FUENTE DE SAN LORENZO
(José Luis Rodríguez I.)
La fuente de San Lorenzo está situada en la base del terraplén que sostiene el camino que pasa a la vera de la ermita del santo patrono de Micieces, a la entrada de los antiguos prados, a donde antes se llevaban los ganados vacunos y caballares a pastar, y tan cerca de los huertos y tierras de labor, que era muy propia para quitar la sed de los que en allí trabajaban. La zona se llama precisamente San Lorenzo.
Es un humedal que está a la altura de las tierras bajas del valle, en la base del desnivel en cuya cima está la ermita del santo y a una cota lo suficientemente elevada para que su agua pueda correr muy tranquila hacia el cercano río. El humedal es alargado, en forma casi de pera, con la parte estrecha arriba, que es donde está la fuente, y con manantiales en el suelo de todo lo que es laguna o charca: se ve manar el agua. Y por un reguero o calce, que tiene en el extremo opuesto, desagua en el río próximo.
Parece verosímil que el agua de regar las tierras que están en una cota más alta fuera absorbida, recogida por sus veneros y echada otra vez a la luz del día en el manantial de San Lorenzo. Es posible y lógico. Y de hecho, en la época de riego de las tierras de aquella zona, parece que estos manantiales daban más cantidad de agua. De todos modos, a ellos llega ya filtrada, limpia, clara, pura y cristalina. Y agradable de beber.
Yo he conocido la fuente y el humedal en diferentes etapas y con diversos aspectos externos, pero siempre dando un agua muy buena para beber.
Yo he conocido la fuente y el humedal en diferentes etapas y con diversos aspectos externos, pero siempre dando un agua muy buena para beber.
En tiempos muy pasados fue simplemente un manantial amplio, cuya parte de arriba estaba más limpia del barro, hierbajos y berros, y preparada un poco para beber directamente de él o rellenar algún recipiente: era la fuente. Su agua corría a una charca o laguna que había a continuación, se juntaba a la de sus manantiales y desembocaba todo en el río a través de un pequeño calce que nacía en su extremo inferior.
Con el tiempo se adecentó un poco más lo que hacía de fuente: se rodeó de piedras aquella pequeña parte del manantial y se le ahondó un poco, solo lo suficiente para poder llenar una vasija y poder beber directamente del agua que salía de la tierra. El resto de la charca o laguna allí quedaba, más o menos criando berros, espadañas, algún que otro peluso y otros tipos de hierbajos propios de los humedales.
En una huebra de vecinos se volvieron a acordar de la fuente de San Lorenzo y la intentaron arreglar. Se cavó la parte de más arriba del manantial, se ahondó intentando buscar más veneros, luego se cubrió en parte con una loseta y, a aquel semipozo, poco profundo, se le hizo una salida para desagüe con una piedra parecida a una pequeña semirrueda de molino. Se podía beber directamente de la fuente o llenar una botella o vasija directamente de su desagüe, que, cuando echaba mucho, salía en forma de caño. El resto de lo que era el manantial, la lagunilla o charca, quedó tal y como estaba: manando por su cuenta, criando hierbas propio de humedales y desaguando todo su agua y el de la fuente en el río cercano por medio del calce dicho
Así ha durado muchos años. Y de vez en cuando alguien segaba los hierbajos de la laguna, o con el tractor y algún apero apropiado intentaba limpiarla, y alguna vez hasta lo conseguía.
Por el tiempo en que se metió el agua en las casas, se pensó traerla desde la fuente de San Lorenzo. Las razones en contra parece que convencieron: no daría suficiente agua para todo el pueblo y, además, estaba situada en una cota muy baja para subir el agua por sí misma al depósito, que se pensaba colocar en altura suficiente para que por la ley de la gravedad, o vasos comunicantes, llegara por sí mismo, sin necesidad de motores, a las casas. Se desechó la idea y se trajo de otro sitio, de Valdelacalle.
No obstante, años más adelante, como el pueblo demandaba más agua de lo que daba la fuente de Valdelacalle, yo creo que no tanto porque diese menos agua, sino por el aumento del consumo, se tuvo la necesidad de meter más agua corriente para el pueblo. Y ahí estaba la fuente de San Lorenzo como solución: todo lo que salía hacia el río por aquel calce, se recogió en una tubería y se canalizó hasta el depósito del pueblo mediante tubería y un motor. Y lo que era laguna o charco de la fuente de San Lorenzo se protegió de animales y personas con una valla. Esto no era más que un apaño provisional.
Pero más adelante en el tiempo, se limpió y profundizó la laguna y todo aquel humedal, con máquinas ya, y se rodeó todo lo que era manantial con obra de albañilería, incluida la fuente, y se cubrió todo, aislándolo de toda posible contaminación externa. Y se preparó convenientemente la recogida y bajada de su agua desde aquí hasta las antiguas praderas de arriba, ahora transformadas en parque, donde se hizo un depósito, con su motor automático y… todo lo demás. De manera que cuando es necesario porque el depósito general del pueblo merma, se añade automáticamente el agua de San Lorenzo. Y esto, por ahora, ha solucionado el problema de agua potable de Micieces. ¡Y ya llevamos varios veranos seguidos en que el pueblo no sufre la carencia de agua corriente en las casas!
Por lo demás, el paseo por el camino de los huertos, San Lorenzo y las praderas sigue siendo agradable, muy agradable… ¡Pero habrá que buscar otro sitio de solaz, con frescor de pradera verde, sombra apetecible, tranquilidad suficiente y agua limpia para poder lavar la lechuga o el pepino del huerto y comerlos sentado o tumbado disfrutando de la paz del campo de tu pueblo!
San Lorenzo (f-2)
(Mapa de las fuentes de Micieces)
(Mapa de las fuentes de Micieces)
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