martes, 20 de febrero de 2018

Micieces de Ojeda. A SEMBRAR PATATAS... Micieces, pueblo patatero (VII).


A SEMBRAR PATATAS...

Algunas de las explicaciones que se dan para sembrar patatas, y otras cosas, son de verdad curiosísimas y graciosas: se suelen dar para gente que no ha vivido el campo.



¿Pues cómo se sembraban las patatas en aquel entonces? La tierra estaba preparada ya: arada, abonada, allanada… Si se trataba de un huerto, de surcos pequeños, con poco espacio, no se podía meter la pareja de vacas o bueyes con su arado ─los tractores no habían llegado al pueblo todavía─ y había que hacer los surcos con la azada (la pica), es decir, a mano. Y siempre salían rectos: lo que en un surco podía torcerse, en el siguiente se enderezaba. Se abría un surco, todo seguido, se echaban en él las patatas que hacían de semilla, se tapaba con la misma tierra que antes se había sacado del hoyo… y así hasta terminar el sembrado. Y nunca se siembran las patatas muy hundidas, profundas, sino muy someras, pero bien tapadas con la tierra. Y quedaba todo llano y a la espera de que empezasen a brotar los nuevos tallos de las nuevas plantas.



Si se trataba de una tierra grande, la labor se hacía con el arado arrastrado por la pareja de vacas o de bueyes. En Micieces el ganado caballar no se utilizaba para labrar tierras, salvo en algún caso muy concreto. El arado solía ser el arado romano, arado de madera, aunque algo evolucionado en cuanto a la reja, que era ya de hierro.




 Con frecuencia el tal arado llevaba una vertedera: a la ida, abría el surco, en cuyo interior se echaba manualmente la patata que hacía de semilla; a la vuelta la vertedera hacía volver la misma tierra sobre el surco abierto, y tapaba lo sembrado. El paso rítmico de la persona sembradora marcaba la distancia y separación de cada patata: y siempre caían con la misma separación de una a otra, y con el mismo espacio calculado y equidistante. Y así surco tras surco hasta que se terminaba de sembrar la tierra. Luego se solía pasar una tabla –en realidad un tablón−, la llana, que dejaba toda la tierra igualada. Y… a esperar a que naciesen las nuevas plantas.



Pero el trabajo del labrador en el patatal no terminaba aquí. Nacidas las plantas y con un grado determinado de crecimiento, apenas asomado el tallo, había que darles la cavada, cuya finalidad era la de matar las hierbas que solían nacer con la patata, a la vez que se desmoronaba la costra que solía hacerse en la superficie de la tierra: esto facilitaba el crecimiento de la planta. Luego, ya más crecida, había que marcar bien los surcos, hacer bien los caballones arrimando la tierra de un lado y de otro y dejando entre surco y surco el hoyo necesario para riego. Esta operación se llama escavar. En las tierras grandes se hacía este trabajo con el arado de doble vertedera que echaba la tierra a ambos lados, marcando bien los surcos y dándole tierra a las plantas de patata. Cuando esto se hacía con animales de labranza, estaban uncidos a un yugo más alargado que el ordinario, de este modo tenían espacio suficiente para caminar por el hondo de los surcos sin necesidad de pisar lo sembrado. Y cuando la operación se hacía ya con tractores, solían tener la posibilidad de separar las ruedas para que rodasen por el fondo del surco, sin pisar los pies de patatas.
Mas cuando ya se hacía todo a máquina, ─sembrado, escavado, sulfatado incluso…─  la máquina iba unida al tractor y no había ningún problema: las máquinas modernas vienen ya preparadas y tienen calculada, o calculable, la distancia de separación de los surcos. Igualmente la que saca las patatas y las recoge.


(JLR)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Himno a Micieces de Ojeda