En España, las grandes áreas de cultivo de la patata se
establecieron en las zonas que primero recibieron a los barcos que llegaban del
Nuevo Mundo. Por ello fueron Andalucía y Galicia, primero, y el País Vasco,
después, donde antes se tienen referencias de plantaciones y cantidades de
patatas. Lope de Vega ya nos habla de la patata de Málaga en su comedia El hijo de los leones, donde, además de
ofrecernos la más opípara descripción de la olla podrida, nos hace referencia a
las patatas cocidas y asadas.
En 1730 hubo otra de las grandes hambrunas en la
zona de Galicia. Y los monasterios obligaron a
sus colonos a plantar patatas y a consumirlas para combatir el hambre. Por
aquella época, los castaños tuvieron una epidemia de un hongo y no había
producción de castañas, que constituían la base de la alimentación de la gente
del pueblo. Los campesinos atribuían estas hambres y pestes a la patata, a la
que llamaban raíz del diablo y la hacían responsable de la peste y de otros
muchos males. Así que la autoridad tuvo que obligar bajo amenaza de castigo cívico o religioso, dependiendo
de qué autoridad era la que obligaba, a su
cultivo y a su consumo en la alimentación humana.
El hambre, consecuencia de la Guerra de la Independencia, hace que el
Gobierno nacional promulgue en 1817 una Real Orden, urgiendo a los gobiernos locales y
regionales a promover el cultivo de la patata, que a partir de entonces se
expansiona por todo el territorio nacional. La necesidad y el hambre obligaron
a implantar de forma sólida su cultivo y, en consecuencia, su consumo en la
alimentación de los españoles.
Es
que quienes más han hecho a favor de la patata como alimento de la humanidad
han sido las guerras, las hambres cíclicas y las enfermedades de otros
cultivos. Y cuando estas tres causas se unían entre sí y con otras diferentes, y
lo hacían con frecuencia, obligaban a las gentes a hacer cosas que de lo
contrario no hubieran hecho: por ejemplo, comer patatas.
Alguien dijo
que la industrialización de Europa se hizo gracias a la patata. Y en el fondo
es verdad: gracias a ese tubérculo, la gente no moría de hambre y
podía trabajar. Otro añadió que la patata era la causa de que en España hubiese
tantos pobres: si no hubiera sido por ella, se habrían muerto.
Una anécdota: los quiñones eran tierras ganadas al monte, recién roturadas, de secano. Se repartían entre los vecinos del pueblo. Mi abuelo Mariano fue a vender grano a Alar del Rey como todos los años. Y Piti, dueño del almacén, y él tuvieron una conversación más o menos así:
- Mariano, tengo unas buenas patatas para siembra. ¿las quieres?
- No, Piti. Ya no tengo ninguna tierra disponible. Solo me queda un quiñón.
- Pues siémbralas en el quiñón.
- Pero es que es de secano y no sé si se darán bien.
- Pues yo creo que sí. Son buena simiente. Pruébalo.
- Bueno, las sembraré a ver cómo se dan.
Y las sembró. Y la cosecha fue tan buena que, al año siguiente, muchos quiñones estaban sembrados de patatas.
(JLR)
También puedes ver:
- LINARES Y PATATALES.
- LA PATATA EN MICIECES.
- UN POCO DE HISTORIA ("sui generis") DE LA PATATA.
Y más sobre Micieces en:
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