jueves, 26 de septiembre de 2019

MICIECES DE OJEDA. El tronco de ciruelo y san Pedro (parte I: EL ACCIDENTE).






Los "pliegos de cordel", esas hojas que vendían antes por los pueblos, tenían temas variados. Los que más llamaban la atención eran los romances que hablaban de amores, venganzas, crímenes, hazañas de bandidos, epopeyas de caballería..., pero también los que trataban de sucesos cotidianos que tenían que ver con el campo, los santos, las costumbres...
Una de esas historias es esta de un tronco de ciruelo y san Pedro. La contaremos en cuatro partes, que equivalen a dos pliegos de cordel.


EL TRONCO DE CIRUELO Y SAN PEDRO
(Parte I)

EL ACCIDENTE

In illo tempore antiguo       
sucedió en antiguo pueblo,
castellano de raigambre,
labrador y ganadero,
asentado en la meseta
entre sus valles y oteros,
una cosa muy curiosa
que, sin llegar a suceso,
ha pasado a ser historia
que cantaron los juglares
en sus versos romanceros.

Pues hete aquí que en la iglesia
de aquel castellano pueblo
había un santo muy viejo,
carcomido, desconchado,
estropeado y maltrecho.
Podría ser cualquier santo
de los que pueblan el cielo,
mas la gente aseguraba
que su santo era san Pedro.
Incluso llaves postizas
en sus manos le pusieron.
Y aunque fuera él pescador
y fueran de secano ellos,
celebraban muy devotos
la fiesta de su san Pedro
y sacaban a su santo
en procesión por el pueblo.

Mas aquel año no pudo
salir el santo a paseo.
Cuando al pobre santo estaban
en las andas ya poniendo,
alguien falló en su trabajo
y se les fue el santo al suelo.
Una nube polvorienta
entre toses va subiendo
con los gritos de la gente
a la bóveda del templo…
Cuando la nube se esfuma,
miran todos boquiabiertos
lo que en el suelo ha quedado
de la imagen del san Pedro:
madera en astillas finas,
algunos trozos externos,
y un puñado de serrín
tal como el polvo de denso.
¡La carcoma hizo el trabajo
de comerse lo de dentro!
Y el santo se fue volando
pasando cúpula y techo,
subido en nube de polvo,
volatizado y contento.
Y los presentes juraron
que era verdad que lo vieron.
¡Pero se dejó las llaves!
Dicen que como recuerdo…
O quizá fue porque aquellas
fue donativo del pueblo,
o simplemente porque eran
muy pesadas y de hierro…
¡O quizá porque cambiaron
la cerradura del cielo…!
¡Vete tú a saber ahora
por qué las dejó san Pedro

                                   (Continuará)
(JLR)





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