, casi siempre sobraba, y todo lo que venía por el camino de los quiñones (el de la Isilla). Lo que bajaba por el de Oteros, salvo en las tormentas fuertes que se saltaba todas las defensas, solía canalizarse por el arroyo del Ruyal.

Aquel arroyo que cruzaba el pueblo de sur a norte (más o menos) era curioso y algo así como una seña de identidad del pueblo. Solo tenía un puente de cemento, bastante ancho, que estaba antes de llegar a la escuela de los niños (el actual teleclub), o sea, al terminarse el pueblo. En mis tiempos de niño no era antiguo, más o menos del mismo tiempo en que se hizo el puente sobre el río. Por cualquier otra parte había que atravesarlo de un salto o pisando en piedras puestas a propósito. Cuando caía alguna gran tormenta, no era fácil cruzarlo. En algunas zonas de su trayecto se hacían presas para recoger agua. Los niños de la escuela (de la de niños, que no era mixta entonces) yo creo que teníamos la presa mayor (?) y la utilizábamos para regar el jardín que la escuela tenía en lo que hoy es el “parque de los mayores”. El agua lo teníamos que llevar en latas o herradas.

Y llegó la época en que Micieces quiere dar nueva cara a sus calles y decide tapar aquel arroyo, simpático aunque sucio y poco sano. Cada vecino tiene que cavar, en el mismo cauce, lo que le corresponde. Luego llega la hormigonera y se hace lo que hoy llamamos el colector, que sirve para lo que servía el arroyo antiguo y para desaguar las aguas negras del pueblo. Y va desde la base del Cucuruto hasta el río, a unos metros abajo del puente. Posteriormente se hizo el otro ramal, más pequeño, el del camino de Oteros, desde el final del pueblo hasta empalmar con este principal. Y el niño que quiera jugar a los barquitos y a mojarse… ¡que se vaya al río! Y por el suelo interior de ese túnel del colector se metió la tubería que lleva el agua a la Fuente del pueblo.



El recuerdo más antiguo que yo tengo de la Fuente es de antes de los tractores, coches y grandes máquinas agrícolas. Estaba más separada de la pared, más centrada en la calle que viene de la carretera. Era un monolito en forma de prisma, de hormigón, con terminación piramidal y una cruz de hierro en su cúspide. Tenía un solo grifo. Desaguaba lo sobrante en aquel arroyo que estaba a sus pies. Cuando se hizo el colector (ya empezaban a verse tractores, coches y otro tipo de maquinaria agrícola más grande), se asumió la idea de que había que dar facilidades a las máquinas y, puesto que la calle no era plaza ni tenía anchura suficiente, se corrió la fuente más hacia la pared. Siguió, y sigue, siendo un monolito, más bajo que el anterior, con forma de prisma cuadrangular y final piramidal, de hormigón (o ladrillo lucido en cemento), adornados sus cuatro lados con piedras rodadas y, ahora, con dos grifos (aunque no siempre dan agua los dos). Pero en su cúspide sigue la misma cruz de hierro que tenía la antigua fuente. Y el monolito aquel que daba prestancia a la antigua apareció cualquier día en el Altolaiglesia ejerciendo de banco para que no pocos descansaran respirando el aire puro del alto y admirando el paisaje del pueblo a sus pies. Y el nuevo, el actual, un día apareció bien pintado, con gusto y estilo, por las manos de algún vecino curioso. Tan curioso que cuando la pintura ya se iba perdiendo, allí estaba él para renovarla.

Mas el cambio llegó encadenando unas cosas con otras: despareció el arroyo, se higienizaron las calles, se metió el agua en las casas… Y en contra de algunos agoreros, las casas viejas y de adobe no se derrumbaron, y hasta los más recalcitrantes en eso del agua corriente dentro de las casas comprobaron lo cómodo que era y las grandes ventajas que aportaba a la vida… Y de dentro de muchos surgió una satisfacción que se manifestaba en el exterior con un suspiro de lamento de “por-qué-no-lo-habremos-hecho-antes”. Y el arroyo desapareció. Y la Fuente quedó casi exclusivamente como testimonio de lo que fue. Y el río quedó solo como río. Y…, y…, y…

Nuestra Fuente ha tenido el mérito de cubrir las necesidades de agua potable de todo un pueblo a lo largo de muchos años. Para los animales estaba el río (algunas veces también aquel arroyo del centro del pueblo). Y para otras muchas cosas teníamos también el río. Por ejemplo, para lavar la ropa, que luego tendían en la verde hierba de las praderas de sus orillas o en los setos de las tierras que limitaban las praderas.

En cierta época, ya hacía años que el agua corriente estaba en las casas, apareció un cartel en la Fuente: “AGUA NO POTABLE”. Era lógico: Sanidad lo mandaba poner porque esa agua de la Fuente no estaba tratada para beberla los humanos. Pero, en el fondo, nos parecía gracioso. ¡Los años que llevaría el pueblo bebiendo de esa agua y a nadie se le había ocurrido decirnos que no era potable…!

A la Fuente se iba no solo a por agua, sino a otras muchas cosas… Era el sitio de cháchara, tertulia, comentario, información, corte de trajes (a los demás, claro), chismorreo, noticiario... Normalmente eran las mujeres las que iban a por agua, pero tampoco esto era en exclusiva. Muy frecuentemente iban las niñas, muchachas o mozas, y con no tanta frecuencia los niños, chiguitos y chavales. Y se iba con la botija, el botijo, la cántara, el cántaro o la herrada (de metal, no había cubos de plástico). (En nuestra habla local una cosa es el botijo y otra, la botija; una cosa es el cántaro y otra, la cántara. Ver: vocabulario de Micieces)

Con una sola fuente para todo el pueblo, era lógico que siempre hubiera alguien a por agua a la Fuente. El problema surgía con más gravedad cuando algunos veranos venían muy secos. El grifo apenas daba un chorrito y… había que hacer cola y esperar… y esperar… hasta que pudieses llenar tu botija. No siempre era desagradable la espera… Como, algunas veces, tampoco era desagradable coger la botija, o la botella, o…, e ir a por agua a Fontesoñas o San Andrés…


¡Cuántas botijas y cántaras, y cuántos botijos y cántaros se habrán roto de casa a la fuente, a cualquiera de ellas, y de la fuente a casa! Pero para eso venían los cacharreros… 

¡Y los romances que se habrán vivido o soñado con la excusa de ir a por agua a la fuente! ¡Cuántas veces habrá estado Cupido colocadito en la cúspide de aquel monolito de hormigón de nuestra Fuente, agarrado con un brazo al hierro de la cruz que la culminaba, con su arco cargado y esperando el momento justo para dispararlo! ¡Cuántas señas, miradas y gestos semiocultos o disimulados habrá visto nuestra Fuente! ¡Cuántos y cuántas habrán mirado, si no al reloj, sí al cielo a ver si llegaba ya la hora de… ir a por agua a la Fuente! Pero… ¡ya no va la moza a por agua a la fuente, / ya no va la moza, ya no se divierte…! ¡Y mozo y moza… se tienen que buscar otras escusas…! Y mozo y moza siempre las encuentran…

¡Si la Fuente de Micieces contara las cosas que han pasado a su vera y de las que ha sido excusa intermediaria…!


sábado, 14 de diciembre de 2013

LAS FUENTES DE MICIECES DE OJEDA (II)





NOMBRE Y UBICACIÓN DE LAS FUENTES








Estas son las fuentes del campo de Micieces. En casi todas se podía beber con confianza y en muchas aún se puede. 



NOMBRE  DE  LA  FUENTE
ZONA  DEL  TERRENO  DONDE  ESTÁ
       1.  La Fuente
Centro del pueblo. El manantial en la ladera este del Cucuruto.
       2.  San Lorenzo
San Lorenzo, a los pies de la ermita del santo.
       3. San Andrés
 San Andrés, en el calce que va al río, a la izquierda del ramal que une la carretera del puente con la de Payo.
       4. Fuentesoñas
Cuatro Zalces, al final de las antiguas eras y antes de los linares.
       5. Los Muertos
Camino Berzosa. Desapareció totalmente con el camino de concentración.
       6. Valmayor
Camino de Berzosa, en el arroyo Valmayor, antes del alto Las Viñas
       7. Fuentetilera
Fuentetilera: al principio del arroyo Los Argañales. Tapada por el nuevo camino de concentración, antes de terminar la subida a las Matorrillas, que se unirá más adelante con el de Oteros. El tiempo, la fuerza del agua y la ayuda de alguno ha hecho que renazca de nuevo.
        8. Camino Oteros: Adoberas
Camino de Oteros, en la cuneta izquierda, a media subida, frente a lo que fueron adoberas.
       9. La Isilla
Isilla – Camino de los Quiñones, en el valle de su nombre.
     10.  Los Robles
Arriba de Bautulilla, en  Valle Los Robles, y bajando de Las Chistas.
     11.  Palahierro
En el valle del que toma el nombre, Palahierro
     12.  La Tejera
Tejera – A unos metros por debajo del camino a Báscones. Está en periodo de urbanización y arreglo para que no se pierda y se pueda utilizar.
     13.  Montiel
En el monte Cueto. Puede ser la fuente más alta de Micieces (el Cueto es la cota más alta de los montes de Micieces). Dicen que toma el nombre de un pastor que solía ir por aquellos lugares y era muy aficionado a cantar. Se suele secar en verano. Es fuente sumergida: no se la ve brotar.
     14.  El Cañón (del Valle)
El Valle: donde se juntan camino de Micieces y el de Payo a Báscones. Recogida y arreglada.
     15.  Valdelacalle -   1
Valle de Valdelacalle, camino a Báscones, en la subida del valle. Es la que nos da al pueblo el agua corriente.
     16.  Valdelacalle - 2
En el mismo sitio de la anterior, pero unos metros más arriba. Recogida y arreglada.
     17.  La Salud
En el Indiviso, a unos tres kilómetros del pueblo y no lejos de lo que fue el antiguo poblado. En su estado natural, pero limpio y cuidado.
     18.  Indiviso
El poblado tuvo otra fuente dentro de la huerta de los propietarios. Ha quedado en los límites de Payo. Su dueño ha hecho una calzada y ya no se ve: sale el agua directamente al río. Otra de las fuentes es la que da origen al río de su nombre. Y la tercera es la que se dice el número anterior: la de La Salud (así la llaman modernamente).
     19.  Valle
Isalupe: en la ladera sur, la solana, y de cara al río (junto al colmenar de Remigio). Se pensó llevar su agua para beber el pueblo: no pareció que daba suficiente y, sobre todo, no tenía una cota de altura suficiente. Es agua dura.
     20.  Manantial de Herminio
Isalupe: en la solana, al comenzar la ladera y de cara al río, en la tierra de Herminio.
     21.  La Lama
En la vertiente norte de Isalupe, al principio del arroyo de su nombre, que desemboca en el Río Viejo.
     22.  Prao Las Eras (Praolaseras)
 Dio origen al arroyo Parijuelo, que cruzará la carretera cerca de la raya con Villavega para desembocar en el río. Desapareció.
     23.  Manzanillo
Camino de Olmos-Gorrón. Alguien la recuerda muy bien por el susto que le dio una culebra al ir a beber…
     24.  Gorrón
A la derecha del camino a Olmos. Da nombre a su arroyo y zona. Agua buena para beber y arroyo cangrejero.
     25.  La Carral
En la izquierda el camino a Olmos, antes de llegar a Gorrón, en el mismo arroyo de Gorrón y a unos 100 m. de la anterior.
     26.  Parijuelo
En la zona de La Sardina, pasado Valdecorvo, en el camino a Olmos.
     27.  Carrahonda
Raya de Payo, cerca del camino a Vega.
     28.  Antadera
Valdeparcero
     29.  Pozo Bernardo  –Cuenca-
Se llama oficialmente Cuenca. A la izquierda de la carretera a Villavega, a unos 20 m. de la cuneta. No se ve el manantial: una calzada saca el agua directamente a la cuneta de la carretera.
     30.  Las Azas
Vega de Abajo, casi en la raya de Villavega. Le han hecho una calzada que saca el agua al arroyo del camino del Pradillo. Ya no se ve la fuente directamente.
     31.  El Espino  o El Majuelo
Raya de Villavega, en la zona de Las Arenas. Tenía un espino que la identificaba: fue casi quemado. Izquierda de la carretera a Villavega, a unos 20 m. de la cuneta. Arreglada, con un sendero de entrada y sitio para reposar un rato.
     32.  La Mora
Berzosa. En el valle de La Mora. Da origen al arroyo Cañamares (de Berzosa).


La mayoría de las fuentes son homónimas del valle o lugar donde están: en unos casos la fuente toma el nombre de la zona; en otros es la zona la que toma el nombre de la fuente. (Ver: Toponimia de Micieces)La verdad es que el término municipal de Micieces es muy rico en manantiales, pero no tanto en caudal de agua.



Con las experiencias del pasado, con mis recuerdos infantiles y juveniles y con la mirada con que las he visto ya de mayor, voy a hacer un recorrido por las fuentes de Micieces, aunque sea solo por las que me son más conocidas y notorias. (JLR)





Puedes ver también:

- Las fuentes de Micieces (I).

Himno a Micieces de Ojeda