miércoles, 21 de octubre de 2020

Micieces de Ojeda. LOS OLMOS.




          El olmo común o negrillo es propio de climas templados.
        Su madera es dura, resistente a la humedad y al roce. Se usó en la construcción de viviendas, en la fabricación de útiles de labranza (arados, yugos...), en los molinos...
        Las hojas servían como alimento para el ganado, especialmente para los cerdos, mezclada con harina o salvado.
        En todos los pueblos de Castilla, y casi de toda España, había olmos en los linderos de las tierras, en la orilla de los arroyos, en las plazas...
    La "grafiosis", una enfermedad producida por un hongo y transmitida por escarabajos, ha acabado con todos.
    Se han plantado otras especies de olmo (el olmo siberiano) que, aparentemente, no se ven afectadas por la enfermedad. Veremos si llegan a sustituir a los antiguos...



ELEGÍA  POR  LOS  OLMOS  NEGRILLOS


Nuestros olmos comunes o negrillos,
cedieron sus terrenos y lugares
en cunetas, linderas y sotillos.

De pie, como los árboles valientes,
murieron desmayados y sin fuerzas,
pues sus venas de savia eran carentes.

Y los Ulmus pumila, siberianos,
ocupan los terrenos de los otros
y crecen tan señores como hispanos.

¿Qué les llegaría a los pueblos antes:
la muerte de los olmos por grafiosis,
o la marcha de gentes emigrantes?

Ambas se extendieron y alargaron
como plagas malignas imparables,
y pueblos asolados nos dejaron.

Rectos hacia el cielo y sin complejos
subíais disfrutando de la vida:
sin ser coníferas, mirabais lejos.

Solo las olmas a las que la vida
tronchó la guía en la edad más joven
crecisteis con la copa muy extendida.

Es dura la madera del negrillo,
al agua resistente, a los insectos,
al clima complicado o más sencillo.

Vuestra madera, olmos, bien curada
para viga de puente serviría,
o luciría en casa edificada.

Eso de yugo, apero de labranza,
viga de carro o maza de campana,
son cosas viejas de la antigua usanza.

Murieron de los parques las olmedas,
aquellas que el poeta recordaba, 
mas alguien sembrará otras arboledas.

A los olmos de junto a carreteras
y a aquellos solitarios de los pueblos,
ninguno les dará más sementeras.

Olmos comunes, negrillos o menores:
longevos centenarios fuisteis muchos
y se cebó la muerte en los mayores.

Y aquellos que velaban suavemente
la vida en sencillez de muchos pueblos
tapando la visión al imprudente,

se fueron para siempre sin remedio:
descorrió  sus cortinas el balcón
y quedó al descubierto el pueblo en medio.

Quedaba poco en ellos que ocultar,
sino su historia, su arte y sus leyendas,
y el sencillo vivir y el trabajar.

Las olmas de los pueblos mesetarios,
símbolo de su historia y de su vida,
murieron en sus propios escenarios.

Sus ramas secas gritan su protesta
como brazos al aire levantados,
si no plantaron allí otra floresta.

A estos olmos comunes centenarios
no los hendió la fuerza de los rayos,
ni la podre interior de sus almarios;

ni el torbellino del viento, ni riada,
ni el fuego, ni las hachas leñadoras,
ni catástrofe horrísona, ni nada.

Quien mató a nuestros olmos inclemente,
a las olmas, olmedas y cepudas,
fue un hongo microscópico insolente.

Y tanto es el Ophiostoma, que elige
a un maligno escarabajo Scolytus
que en olmos hechos sus esporas fije.

Cumple el escarabajo con su sino
y siembra las esporas en los olmos:
¡y es un muerto cada árbol, y asesino!

Olmos y olmedas mueren sin remedio,
y los pueblos se quedan sin el símbolo
que unía a los vecinos por su medio.

Dicen que el hongo maligno está vencido,
que  está el escarabajo vacunado,
que  al vivero lo tienen proveído.

Dicen que volverán a sus dominios
el Ulmus minor  y el Ulmus pumila,
y nunca se darán más exterminios.

¡Ojalá sea verdad lo que nos dicen!
¡Que los olmos conformen los paisajes
de los pueblos y en ellos se eternicen!

José Luis Rodríguez I.




La Olma de Berzosa.



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