martes, 26 de diciembre de 2017

Micieces de Ojeda. LA TORTILLA Y EL PUCHERO. Micieces, pueblo patatero. (V).



LA TORTILLA
  Uno de los grandes inventos culinarios en relación a la patata es la tortilla. ¡De patata, claro! Una receta genuinamente española que forma parte de todas las gastronomías comarcales y regionales de España, hasta el punto de que hoy internacionalmente se la conoce como tortilla española. Dicen que fue el general Zumalacárregui en las guerras carlistas a quien se le ocurrió eso de la tortilla de patatas para calmar el hambre de sus soldados. Como decía Pérez Lugín, es uno de los platos más inteligentes de la historia de la cocina mundial. A nadie se le había ocurrido antes el unir  las patatas con los huevos y freírlo todo junto. Hoy forman parte de un exquisito plato, que admite muchas variantes y muchos otros ingredientes, a gusto e imaginación del buen cocinero, pero que nunca debe olvidar que lo esencial en este plato son las patatas y el huevo, juntos, revueltos y fritos en aceite. Fue a mediados del siglo XIX cuando la tortilla de patatas se difundió por casi toda España.































EL PUCHERO
       Para que la patata cocida se deshaga en el puchero y quede pastosa, deshecha, como harina, ha de ser cortada de una forma especial. Tiene su explicación científica. Se inicia el corte, pero no se termina: con la ayuda del cuchillo ya metido en la patata, se troncha el trozo, ─tronchar es sinónimo de cascar, chascar, quebrar, romper─, pero el cuchillo no corta totalmente el trozo. De esa forma las células del almidón se desmoronan por sí mismas con la cocción y  los trozos de patata quedan deshechos en la olla o puchero al cocerse. Si cortas cada trozo de patata totalmente con el cuchillo, quedará cocida, sí, pero con sus trozos enteros, como trozos de nabo, según el dicho popular, es decir, quedarán enteros, aunque estén muy bien cocidos. ¡Y el caldo no será sino agua más o menos limpia! De la otra forma el caldo es lechoso, más espeso gracias al almidón y la fécula que se deshacen en él. La fórmula de cortar totalmente el trozo de patata se suele usar cuando se cuece para ensaladilla, pero no para patatas cocidas que se han de comer como plato de cuchara.


    En nuestro pueblo, a la patata nunca se le llamó papa. Ese nombre llegó con la globalización del lenguaje que hace la tele y otros medios de cultura o de comunicación. La patata es patata, y nada más.  Aunque se respeta el nombre de papa que en otras latitudes dan al mismo tubérculo.


En Micieces no se suelen pelar las patatas, ni su corteza se convierte en peladuras. Aquí las patatas se mondan y su corteza se convierte en las mondas a veces y por exceso de corrección lingüística se las llama también mondejas o mondaduras─,  propias para alimentar a los animales, especialmente a los cochinos.


JLR





Puedes ver también en "Micieces, ¿pueblo patatero?":

         - LINARES Y PATATALES.



Y más sobre Micieces en:




miércoles, 13 de diciembre de 2017

Micieces de Ojeda. TOQUE DE ÁNGELUS Y TOQUE DE CONCEJO. (Las campanas de Micieces, VI).






TOQUE DE ÁNGELUS

A lo largo de cada día se tocaba tres veces al ángelus: por la mañana, al mediodía y al atardecer/anochecer. Tampoco importaba mucho que se adelantasen o se retrasasen algo los toques, aunque el de mediodía solía ser siempre el más significativo y puntual. El de la mañana se fue supliendo automáticamente por el toque de misa, y el de la tarde se sustituía la mayoría de los días del año por el toque del rosario, de las novenas o de otros rezos. Así que el principal y, luego, único toque del ángelus era el de mediodía. Pero como el toque era un poco engorroso para el cura y la gente ya tenía reloj, se fue haciendo innecesario y poco a poco se perdió.
            El ángelus se tocaba siempre con la campanilla de la ermita de la Virgen dela Calle, que estaba más a mano. Se hacía simplemente moviendo la campanilla, haciéndola sonar durante un breve rato, pero no se tenía una forma determinada e individualizada de tocar al ángelus. Bastaba suponer la hora aproximada para saber que a lo que se tocaba era al ángelus. Y mucha gente paraba en su trabajo y lo rezaba. Aquella imagen del cuadro de Monet la hemos visto realizar, y la hemos realizado, en los campos miciecenses muchas veces. Y también en las casas. Esta costumbre de parar el trabajo y rezar el ángelus se fue perdiendo paulatinamente y son muy pocos los que lo rezan ya, aunque hay alguna radio que todavía toca al ángelus al mediodía y hay gente que acompaña el rezo. Incluso hay alguna emisora que lo hace muy abreviadamente, pero lo hace.









         TOQUE DE CONCEJO

Este toque era para que el pueblo se reuniese convocado por el ayuntamiento, o por el
alcalde directamente, para tratar los asuntos de la incumbencia del concejo. Tenían derecho a asistir y a hablar todos los vecinos y casi siempre se les daba voz a todos los habitantes del pueblo, fuesen o no vecinos. En este sentido hay que entender que “concejo” no coincide con miembros del ayuntamiento: aquí, en estos casos, el concejo era todo el pueblo.
En muchas ocasiones el concejo se reunía a la puerta de la iglesia parroquial, a la salida de la misa del domingo o festivo para tratar algún asunto concreto o dar alguna información puntual. En estos casos no había necesidad de tocar campanas.
            El ayuntamiento solía tener, no siempre, un alguacil, que pregonaba los bandos o notificaciones al son del clásico cornetín, pero recuerdo que a veces se tocaban las campanas para la reunión del concejo, es decir, del pueblo. Solían ser siempre las campanas del campanario parroquial. Y no había ninguna forma especial de “toque a concejo”: se tocaban, la una o las dos, repicando o volteando, sin más. Un toque de campanas fuera del horario habitual era algo llamativo y rápidamente se corría la voz entre la gente: “toque a concejo”, llaman al pueblo a reunión…


(JLR)
























Puedes ver también:

- LAS CAMPANAS DE MICIECES.
- CAMPANILLAS Y CAMPANILLOS.
- EL CAMPANARIO.
- EL TOQUE DE DIFUNTOS.

Y más sobre Micieces en:


jueves, 7 de diciembre de 2017

Micieces de Ojeda. ¡VAMOS A MICIECES! En invierno...






¡VAMOS A MICIECES!

Invierno en mi pueblo:
nieve, hielo, frío,
el viento que corta,
el río crecido,
el árbol desnudo,
el campo aterido,
las calles vacías:
¡la gente se ha ido!

Así es el invierno
en el pueblo mío.


martes, 5 de diciembre de 2017

Micieces de Ojeda. MICIECES, PUEBLO PATATERO. Otro poco de historia de la patata. (IV).







OTRO POCO DE HISTORIA DE LA PATATA


En España, las grandes áreas de cultivo de la patata se establecieron en las zonas que primero recibieron a los barcos que llegaban del Nuevo Mundo. Por ello fueron Andalucía y Galicia, primero, y el País Vasco, después, donde antes se tienen referencias de plantaciones y cantidades de patatas. Lope de Vega ya nos habla de la patata de Málaga en su comedia El hijo de los leones, donde, además de ofrecernos la más opípara descripción de la olla podrida, nos hace referencia a las patatas cocidas y asadas.
En 1730 hubo otra de las grandes hambrunas en la zona de Galicia.  Y los monasterios obligaron a sus colonos a plantar patatas y a consumirlas para combatir el hambre. Por aquella época, los castaños tuvieron una epidemia de un hongo y no había producción de castañas, que constituían la base de la alimentación de la gente del pueblo. Los campesinos atribuían estas hambres y pestes a la patata, a la que llamaban raíz del diablo y la hacían responsable de la peste y de otros muchos males.  Así que  la autoridad tuvo que obligar bajo amenaza de castigo cívico o religioso, dependiendo de qué autoridad era la que obligaba, a su  cultivo y a su consumo en la alimentación humana.

El hambre, consecuencia de la Guerra de la Independencia, hace que el Gobierno nacional promulgue en 1817 una Real Orden, urgiendo a los gobiernos locales y regionales a promover el cultivo de la patata, que a partir de entonces se expansiona por todo el territorio nacional. La necesidad y el hambre obligaron a implantar de forma sólida su cultivo y, en consecuencia, su consumo en la alimentación de los españoles.

Es que quienes más han hecho a favor de la patata como alimento de la humanidad han sido las guerras, las hambres cíclicas y las enfermedades de otros cultivos. Y cuando estas tres causas se unían entre sí y con otras diferentes, y lo hacían con frecuencia, obligaban a las gentes a hacer cosas que de lo contrario no hubieran hecho: por ejemplo, comer patatas.


Alguien dijo que la industrialización de Europa se hizo gracias a la patata. Y en el fondo es verdad: gracias a ese tubérculo, la gente no moría de hambre y podía trabajar. Otro añadió que la patata era la causa de que en España hubiese tantos pobres: si no hubiera sido por ella, se habrían muerto.



Una anécdota: los quiñones eran tierras ganadas al monte, recién roturadas, de secano. Se repartían entre los vecinos del pueblo. Mi abuelo Mariano fue a vender grano a Alar del Rey como todos los años. Y Piti, dueño del almacén, y él tuvieron una conversación más o menos así:
- Mariano, tengo unas buenas patatas para siembra. ¿las quieres?
- No, Piti. Ya no tengo ninguna tierra disponible. Solo me queda un quiñón.
- Pues siémbralas en el quiñón.
- Pero es que es de secano y no sé si se darán bien.
- Pues yo creo que sí. Son buena simiente. Pruébalo.
- Bueno, las sembraré a ver cómo se dan.
Y las sembró. Y la cosecha fue tan buena que, al año siguiente, muchos quiñones estaban sembrados de patatas. 
(JLR)






También puedes ver:

- LINARES Y PATATALES.
- LA PATATA EN MICIECES.
- UN POCO DE HISTORIA ("sui generis") DE LA PATATA.

Y más sobre Micieces en:

viernes, 1 de diciembre de 2017

Micieces de Ojeda. LOS TOQUES DE CAMPANA en Micieces. (Las campanas de Micieces, V)













LOS TOQUES DE CAMPANA
(JLR)

Sin olvidarnos del diccionario de la RAE, y mucho menos sin despreciarlo, vamos a utilizar el vocabulario propio del habla miciecense al referirnos a los toques de campanas. Igual que lo que decimos de toque, al hablar de las formas y demás circunstancias nos estamos refiriendo exclusivamente al Micieces de antes, porque el de ahora ya ha perdido muchas tradiciones y ha modificado formas antiguas, o no tanto, de concebir la vida.




















Se decía en los monasterios y conventos que la campana era la voz de Dios: ¡qué voz tan desagradable tenía Dios algunas veces! Pero en los pueblos también lo fue con mucha frecuencia. Y, además, era la voz del pueblo para el pueblo, pues todos conocían su llamada y, más o menos, la seguían. Hoy se vive de otra forma y la gente ya no se rige por el sonido de las campanas, salvo en casos muy determinados.


            
























Las dos formas fundamentales de tocar las campanas son: el repique y el volteo.
·         Repique: se hace golpeando directamente el badajo contra el lateral interno de la campana. Hacerlo agarrando directamente el badajo con la mano, conllevaba el peligro de machacarte los dedos o la mano entera. Todavía queda quien cuenta que se machacó dedos y mano tocando la campana de esta forma. Para evitar eso, se ataba una cuerda, más o menos larga, al badajo y de ella se tiraba con más o menos fuerza, que producía un sonido más o menos fuerte.
El repique se toca golpeando, con golpes seguidos, sin dejar espacio de tiempo entre golpe y golpe, y durante el tiempo que se juzgue oportuno, dependiendo de a qué o para qué se toca. Si se tocan dos campanas a la vez, se ha de procurar que el sonido de la una no tape al de la otra: ha de ser el golpeo alternativo de una y otra. Queda muy bien y hace bonito y suena de forma agradable si el repique de dos campanas a la vez toma el ritmo del volteo: “din…dan – din…dan” /  “din…dan – din…dan”… Y así sucesivamente.




·         Volteo: las campanas tienen un eje entre la maza y el bronce y está colocado de forma que equilibra las dos partes: es fácil, pues, debe serlo, darle vueltas con poco esfuerzo. Esto es el toque de campanas por volteo. Y el badajo, que va en el interior, va golpeando consecutivamente las dos paredes opuestas de lo que es la copa de la campana, o sea, el bronce.
Si se voltea una sola campana hay que tener en cuenta la velocidad: si es poca, no dará la
vuelta entera. Pero si es excesiva, puede darse el caso de que al badajo no le dé tiempo a golpear en una de las partes, o en ninguna…
     Cuando se voltean dos campanas a la vez, hay que procurar que vayan al mismo ritmo, a la misma velocidad, y que cuando una sube, la otra baje. Es decir, si el bronce de una está abajo, el de la otra debe estar arriba: el bronce de la una y la maza de la otra irán a la vez y alternados: bronce arriba en una y maza abajo en la otra. De esta forma no se tapan los sonidos de ambas campanas, y sonarán así: “din…din – dan…dan / din…din – dan…dan”.







El toque de volteo.



En Micieces existen, más bien existían, estas clases de toques de campana, cada uno
con su forma individualizada, que los miciecenes sabían diferenciar y conocían:

1.      ÁNGELUS
2.      CONCEJO
3.      DIFUNTOS: PARA MAYORES Y PARA NIÑOS
4.      FIESTA
5.      GÜICERO
6.      HUEBRA
7.      MISA
8.      PROCESIÓN
9.      REBATO
10.  ROSARIO Y NOVENAS
11.  TORMENTA
12.  VIÁTICO
13.  LAS CRUCES Y ROGATIVAS
14.  OTROS TOQUES

Himno a Micieces de Ojeda