miércoles, 16 de julio de 2014

Los "santos" de Micieces de Ojeda: SAN LORENZO, mártir







SAN   LORENZO,   MÁRTIR


·       Lorenzo significa “laurel”, el árbol del triunfo. Se dice que nació en Huesca, de una familia cristiana.

·       Emigró a Roma. El Papa Sixto II le ordenó de diácono. Como era el  principal de los siete de Roma, se le llamó Archidiácono. Era el encargado de cuidar los bienes de la Iglesia de Roma.

·       El emperador Valeriano decretó la 8ª persecución contra los cristianos el año 257 dirigida, sobre todo al principio, contra papas, obispos y clérigos.
·       En el año 258 decapitan a Sixto II,  y cuatro días después muere San Lorenzo quemado en una parrilla.

·       El culto de San Lorenzo se extendió muy pronto por toda la Iglesia.

·       Su imagen representa a un joven vestido de diácono: alba blanca y dalmática roja: las ropas propias del diácono, y en rojo por el martirio. Suele llevar en la mano la palma  del martirio y un libro: era el bibliotecario, archivero y encargado de los bienes de la Iglesia. No le puede faltar una parrilla, del modelo que sea, instrumento de su martirio. Hay imágenes que también le representan repartiendo limosnas a los pobres.

·       Cuentan su martirio San Ambrosio, San Agustín y el poeta Prudencio.

·       Su fiesta se celebra el 10 de agosto, día de su martirio.



-I-
Al comenzar aquel siglo,
de nuestra era el tercero,
había cristianos ya
viviendo en todo el Imperio.
Desde el Oriente a la Hispania
lo que enseñó un Carpintero,
al que en las tierras judías
en una cruz muerte dieron,
se vivía en las ciudades
en las aldeas y pueblos.
Y muchos de los cristianos
por ello su vida dieron.

Emperadores romanos,
y fue Nerón el primero,
ordenaron perseguirlos
y acabar con todos ellos.
Y jefes y gobernantes,
lo que mandaban, cumplieron
y mataban a cristianos
por solo el hecho de serlo.
A muchos llegó la muerte
después de horribles tormentos:
la cruz, la espada, las fieras,
el fuego, el aceite hirviendo,
el  potro de la tortura
y un sinfín de otros inventos
usaban contra cristianos
antes de dejarlos muertos.
Pensaban que dando muerte
a los que en Cristo creyeron,
su doctrina acabaría
en todo el Romano Imperio.
Pero la sangre de mártires
fue semilla y, con el tiempo,
en Roma, la capital,
en las aldeas y pueblos
con nueva fuerza y vigor
más y más se fue extendiendo.
También la Hispania romana
tuvo martirios cruentos
y muchos son los hispanos
que cual mártires murieron
y en el santoral cristiano
por Santos hoy los tenemos.
         
-II-
Pasado ya el primer cuarto
del siglo tercero, en Huesca
un matrimonio cristiano
con fe y alegría espera
el nacimiento de un hijo
que dará gloria a la Iglesia.
Orencio se llama el padre
y la su madre es Paciencia.
Ambos los dos fueron Santos
y la Iglesia los celebra
el mismo día del hijo:
el diez de agosto es la fecha.
Llaman al hijo Lorenzo
y el laurel que representa
será corona de triunfo
en esta vida y la eterna.

De su infancia y juventud
la historia nada nos cuenta,
mas cristiana educación
es seguro que le dieran
y los estudios de entonces
aprendería en la escuela.
Buscando nuevo horizonte,
como muchos de su tierra,
de joven se marcha a Roma
y en la capital se queda.
Con las ansias de saber,
aprende lo que se enseña
y, además, estudia a fondo
la doctrina de la Iglesia.
El Papa Sixto segundo
de diácono le ordena.
El “Diácono del Papa”
le decían porque era
el principal de los siete
y, del Papa, mano diestra,
a quien confía seguro
los bienes de aquella Iglesia.

       -III-
Caótica situación
la del Imperio romano:
guerras tenía en el norte
con algunos pueblos bárbaros;
se han rebelado en oriente
varios pueblos de los partos;
morían emperadores
si estorbaban al contrario
y emperador las legiones
proclamaban a su mando.
A emperador llega así
el general Valeriano.
Y en cuanto regresa a Roma,
ordena que a los cristianos
se les quiten las riquezas,
que el Imperio tiene gastos,
y se mate a cuantos de ellos
no quieran ser ya paganos.
Y que empiecen por el clero,
y que sigan por los  laicos.
De aquellas persecuciones
a los primeros cristianos,
la número ocho es ésta
y la ordenó Valeriano.
Doscientos cincuenta y siete
es el año del que hablamos.
Quería el Emperador
acabar con los cristianos
y apropiarse sus riquezas
para gastos del estado.
Tan cruel y sanguinaria
fue que con razón pensaron
que la Iglesia se acababa
en el Imperio Romano.
Mas la sangre de los mártires
es un germen fecundado
que dio fuerza a los creyentes
y convirtió a más paganos.


       -IV-
Sixto segundo es el Papa
que en esa fecha es nombrado,
y para ayudarle en todo
ordena siete diáconos.
El principal es Lorenzo,
le llaman el Archidiácono,
y el atender a los pobres
y  dar al necesitado
están dentro de su oficio
y son deber de su cargo.
El Papa Sixto segundo
la misa está celebrando
con los cristianos de Roma
en cementerio romano
(cementerio o catacumba,
que tanto da para el caso).
Llega el prefecto de Roma
con un grupo de soldados.
Prisionero cae el Papa
y cuatro de sus diáconos,
y se libran como pueden
los que le han acompañado.
Unos dicen que allí mismo;
otros, después de juzgarlo:
es el caso que aquel día
el Papa es decapitado,
y mueren con él también
cuatro de los sus diáconos.
Lorenzo le dice al Papa:
- Siempre yo te he ayudado,
¿y te vas solo, sin mí?,
¿y te vas sin tu diácono?
- Quédate, Lorenzo, hijo,
que tu hora no ha llegado.
Prepara todas las cosas,
que no las roben paganos.
Nos veremos en el cielo
después de este día, cuatro.
Y el prefecto que lo escucha
quiere sacar buen bocado
y así le dice a Lorenzo:
- Me han dicho que los cristianos
usáis objetos de oro
en vuestros ritos sagrados:
copas, cálices, patenas,
copones y candelabros,
que vuestra Iglesia riquezas
tiene y habéis ocultado.
Si quieres salvar tu vida,
Lorenzo, has de entregarlo,
que tiene el Emperador
una guerra y muchos gastos.
Y Lorenzo le responde
dignamente y muy calmado:
- Dadme tan sólo tres días
y podré todo juntarlo.
Y al prefecto ya los ojos
le brillan como a un avaro.

Esos tres días Lorenzo
al asunto ha dedicado:
vendió todo lo que pudo
y a los pobres se lo ha dado.
(Dicen que el Santo Grial,
el cáliz que Cristo ha usado
en la que fue Última Cena,
se lo daría a un paisano
que, oculto, lo llevó a Huesca
y permaneció ocultado
hasta que, historia o leyenda,
se descubrió tiempo andando).
Y cuando nada quedaba
para el prefecto romano,
llamó a pobres y mendigos,
a leprosos y lisiados,
a los huérfanos y viudas
y a todo necesitado.
Y reunidos todos juntos,
todos en el mismo patio,
manda venir al prefecto
para cumplir lo pactado.
Contento llega aquel jefe
y frotándose las manos.
Y así le dice Lorenzo
en cuanto en la casa ha entrado:
- Los tesoros que pediste
te los tengo preparados.
Venid y vedlos vos mismo,
porque os están esperando.
Y abriendo la puerta entera
muestra el patio abarrotado:
los pobres de Roma entera
allí le están esperando.
Al ver la tal multitud
y porque se siente estafado,
monta en cólera el prefecto:
- ¡Lorenzo, me has engañado!
¡Pagarás, pues, con tu vida
esta burla y este engaño!
Mas Lorenzo le responde:
- ¿Y por qué te has enfadado?
Son en la Iglesia de Cristo
los pobres y marginados
la riqueza más valiosa
y el oro más valorado.
- ¡Pues yo te digo que ahora
a muerte estás condenado!
Y se lo llevan bien preso
a cumplir lo sentenciado.
           
-V-
Encendida está la hoguera
y preparados los hierros
que servirán de parrilla
donde asarán a Lorenzo.
Castigado ha sido antes
con otros varios tormentos.
Al condenado atan unos,
otros atizan en fuego.
Miran de cerca paganos,
miran cristianos de lejos.
La hoguera chisporretea,
llamas suben hacia el cielo,
pavesas caen a la tierra
y el calor es ya de infierno.
El prefecto, de testigo,
contempla todo el suceso.
Por la conversión de Roma
reza ferviente Lorenzo
y bendice a los presentes
cuando van a echarle al fuego.
Los verdugos la parrilla
cogen sin gran miramiento
y la ponen en la hoguera
para asarle cual cordero.
Crepita la carne mártir,
la piel se ondula en su cuerpo,
enrojece la parrilla,
se ahoga el mártir por dentro...
Y entre estertores de muerte,
con humor dice al prefecto:
- Asado estoy de este lado,
volvedme del otro presto.
Los verdugos le dan vuelta
para que se queme entero
y reavivan más el fuego
para que muera en silencio.
Dicen que antes de morir
tiene fuerzas y al prefecto
le dice con ironía:
- Ya creo que estoy asado:
¡que empiece el banquete luego!
Bendice a los que le ven
y, después, se hace el silencio.
Hedor a carne quemada
a los paganos da el viento,
mas un agradable aroma
los cristianos percibieron.
El rostro del mártir tiene
resplandores y reflejos
que transfiguran su cara
cual si fuera ángel etéreo:
así lo ven los cristianos,
los paganos no lo vieron.
Y entre chispas de la hoguera
su alma sube a los cielos.
Unas estrellas fugaces
corren por el firmamento:
el pueblo las ha llamado
“lágrimas de San Lorenzo”.
Los restos del santo mártir
los amigos recogieron
y en catacumba romana
sepultura santa dieron.

El diez de agosto es el día
en que sucedió todo esto;
y el año, cincuenta y ocho
de nuestro siglo tercero.
Y por eso el diez de agosto
celebramos SAN LORENZO.

        - VI -           
Una basílica en Roma
muy pronto le construyeron
y en la cristiandad entera
se fue su culto extendiendo.
Es el Patrono de Roma
y hay ciudades y pueblos
en todo el mundo cristiano
que tienen a San Lorenzo
por Patrono celestial,
y le celebran contentos.
San Lorenzo es el Patrono
de muchos grupos y gremios:
de archiveros, curtidores,
bibliotecarios, libreros,
de los administradores
y también de tesoreros,
de los pinches de cocina
y más de los cocineros.
                          
                                          (JLR)







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