sábado, 26 de julio de 2014

Tradiciones de Micieces de Ojeda: LA PRESA DEL PLEITO.





                   
                             Iglesia y ermita de San Lorenzo  (Micieces).



Iglesia parroquial (Payo)







 



Ermita de la Virgen de la Vega (Payo)








LA PRESA DEL PLEITO


Entre "los de Micieces" y "los de Payo" siempre hubo rivalidad. Si no, que lo digan los mozos y los niños "de antes".  Se dieron buenas peleas en el bar y buenas batallas a pedradas en la "raya de Payo". Pero eso es otra historia. Ahora nos llevamos bien.

 




En tiempos antiguos hubo un pleito entre Payo y Micieces. En el límite entre los dos pueblos, Micieces hacía una presa en el río para desviar su cauce totalmente y, por un canal de riego (el calce), lo llevaba hacia los antiguos huertos y tierras de riego de la parte alta del pueblo (la vega de arriba). 

Payo presentó recurso legal porque no estaba muy claro si la presa estaba construida en terreno de Payo o de Micieces. Los jueces dieron la razón a Micieces y cada año se construía la dicha presa y con el agua desviada del río se regaban los huertos, linares y tierras, cuando había suficiente para todo.


 Los miciecenses quisieron que este pleito ganado judicialmente no se quedase sólo en los papeles oficiales y que todos por siempre supiesen y recordasen que la presa era de Micieces. En un día determinado, representantes del Ayuntamiento llevaban hasta la presa a los niños que podían y allí les explicaban el por qué de aquel acto. Y terminaban dándoles un cachete, una colleja o un coscorrón para que no lo olvidasen: la letra, y la historia, con sangre entra. Era algo así como el "espaldarazo".




 



Después, en la cantina les invitaban a gaseosa, escabeche y aceitunas. Al menos eso es lo que sucedió cuando, siendo niño, tuve ocasión de experimentarlo. Pero lo del cachete, colleja o coscorrón no era tanto: a mí me pareció más una caricia que otra cosa.







Esta tradición, como tantas otras, se ha perdido.


(JLR)

martes, 22 de julio de 2014

Historias de Micieces de Ojeda: EL CÁNTARO Y LA FUENTE.









                              
                       
EL CÁNTARO Y LA FUENTE.


-Coge la botija y la herrada y trae agua de la fuente –le mandó la madre.
Y la chavala o mocita (todavía iba a la escuela) coge la botija y el cántaro.

- Llévate la herrada, que  vas a romper una de las dos, y luego llenas el cántaro con lo de la herrada…
- Que no, que me cuesta más…

Y a la fuente se va con su botija, su cántaro y su… tralarilarí…, tralaralará… Y hace la preceptiva cola, y llena su botija y su cántaro cuando le toca, y habla con sus amigas, y queda con sus amigas para después, y con la botija llena en una mano y el cántaro lleno en la otra…, tralarilarí…, tralaralará…, se va para casa más contenta que unas castañuelas y bailando las dos vasijas en sus manos al ritmo de sus pasos alegres…

Voces de arreo sonaron por detrás de su tralarilarí… Se arrecata y ve lo que pasa…
-Oh, Dios, el güicero...    
                                                                                                                                                                                   

Le pareció que todo el vaquerío del pueblo iba tras ella. Si hubiese conocido los sanfermines, hubiese pensado que  era aquello mismo… Así que, pies para qué os quiero: ¡a correr…! Y cada vez que volvía la cabeza, veía más cerca a aquellos animales... ¡Pues a correr más! Botija y cántaro en las manos, bien agarrados por si acaso, pero ¡cómo pesan!,  van adquiriendo el vaivén de la carrera. Tanto que casi llegan a rozarse… Y ese dichoso güicero sigue persiguiéndola… ¿No tendrá otro sitio por dónde ir? Pues no me va a coger… Y corre y corre…Y ¡zas!: un golpe sordo y sonoro asusta a los animales… ¿Qué pasó? Sí, eso va a averiguar ahora, qué le importa a ella: lo suyo es correr y correr sin soltar las vasijas… Ya llegó a casa. Pues no pesaban tanto…
- ¡Madre, madre…! –grita en la puerta.
- ¿Pero qué pasa?
- Que me está persiguiendo el güicero entero y vienen todos esos animales corriendo detrás de mí…






- ¿El güicero a esta hora…?
Y se asoma a la puerta.
- Que son los jatos, que los han soltado a beber…
- Pues venían todos a por mí…
- Que no, que lo que querían era jugar, que son como los niños, que salen del encierro de la cuadra con ganas de correr y saltar… No ves que son jatos…
- Sí, jatos…, pues yo bien grandes que los veía…
- ¿Y el cántaro?


Y entonces se da cuenta de que el cántaro ha desaparecido…

-Claro, yo oí un ruido y los jatos se detuvieron asustados…: era el cántaro al chocar con la botija… Es que era más débil que la botija y se debió romper al chocar…
-Menos mal que has traído el asa… Cuando venga el cacharrero se la das, a ver si te da un cántaro nuevo… ¡Ay, qué miedosa eres, hija!
No volvió a por agua a la fuente a la hora de soltar los jatos a beber al río. Y salió luego a jugar con las amigas ¿Qué iba a hacer su madre? Y cuando vino el cacharrero, se compró otro cántaro nuevo.

 Y siempre que cuenta esta historia, nos reímos de su miedo, de sus sanfermines, del tralarí, tralará… y de nuestros recuerdos. ¡Qué verdad aquella de que cántaro que va mucho a la fuente…!


(JLR)
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sábado, 19 de julio de 2014

Historias de Micieces de Ojeda: EN LA TEJERA.







EN LA TEJERA

Pues érase una vez que… Una madre y sus dos hijos, todavía niños, se fueron a escavar patatas a un quiñón de la Tejera. Hacía calor, el arroyo aquel debía de venir seco o casi, no tenían agua y sí sed, sobre todo los niños. La madre les mandó que fueran a por agua a la fuente… 

-¿Y dónde está la fuente?
-Pues allá arriba. Seguid el arroyo, que no os perdéis.
-Es que…
-Pero si a mí me veis todo el rato, durante todo el camino… ¿No veis aquellos árboles? Pues allí está la fuente. Venga, no tengáis miedo que no hay nadie por aquí… Mientras, yo voy haciendo más labor

Y pensaban los dos niños: “Ese es el problema, que no hay nadie por aquí…”. Pero fueron. A veces cantando, por eso del miedo, o, decían, para ahuyentar a las culebras… Y llegaron a la fuente y se dispusieron a llenar la botella de agua. Pero hete aquí que, cuando ya estaban agachados para coger el agua, vieron dos alpargatas colocaditas una junto a la otra, tan bien puestas en lo seco, que pensaron: “Aquí hay alguien escondido…”. Y solo con mirarse, se pusieron de acuerdo, y… pies para qué os quiero: corrieron cuesta abajo en busca de la madre.

-¿Pero qué os ha pasado?, preguntaba asustada…
Y entre palabras y suspiros por las prisas y carrera, le contaron lo que habían visto: las alpargatas, que estaban colocaditas, secas, bien puestas esperando a alguien…, que alguien había por allí…, que, seguro, estaba detrás de las matas escondido…, que…

Y la madre los tranquilizó, se sentaron, tomaron aire y se fueron los tres hasta la fuente… Y allí estaban las alpargatas… igual que cuando las habían visto antes los niños. La madre reía, y hasta se asomó, con ellos pegados a su falda, al camino de Báscones que estaba arriba, allí mismo… Al final los tres reían… Pero aquellos dos niños nunca más volvieron a subir solos a la fuente de la Tejera.

Y la fuente del Valle de la Tejera sigue dando su hilito de agua. Pero ahora está “urbanizada”, preparada para recibir la visita de quienes quieran merendar tranquilamente entre los pinos.


(JLR)











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miércoles, 16 de julio de 2014

Los "santos" de Micieces de Ojeda: SAN LORENZO, mártir







SAN   LORENZO,   MÁRTIR


·       Lorenzo significa “laurel”, el árbol del triunfo. Se dice que nació en Huesca, de una familia cristiana.

·       Emigró a Roma. El Papa Sixto II le ordenó de diácono. Como era el  principal de los siete de Roma, se le llamó Archidiácono. Era el encargado de cuidar los bienes de la Iglesia de Roma.

·       El emperador Valeriano decretó la 8ª persecución contra los cristianos el año 257 dirigida, sobre todo al principio, contra papas, obispos y clérigos.
·       En el año 258 decapitan a Sixto II,  y cuatro días después muere San Lorenzo quemado en una parrilla.

·       El culto de San Lorenzo se extendió muy pronto por toda la Iglesia.

·       Su imagen representa a un joven vestido de diácono: alba blanca y dalmática roja: las ropas propias del diácono, y en rojo por el martirio. Suele llevar en la mano la palma  del martirio y un libro: era el bibliotecario, archivero y encargado de los bienes de la Iglesia. No le puede faltar una parrilla, del modelo que sea, instrumento de su martirio. Hay imágenes que también le representan repartiendo limosnas a los pobres.

·       Cuentan su martirio San Ambrosio, San Agustín y el poeta Prudencio.

·       Su fiesta se celebra el 10 de agosto, día de su martirio.



-I-
Al comenzar aquel siglo,
de nuestra era el tercero,
había cristianos ya
viviendo en todo el Imperio.
Desde el Oriente a la Hispania
lo que enseñó un Carpintero,
al que en las tierras judías
en una cruz muerte dieron,
se vivía en las ciudades
en las aldeas y pueblos.
Y muchos de los cristianos
por ello su vida dieron.

Emperadores romanos,
y fue Nerón el primero,
ordenaron perseguirlos
y acabar con todos ellos.
Y jefes y gobernantes,
lo que mandaban, cumplieron
y mataban a cristianos
por solo el hecho de serlo.
A muchos llegó la muerte
después de horribles tormentos:
la cruz, la espada, las fieras,
el fuego, el aceite hirviendo,
el  potro de la tortura
y un sinfín de otros inventos
usaban contra cristianos
antes de dejarlos muertos.
Pensaban que dando muerte
a los que en Cristo creyeron,
su doctrina acabaría
en todo el Romano Imperio.
Pero la sangre de mártires
fue semilla y, con el tiempo,
en Roma, la capital,
en las aldeas y pueblos
con nueva fuerza y vigor
más y más se fue extendiendo.
También la Hispania romana
tuvo martirios cruentos
y muchos son los hispanos
que cual mártires murieron
y en el santoral cristiano
por Santos hoy los tenemos.
         
-II-
Pasado ya el primer cuarto
del siglo tercero, en Huesca
un matrimonio cristiano
con fe y alegría espera
el nacimiento de un hijo
que dará gloria a la Iglesia.
Orencio se llama el padre
y la su madre es Paciencia.
Ambos los dos fueron Santos
y la Iglesia los celebra
el mismo día del hijo:
el diez de agosto es la fecha.
Llaman al hijo Lorenzo
y el laurel que representa
será corona de triunfo
en esta vida y la eterna.

De su infancia y juventud
la historia nada nos cuenta,
mas cristiana educación
es seguro que le dieran
y los estudios de entonces
aprendería en la escuela.
Buscando nuevo horizonte,
como muchos de su tierra,
de joven se marcha a Roma
y en la capital se queda.
Con las ansias de saber,
aprende lo que se enseña
y, además, estudia a fondo
la doctrina de la Iglesia.
El Papa Sixto segundo
de diácono le ordena.
El “Diácono del Papa”
le decían porque era
el principal de los siete
y, del Papa, mano diestra,
a quien confía seguro
los bienes de aquella Iglesia.

       -III-
Caótica situación
la del Imperio romano:
guerras tenía en el norte
con algunos pueblos bárbaros;
se han rebelado en oriente
varios pueblos de los partos;
morían emperadores
si estorbaban al contrario
y emperador las legiones
proclamaban a su mando.
A emperador llega así
el general Valeriano.
Y en cuanto regresa a Roma,
ordena que a los cristianos
se les quiten las riquezas,
que el Imperio tiene gastos,
y se mate a cuantos de ellos
no quieran ser ya paganos.
Y que empiecen por el clero,
y que sigan por los  laicos.
De aquellas persecuciones
a los primeros cristianos,
la número ocho es ésta
y la ordenó Valeriano.
Doscientos cincuenta y siete
es el año del que hablamos.
Quería el Emperador
acabar con los cristianos
y apropiarse sus riquezas
para gastos del estado.
Tan cruel y sanguinaria
fue que con razón pensaron
que la Iglesia se acababa
en el Imperio Romano.
Mas la sangre de los mártires
es un germen fecundado
que dio fuerza a los creyentes
y convirtió a más paganos.


       -IV-
Sixto segundo es el Papa
que en esa fecha es nombrado,
y para ayudarle en todo
ordena siete diáconos.
El principal es Lorenzo,
le llaman el Archidiácono,
y el atender a los pobres
y  dar al necesitado
están dentro de su oficio
y son deber de su cargo.
El Papa Sixto segundo
la misa está celebrando
con los cristianos de Roma
en cementerio romano
(cementerio o catacumba,
que tanto da para el caso).
Llega el prefecto de Roma
con un grupo de soldados.
Prisionero cae el Papa
y cuatro de sus diáconos,
y se libran como pueden
los que le han acompañado.
Unos dicen que allí mismo;
otros, después de juzgarlo:
es el caso que aquel día
el Papa es decapitado,
y mueren con él también
cuatro de los sus diáconos.
Lorenzo le dice al Papa:
- Siempre yo te he ayudado,
¿y te vas solo, sin mí?,
¿y te vas sin tu diácono?
- Quédate, Lorenzo, hijo,
que tu hora no ha llegado.
Prepara todas las cosas,
que no las roben paganos.
Nos veremos en el cielo
después de este día, cuatro.
Y el prefecto que lo escucha
quiere sacar buen bocado
y así le dice a Lorenzo:
- Me han dicho que los cristianos
usáis objetos de oro
en vuestros ritos sagrados:
copas, cálices, patenas,
copones y candelabros,
que vuestra Iglesia riquezas
tiene y habéis ocultado.
Si quieres salvar tu vida,
Lorenzo, has de entregarlo,
que tiene el Emperador
una guerra y muchos gastos.
Y Lorenzo le responde
dignamente y muy calmado:
- Dadme tan sólo tres días
y podré todo juntarlo.
Y al prefecto ya los ojos
le brillan como a un avaro.

Esos tres días Lorenzo
al asunto ha dedicado:
vendió todo lo que pudo
y a los pobres se lo ha dado.
(Dicen que el Santo Grial,
el cáliz que Cristo ha usado
en la que fue Última Cena,
se lo daría a un paisano
que, oculto, lo llevó a Huesca
y permaneció ocultado
hasta que, historia o leyenda,
se descubrió tiempo andando).
Y cuando nada quedaba
para el prefecto romano,
llamó a pobres y mendigos,
a leprosos y lisiados,
a los huérfanos y viudas
y a todo necesitado.
Y reunidos todos juntos,
todos en el mismo patio,
manda venir al prefecto
para cumplir lo pactado.
Contento llega aquel jefe
y frotándose las manos.
Y así le dice Lorenzo
en cuanto en la casa ha entrado:
- Los tesoros que pediste
te los tengo preparados.
Venid y vedlos vos mismo,
porque os están esperando.
Y abriendo la puerta entera
muestra el patio abarrotado:
los pobres de Roma entera
allí le están esperando.
Al ver la tal multitud
y porque se siente estafado,
monta en cólera el prefecto:
- ¡Lorenzo, me has engañado!
¡Pagarás, pues, con tu vida
esta burla y este engaño!
Mas Lorenzo le responde:
- ¿Y por qué te has enfadado?
Son en la Iglesia de Cristo
los pobres y marginados
la riqueza más valiosa
y el oro más valorado.
- ¡Pues yo te digo que ahora
a muerte estás condenado!
Y se lo llevan bien preso
a cumplir lo sentenciado.
           
-V-
Encendida está la hoguera
y preparados los hierros
que servirán de parrilla
donde asarán a Lorenzo.
Castigado ha sido antes
con otros varios tormentos.
Al condenado atan unos,
otros atizan en fuego.
Miran de cerca paganos,
miran cristianos de lejos.
La hoguera chisporretea,
llamas suben hacia el cielo,
pavesas caen a la tierra
y el calor es ya de infierno.
El prefecto, de testigo,
contempla todo el suceso.
Por la conversión de Roma
reza ferviente Lorenzo
y bendice a los presentes
cuando van a echarle al fuego.
Los verdugos la parrilla
cogen sin gran miramiento
y la ponen en la hoguera
para asarle cual cordero.
Crepita la carne mártir,
la piel se ondula en su cuerpo,
enrojece la parrilla,
se ahoga el mártir por dentro...
Y entre estertores de muerte,
con humor dice al prefecto:
- Asado estoy de este lado,
volvedme del otro presto.
Los verdugos le dan vuelta
para que se queme entero
y reavivan más el fuego
para que muera en silencio.
Dicen que antes de morir
tiene fuerzas y al prefecto
le dice con ironía:
- Ya creo que estoy asado:
¡que empiece el banquete luego!
Bendice a los que le ven
y, después, se hace el silencio.
Hedor a carne quemada
a los paganos da el viento,
mas un agradable aroma
los cristianos percibieron.
El rostro del mártir tiene
resplandores y reflejos
que transfiguran su cara
cual si fuera ángel etéreo:
así lo ven los cristianos,
los paganos no lo vieron.
Y entre chispas de la hoguera
su alma sube a los cielos.
Unas estrellas fugaces
corren por el firmamento:
el pueblo las ha llamado
“lágrimas de San Lorenzo”.
Los restos del santo mártir
los amigos recogieron
y en catacumba romana
sepultura santa dieron.

El diez de agosto es el día
en que sucedió todo esto;
y el año, cincuenta y ocho
de nuestro siglo tercero.
Y por eso el diez de agosto
celebramos SAN LORENZO.

        - VI -           
Una basílica en Roma
muy pronto le construyeron
y en la cristiandad entera
se fue su culto extendiendo.
Es el Patrono de Roma
y hay ciudades y pueblos
en todo el mundo cristiano
que tienen a San Lorenzo
por Patrono celestial,
y le celebran contentos.
San Lorenzo es el Patrono
de muchos grupos y gremios:
de archiveros, curtidores,
bibliotecarios, libreros,
de los administradores
y también de tesoreros,
de los pinches de cocina
y más de los cocineros.
                          
                                          (JLR)







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Himno a Micieces de Ojeda