En 2013 publiqué en el blog "Micieces es mi pueblo" algunas cosas que yo recordaba del Micieces de mi infancia y lo titulé "TU-CIECES, MI-CIECES", por una anécdota que narro en el mismo artículo. Eran vivencias de alrededor de los años 60. Y mi hermano Pepe (gran conocedor de la Historia y de las historias y que, además, es más "viejo" que yo) escribió unos comentarios sobre el Micieces de antes de esos años. Cuando lo leí, pues... sí, me acordé de muchas de esas cosas. Algunas las viví, otras... "me sonaban" de haberlas oído contar. Y para que "la historia" no se pierda, pues decidí publicarlo como una entrada independiente del blog.
Antes de "TU-CIECES, MI-CIECES"
Ángel es muy
joven -¡qué pena! Lo que pasa
es que no sé si por él o por… mi y por los demás)-, y no sabe que hubo también una tienda de telas, -la de la señora Sinda-. Y una carnicería, -la de Bernardo-. Y
hasta tres bares, bueno, cantinas: la de Tasio, la de tio Felipe y la del
tio, o señor, Emiliano -perdón
por la forma de llamarlos, pero así se les decía, porque tíos (con acento en la í)
lo serían de sus sobrinos, pero para todos los demás eran tio (pronunciado como monosílabo y como si tuviera el acento en la
o)-.
La de Tasio tenía también un piano,
de esos antiguos, de manivela, para el baile de los mozos y mozas. A veces los
chiguitos bailábamos afuera. Pero lo que nos gustaba mucho, era darle a la
manivela del piano: cambiábamos la velocidad cuando nos parecía y cortábamos la
pieza musical cuando nos daba la gana… ¡Y, además, los que estaban bailando se
enfadaban con nosotros…! Para nosotros los chiguitos o chavales un baile era un
baile, y, si dábamos rápido a la manivela, se terminaba antes y se empezaba
otro… ¿Y dónde estaba el problema? Lo mismo que cuando le cortábamos a la
mitad, o cuando nos daba la gana: los bailarines, o bailadores, se enfadaban…
¿Pero por qué? Allí no decía cuándo se acababa, ni cuándo se tenía que acabar,
ni nada… Pues eso: si nos cansábamos, o nos llamaba alguien, o nos daba la
gana… parábamos de darle vueltas a la manivela y ya está… La verdad: el sentido
musical que teníamos era manifiestamente mejorable… Con el tiempo se marchó
Tasio y se acabó su cantina y su baile.
La cantina de tio Felipe siempre tuvo el título de “la cantina”. Estaba
en el centro del pueblo, al lado de la fuente. Y tio Felipe a veces iba con una
jarra a por agua: muchos decían que “¡qué buen cura era, cuánto bautizaba…!”.
El tiempo ayuda a comprender las frases que se oyen y aprenden de niño, aunque
no las hayas entendido en aquel entonces… Y esta cantina, que pasó a su hijo y,
a su debido tiempo, a sus nietos ¾ya con
categoría de bar, al menos sí en el nombre que le pusieron posteriormente¾, sigue siendo para los de antes “LA cantina”.
Y la del señor Emiliano, en la esquina del pueblo, cerca del
transformador, del cuérnago y del río. Se le quemó la casa (ver el
capítulo “Una casa en calda”), la rehízo y renació la dicha cantina con
cierta categoría de bar. Y, a la vez, puso algo así como supermercado y baile.
Pero era ya de tocadiscos. ¡Y hasta venían de otros pueblos al baile del tio Emiliano! Aquella familia emigró y se acabó cantina y baile.
Antes de mis recuerdos, hubo cantina en la casa de Lolo: yo sí que
recuerdo no la cantina, sino el local y su distribución, porque era la casa de
Gilo, mi único quinto del pueblo, y muchas veces jugábamos en aquello que fue
cantina y ahora era su casa. Claro, cuando de niños nos decían que en tiempos
había sido cantina, yo creo que más o menos situábamos aquel tiempo… en el de
los moros, o romanos…, o vete tú a saber: lo de antes de la guerra nos sonaba
a… otros mundos. ¡Si es que nos era muy fácil viajar en la máquina del
tiempo!
Y aquella tienda de cerca del Cucuruto era la de Raimundo (dicho y
pronunciado "Reimundo"). Había estado él por las Américas: de ahí el
sobrenombre de "el Americano". Y su tienda tenía... un poco de todo.
Sin ánimo de ofender a nadie, yo creo que se adelantó a las tiendas de "los chinos".
Y también hubo una panadería, pero de esas de "pan-pan", de
las de pan de pueblo, que nutre y alimenta: era la de Albano. Todavía existe el horno. Con muy buen criterio, quien compró, ya muy acá, la casa, quiso
conservarlo, y se conserva.
¡Es que MI-CIECES, NUESTRO-CIECES, VUESTRO-CIECES, tuvo
casi de todo!
Pepe R.
Puedes ver también:
- TU-CIECES, MI-CIECES.
- CUANDO CASTILLA NACÍA.
- ESCUDO DE MICIECES.
- EL PENDÓN DE MICIECES.
- OCUPACIONES, OFICIOS... EN EL SIGLO XVIII.
- LA ESCUELA DE MICIECES.
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