viernes, 24 de noviembre de 2017

Micieces de Ojeda. MICIECES, PUEBLO PATATERO (III). Un poco de historia, "sui generis", de la patata.





UN POCO DE HISTORIA DE LA PATATA.

1      La patata proviene de América del Sur, de la zona fronteriza de Perú y Bolivia. Los indígenas americanos ya la cultivaban hace más de 7.000 años.

    

















   Fue importada a Europa por los españoles en el siglo XVI, más que nada como curiosidad botánica y planta de adorno. Entre 1545 y 1560 son varios los escritores que, al escribir sobre el descubrimiento y la conquista de América, describen ya la patata como planta curiosa y llamativa con la que se alimentan los indios y sus animales.


3            Pero tardó años en popularizarse como alimento para las personas. Durante muchos años no tiene éxito alguno en Europa: los médicos decía que las patatas eran tóxicas, insulsas, flatulentas, indigestas, debilitantes y malsanas, sólo adecuadas para el  engorde de los cerdos. Y, tras realizar unas pruebas, algo sui generis, sobre su toxicidad, en 1565 se incluyeron en la dieta alimentaria de un hospital de incurables (─¡De todos modos se van a morir…! ─fue el comentario justificativo). Por estas mismas fechas el  hospital de las Cinco Llagas, de Sevilla, pasaba por una desafortunada situación económica y, aprovechando la circunstancia de que había en el  mercado abundancia de patatas muy baratas, pues eran despreciadas como alimento de personas y se consideraban alimento exclusivo de animales, las compró en cantidad y las incluyó en el menú de sus enfermos. Además, tuvo la ocurrencia de sembrarlas en el huerto del hospital con la idea de emplearlas en la alimentación de sus enfermos.



      Poco tiempo después, media Sevilla tenía macetas de patatas adornando sus portales y fachadas. Claro está que de ahí a comerlas, había un abismo. Sin embargo, poco a poco, demasiado poco a poco, su cultivo experimental se propagó por toda la península. Un documento fechado en 1604 cuenta que el Arzobispado de Santiago, en 1576  hizo plantar patatas en las tierras del arzobispado, aunque fueron despreciadas por bastas. Parece que no volvieron a plantar patatas hasta el siglo XVIII, al menos no en el plan de cultivo que pudiese calmar las hambrunas que con frecuencia azotaban a los campesinos.

5              No es que lo anterior pudiera medirse como éxito, pero fue el principio. Hacia 1560 los ejércitos españoles llevaron la patata a Italia como alimento de sus animales. El hambre y la necesidad hicieron el resto: que las personas también empezasen a comerlas. Y se empezó a extender su cultivo por  Europa.

6                Por aquellas mismas fechas del 1565, los piratas asaltan naves españolas y, en uno de estos asaltos, el botín que se llevaron fue un barco cargado de… ¡patatas! Intentaron cultivarlas y aclimatarlas en Irlanda. Un curioso error sucedió en 1584: la patata iba aclimatándose en Irlanda y le regalaron a la reina Isabel I unas patatas, pero la parte externa de la planta. El cocinero lo preparó como ensalada, como si fueran lechugas: no parece que tuvieran demasiado éxito, ni siquiera después de intentar corregir el error…



7              Felipe II hizo un regalo al papa Pío IV: ¡unas patatas!  Fueron consideradas como bonitas plantas de jardín… Y como tales las sembraron y adornaron los jardines romanos durante algún tiempo. Consta que en 1673 hubo una notable cosecha de patatas en España. Desde luego aquel hospital de Sevilla estaba de por medio. Pero su cultivo tampoco se popularizó en España hasta el siglo XVIII.

8      Uno de los primeros que se dieron cuenta de su potencial alimenticio fue el farmacéutico militar francés Parmentier, quien regaló a la Reina María Antonieta unas flores de patata, que la soberana, complacida, colocó en su pecho. Al verlo, Parmentier exclamó: “─¡Acabo de terminar con el hambre en Francia!”. Pero fue el rey Luis XVI quien tuvo que convencer a su propio pueblo de su consumo. Para ello puso en marcha un ingenioso ardid psicológico que le dio excelentes resultados. Hizo sembrar de patatas un campo grande, poniendo por el día una numerosa guardia en él y prohibiendo acercarse a cualquier paisano. Pero por la noche retiraba la guardia y los campesinos, inmediatamente, iban a coger lo que evidentemente debía de ser un producto de gran valor.  Esta anécdota se cuenta también de otros personajes: de algún otro rey, de algún obispo, de algún abad…: es bonita y sirve para cualquiera. Estos franceses, siempre tan chauvinistas… Esto ya sucedía en la segunda mitad del siglo XVIII (hacia el año 1785).
        
          (JLR)




         Puedes ver también:

                - LINARES Y PATATALES.
               - LA PATATA EN MICIECES.

                       Y más sobre Micieces en:

lunes, 20 de noviembre de 2017

Micieces de Ojeda. LOS PELUSOS Y LA HOGUERA. Tradiciones de Micieces.








DE DÓNDE VINO  LA  VIRGEN DE LA CALLE DE MICIECES

      Hay en Micieces una tradición oral que explica el origen de la Virgen de la Calle. Según esa tradición proviene del poblado o caserío de San Andrés. No se sabe si antes, en los días de su fiesta, como la de San Lorenzo, traían su imagen a Micieces. El caso es que, según cuenta la tradición, cuando desapareció el poblado de San Andrés, los miciecenses se encargaron de recoger la imagen y traerla a la ermita del centro de su pueblo.
 
Y la trajeron en procesión, al atardecer, que en el mes de noviembre ya era anochecida y, normalmente, noche fría.  Por lo tanto los fieles llevaban velas, antorchas y faroles como luminarias. En cuanto a las flores, en aquel entonces en Micieces y en noviembre, no es que hubiera muchas, quizá alguna en algún patio interior. Pero se recogieron las que sí que había en los humedales: los pelusos. Y en vez de echar al paso de la Virgen pétalos de flores, que no había, alfombraron la calle con plantas olorosas, con hojas de la enea y la espadaña y con los vilanos, o pelusilla, de los pelusos desmenuzados.
 
También pudo ocurrir que, allá por el siglo XVI, los miciecenses quisieran tener en su ermita una imagen de la Virgen, que quizá no tenían, o cambiar la que les parecía ya “vieja” y no era de su gusto. Y encargaron otra “nueva”, al estilo y con la belleza propia de la época: cuando el artista se la entregó, la hicieron un recibimiento semejante a lo que se dice más arriba. También pudo ocurrir que sucedieran ambas cosas, cada una a su tiempo. 
 
Y parece lógico que después de lo religioso la gente hiciese algo de fiesta nocturna alrededor de una hoguera. Las hogueras festivas nocturnas eran frecuentes en los pueblos, incluso se emplearon en ocasiones como medio de comunicación entre pueblos vecinos. Históricamente no es esta la única ocasión, como puede leerse en los libros y romances de antaño.

      Lo cierto es que de aquella procesión que se hizo para recibir en la ermita del pueblo a la imagen de la Virgen, (la “vieja” o la “nueva”,o quizá en las dos ocasiones) arranca la tradición de la hoguera y de los pelusos.



La hoguera y los pelusos se celebra la noche del 20 de noviembre y la

fiesta de la Virgen de la Calle, el día 21.

 
De entonces a hoy han pasado años y siglos y, básicamente, se mantienen las tradiciones. La hoguera alegra la fiesta después de los rezos y sirve para hacer el chocolate. Lo de los pelusos se ha transformado en una especie de batalla floral entre todos los asistentes, con un límite de tiempo, que se suele respetar, para poder disfrutar luego tranquilamente de la hoguera y del chocolate. Recuerdo que, no sé por cuándo, hubo algún intento de suprimir la hoguera y, sobre todo, los pelusos. Pero ahí siguen las tradiciones con fuerza. Merece la pena conservarlas.
 
      ¿Será esta imagen nuestra la del panadero de la leyenda?  Desde luego que no: la leyenda dice que la descubrió un panadero en un madero que no quería arder: tuvo que ser poco después del comienzo de las repoblaciones de la zona, cuando Castilla comenzaba su andadura como tal Castilla. Esto significa que los cristianos de la zona la habría ocultado cuando empezó la invasión árabe, el 711, ó unos años después (siglo VIII): la imagen tendría que ser necesariamente de otro estilo. Y nuestra imagen procede del siglo XVI. ¿Quizás pudo ser la que dicen que había en el poblado de San Andrés? Pudo ser, pero no tenemos constancia de ello.


(Algún miciecense recuerda que una imagen antigua (románica o gótica) desapareció del pueblo hace muchos años y cuenta que vio una muy parecida (¿la misma?) en el museo de arte románico de Barcelona. Se pueden sospechar muchas cosas al respecto, pero no se pueden probar, a no ser que alguien descubra nuevos documentos…)
(JLR)

Puedes ver también:


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viernes, 17 de noviembre de 2017

Micieces de Ojeda. HACIENDO MEMORIA.


La Teya y la Dora.

Este artículo fue publicado en "El Norte de Castilla" el día 18 de noviembre de 2010. Es interesante releerlo ahora, en vísperas de la fiesta de la Virgen de la Calle. Y conste que mi tía Teya recuerda muchas más cosas de las que cuenta aquí.
o o o O o o o




El Norte de Castilla. Noticias Castilla y León. Noticias Palencia
18.11.10 - 00:56 - 
LEONOR RAMOS | PALENCIA.I
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Micieces de Ojeda.
Teya Ibáñez, de 82 años, les invita a acudir este fin de semana a la fiesta en honor a la Virgen de la Calle en Micieces.

«En mi casa, siempre teníamos un plato para cada uno de los doce hermanos»
Muy orgullosa está Emeteria Ibáñez, Teya, como todo el mundo la conoce en su pueblo de Micieces de Ojeda, localidad que tiene que estar muy orgullosa de tenerla como vecina porque vende como nadie las fiestas y las tradiciones del municipio en el que ha pasado toda su vida. Tiene 82 años pero aparenta muchos menos y sigue conservando la misma cara de trasto que tenía de niña, cuando no hacía más que molestar a sus amigas y a sus hermanos y lograba hacer reír continuamente a la gente. «Siempre estaba picando a mis amigas, y más de una vez hasta les pegaba, porque quería y me venía en gana», dice riéndose. Hasta cuando su padre rezaba el rosario todas las noches con sus hijos, ahí estaba Teya para hacer reír a sus hermanos, y era imposible continuar con el rezo.



Procede de una gran familia -eran 12 hermanos-, y Teya era la más trasto de ellos, quienes, por cierto, cada uno comía en su plato. Les puede parece algo normal hoy en día pero ya en otros pueblos me han comentado que antes en las casas se ponía el puchero de patatas, o de lo que fuese, encima de la mesa, y de ahí comían todos. «Nosotros siempre teníamos nuestro plato, y cuando mi madre hacía por ejemplo torreznos en la sartén siempre nos decía: éste no lo cojáis que es para el mayor, porque es el más grande, y así los repartía por tamaño a todos los hijos», apunta.
Como muchas mujeres de Micieces, Teya ha hilado mucho en su juventud, y todavía lo hace. «Hilábamos calcetines, jerséis y patucos, de esos para ir a la cama, y no sabes cómo picaba esa lana. Hasta que te acostumbrabas al picor pasaban unos días», comenta. Cosían las sábanas y remendaban los calzoncillos de los hombres, y también los calcetines, donde metían una bombilla para poder repasarlos bien. En su juventud, como al resto de mujeres, le tocó ir a atropar patatas al campo. «Y si terminaba lo mío, pues a otra tierra a ayudar a otra familia que era más rica y que necesitaba a gente, y te pagaban unas seis pesetas», cuenta. La vez que más dinero ganó recogiendo patatas fue en un pueblo cercano que ya no existe (el Indiviso), y donde le pagaron doce pesetas, «y a secas», que significaba que tenía que llevarse la comida de su casa para toda la jornada.



Tiene muy buenos recuerdos de su juventud, sobre todo cuando iban a las fiestas de Payo y de San Pedro de Ojeda, donde en este pueblo «los mozos de Micieces compraban una jaula de cerezas a un señor que tenía una tienda y luego las repartían entre los jóvenes», afirma. Todos los sábados y fiestas del mes de mayo, era tradición que los mozos cortasen ramas de los chopos y se los pusiesen a las chicas en los tejados de sus casas. «Nosotras la noche antes no dormíamos pensando en si nos habían puesto una rama, y quién tendría el ramo más bonito», rememora.




Pobres y pelusos.
Esta tradición ya se ha perdido, al igual que los cánticos que hacían los jóvenes antaño a los recién casados. «Nos juntábamos en la puerta, les cantábamos y ellos desde dentro hasta nos contestaban, y luego a pasar la bandeja», recuerda. El día 5 de septiembre es la fiesta de San Lorenzo y antaño era tradición que los pobres que había por el pueblo comiesen en las casas. «Se les daba un número y se les adjudicaba una casa donde comían, esto es diferente a otros pueblos donde repartían el rancho para todo el pueblo y para los pobres», explica. Si había más pobres que casas, con las familias pudientes iban a comer más. Teya toda la vida  ha tenido a alguno comiendo en su casa.



Pero hay otras tradiciones que todavía se conservan en Micieces, como las de la fiesta en honor a la Virgen de la Calle, que se celebra este fin de semana. La noche del sábado hacen una hoguera y todos los vecinos se tiran los llamados 'pelusos'-juncos desmenuzados-. «Nos llenamos de pelusos y es una gran diversión para nosotros y para los que vienen», asegura. Teya ya tiene en su casa cuatro juncos que usará el día de la fiesta. «No sé qué significado tiene esta tradición, pero no sabes lo bonito que es», dice.
El que vaya “la noche de la hoguera”  a Micieces, que sepa que llegará a casa lleno de 'pelusos'. 

("El Norte de Castilla", 18-11-2010)


martes, 14 de noviembre de 2017

Micieces de Ojeda. MICIECES, PUEBLO PATATERO. La patata en Micieces (II).


LA PATATA EN MICIECES

Hoy día el cultivo de la patata ha disminuido enormemente, hasta el punto de poderse decir que continúa cultivándose de forma casi testimonial y para consumo interno, aunque todavía se venda algo. ¿Y por qué no se sigue cultivando? Las razones son muy simples: la patata da mucho trabajo y produce muchos gastos; el número de agricultores ha disminuido y cada día se van haciendo mayores en edad; los precios de venta nunca han sido seguros, a no ser a la baja; los gastos siguen subiendo, y no el precio de la patata al agricultor; no está protegida contra importaciones europeas o de otros lugares; en esta zona no se han hecho fábricas que la aprovechen o la empleen como materia prima… Y, como consecuencia, es más fácil y seguro sembrar las tierras, aunque sean linares, de cereales, que dan menos trabajo, menos preocupaciones y tienen los precios más asegurados.




Así que la patata de Micieces poco a poco irá diciendo adiós y pronto quedará como testimonio de lo que fue, y se sembrará exclusivamente, o casi, para el consumo familiar y poco más. Otro ciclo histórico de la agricultura miciecense que pasó, como anteriormente pasó el del lino y el de algún otro producto agrícola.



¿Y desde cuándo cultivó Micieces la patata de forma extensiva? Desde tiempo antiguo (bueno, no tan antiguo: por la segunda mitad del siglo XIX) se han sembrado patatas en la zona, pero solo para el consumo  familiar, o poco más. Llegaría a Micieces cuando su cultivo se extendió por la zona geográfica del norte, poco después de haberse introducido en las tierras gallegas y vascas. Y es después de la guerra (del 1936-39), a partir de la década de los cuarenta (1940), cuando se intensifica su cultivo: va desapareciendo el lino y se busca otro cultivo que lo supla. Y este es la patata. Pero los abuelos de nuestros abuelos ya sembraron patatas, aunque solo fuera para su propio consumo. Estos son datos que salen en la Micipedia. Documentos escritos importantes que hablan de Micieces y de su zona no nombran para nada la patata como elemento significativo de su riqueza agrícola. Ver, por ejemplo, estos tres:

Cuando habla de Micieces, nada dice de la patata, aunque nombre prácticamente todos los productos que, parece, se cultivaban en este pueblo en aquella época.

*      Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850)- Madoz, Pascual, 1806-1870 , señala entre los cultivos de Micieces:
 PRODUCTOS.: trigo, cebada, centeno, morcajo, lino y toda clase de legumbres, se cría caza de liebres, perdices y codornices, y pesca de cangrejos.
 INDUSTRIA.: la agrícola y ganadería.
 El TERRENO disfruta de monte y llano, regándose parte de este con las aguas del citado arroyo; al O. hay un monte poblado de roble del cual se surten de leña.

Al hablar de la Ojeda y de las otras regiones limítrofes a Micieces, habla de su regadío, pero nada dice de las patatas: ¡ni las nombra!

*      Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa-Calpe, ed. 1958: dice de los cultivos de Micieces: “cereales y legumbres”. Y de la Ojeda habla de regadío, pero ni nombra a la patata.

Además, en la geografía miciecense no existen topónimos que hagan referencia al cultivo de la patata o se relacionen de algún modo con esta planta.

(JLR)






















Otras entradas:

LINARES Y PATATALES.
- LAS CAMPANAS DE MICIECES.
- CAMPANILLAS Y CAMPANILLOS.
- EL TOQUE DE DIFUNTOS.
- EL CAMPANARIO DE MICIECES.

Y más sobre Micieces en:




jueves, 9 de noviembre de 2017

Micieces de Ojeda. MICIECES, PUEBLO PATATERO. Linares y patatales (I).





LINARES Y PATATALES

Los miciecenses de las generaciones de posguerra hemos tenido, como honor y como trabajo, el que Micieces fuera un pueblo patatero, es decir, en el que la patata se cultivara a gran escala. Y, además, siempre de la mejor calidad.

Patatas de la Ojeda, 
 buenas hasta la holleja;
y las de Micieces, 
 buenas tres veces.















Pero en tiempos pasados de su historia, Micieces no había sido pueblo patatero más que lo estrictamente necesario para su propio consumo. Y a partir de la década de los ochenta (1980) el cultivo de la patata en el pueblo, y en toda la comarca, fue disminuyendo paulatina y progresivamente, aunque de forma muy notoria. 

Se sabe que desde tiempo de los romanos se han cultivado en esta zona geográfica los cereales y el lino. El lino se apropió de las mejores tierras ─mejores no tanto por la calidad, sino por la facilidad de riego: el lino necesita bastante agua─, las de regadío, las de las vegas de Arriba y de Abajo, y les dio su nombre, linares, cuyo topónimo todavía llevan. El lino se sembraba para sacar de él su fibra textil y su linaza. Estas sus tierras, siempre estuvieron protegidas por la ley o por la costumbre que, al fin y al cabo, ejercía de ley: eran las que tenían derecho al agua de riego: ¡eran linares! El resto de las tierras de cultivo no eran más que tierras, y el agua de riego les llegaba si a aquellos les sobraba.
Linar.


Linaza


 En el siglo XVIII, los ilustrados favorecieron mucho el cultivo de las plantas textiles. Pero en el XIX estas ideas fueron perdiendo fuerza, a la vez que el cultivo del lino perdía su importancia: las crisis internas de la nación, las guerras y la política partidista consiguieron que los telares y fábricas textiles de Castilla, también los de Palencia, fueran desmantelados y trasladados a otras regiones e, incluso, a naciones extranjeras. Así que el lino fue desapareciendo de esta zona paulatina pero inexorablemente. Más tarde, el invento del nylon y de las fibras artificiales en las décadas de 1930 y posteriores, le dio la puntilla.  




Dato curioso y contrastado: producción de lino en España:
                           año  1960:       5.720  hectáreas       3.550  toneladas
                                   1970:             89  ha.                        85  t.
                                   1980:              4  ha.                        1  t.
1990:               0  ha.                         0  t.
1993:          185  ha.                      92  t.



Lino.




            A partir de la última década del siglo pasado, se intentó recuperar el cultivo del lino en toda España, también en nuestra zona. Y al amparo de ayudas estatales y europeas, se plantaron de lino algunas tierras, incluso algunas que nunca habían sido linares (su riego, gracias a los nuevos calces y a los tractores, ya no era problema). Pero los intereses opuestos, las corrupciones y otras causas, más políticas que de otro tipo, impidieron que pudiese prosperar de nuevo. ¡Al lino ya se le había pasado la hora!
Los más antiguos del lugar, es decir, la Micipedia viva todavía (sea por muchos años), recuerda el cultivo del lino en Micieces y cómo poco a poco fue desapareciendo. Quien escribe esto, que son sus propios recuerdos, llegó a ver lino cultivado en los linares, pero solo mantiene en su memoria detalles vívidos de dos fincas de algún año indefinido y difícil de precisar. Poco a poco la patata fue supliéndolo y adueñándose de las mejores tierras, las de regadío, es decir, las que habían sido linares, que estaban situadas en ambas vegas, la de Arriba y la de Abajo, y que eran más fáciles de regar






















Puedes ver también:

- EL TOQUE DE DIFUNTOS.
- LAS CAMPANAS DE MICIECES.
- CAMPANILLOS Y CAMPANILLAS.
-EL CAMPANARIO DE MICIECES.
- EL GALLO DEL SACRISTÁN.
- LA PERTINAZ.


Y más en: 


(Ver: CONTENIDOS)


Himno a Micieces de Ojeda