sábado, 19 de julio de 2014

Historias de Micieces de Ojeda: EN LA TEJERA.







EN LA TEJERA

Pues érase una vez que… Una madre y sus dos hijos, todavía niños, se fueron a escavar patatas a un quiñón de la Tejera. Hacía calor, el arroyo aquel debía de venir seco o casi, no tenían agua y sí sed, sobre todo los niños. La madre les mandó que fueran a por agua a la fuente… 

-¿Y dónde está la fuente?
-Pues allá arriba. Seguid el arroyo, que no os perdéis.
-Es que…
-Pero si a mí me veis todo el rato, durante todo el camino… ¿No veis aquellos árboles? Pues allí está la fuente. Venga, no tengáis miedo que no hay nadie por aquí… Mientras, yo voy haciendo más labor

Y pensaban los dos niños: “Ese es el problema, que no hay nadie por aquí…”. Pero fueron. A veces cantando, por eso del miedo, o, decían, para ahuyentar a las culebras… Y llegaron a la fuente y se dispusieron a llenar la botella de agua. Pero hete aquí que, cuando ya estaban agachados para coger el agua, vieron dos alpargatas colocaditas una junto a la otra, tan bien puestas en lo seco, que pensaron: “Aquí hay alguien escondido…”. Y solo con mirarse, se pusieron de acuerdo, y… pies para qué os quiero: corrieron cuesta abajo en busca de la madre.

-¿Pero qué os ha pasado?, preguntaba asustada…
Y entre palabras y suspiros por las prisas y carrera, le contaron lo que habían visto: las alpargatas, que estaban colocaditas, secas, bien puestas esperando a alguien…, que alguien había por allí…, que, seguro, estaba detrás de las matas escondido…, que…

Y la madre los tranquilizó, se sentaron, tomaron aire y se fueron los tres hasta la fuente… Y allí estaban las alpargatas… igual que cuando las habían visto antes los niños. La madre reía, y hasta se asomó, con ellos pegados a su falda, al camino de Báscones que estaba arriba, allí mismo… Al final los tres reían… Pero aquellos dos niños nunca más volvieron a subir solos a la fuente de la Tejera.

Y la fuente del Valle de la Tejera sigue dando su hilito de agua. Pero ahora está “urbanizada”, preparada para recibir la visita de quienes quieran merendar tranquilamente entre los pinos.


(JLR)











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