(Se puede leer intercalando las estrofas, como si fuera diálogo: una del horconero y una de la novia...)
BALADA DEL
EL HORCONERO
SUSPIROS DE
LA NOVIA
va
el horconero,
recorre
los caminos
y
los senderos.
El
patatal espera
en
su silencio
con
su verdor perdido
solo
en lo externo,
pues
lo que hay bajo tierra
está
bien hecho,
y
es tiempo de atropar
ya
los tubérculos.
1. Se van los horconeros
al patatal,
y con ellos mi
amor
también se va.
A atropar las
patatas,
madre, voy ya,
porque no se impaciente
por esperar.
sobre
los cerros,
verá
ya en su trabajo
al
horconero
pinchando
sobre el surco
su
horcón de hierro,
sacando
las patatas
guardadas
dentro.
Las
deja descubiertas
sobre
el terreno:
detrás,
atropadoras
van
con los cestos.
2. Atropando patatas
sigo a mi amor.
Si las dejas bien
sueltas,
te miro yo.
Cada vez que en el
surco
hundes tu horcón,
el amor que te
tengo
se hace mayor.
no
le dan miedo,
ni
el viento congelado,
ni
el duro cierzo:
es
un hombre de campo,
buen
horconero,
austero
castellano
y
patatero.
El
trabajo es su sino
y
el poco sueldo,
y
penuria, y sudores
hasta
en invierno.
3. Sacador que bien sacas
todos los pies,
si los sacas de
prisa
no puedo ver
tu rostro moreno,
sino tus pies:
¡quiero que en mí
tu cara
se grabe bien!
recuerda
el rezo.
El
trabajo se para,
se
yergue el cuerpo,
los
hombres se destocan
gorra
o sombrero.
La
oración rezan unos
en
su silencio.
Alguno
afirma seco
mirando
al cielo:
─“Llegó ya el
mediodía,
luego comemos”.
4. Sacador de patatas,
deja el horcón,
descansemos un
poco
juntos, mi amor,
oyendo la campana,
su alegre son.
¡Cuándo será de
boda
entre tú y yo!
5. La comida ha llegado
buena
mesa es la tierra;
la
hierba, asiento.
Es
comida común
que
pone el dueño
y
completa el jornal
y
entra en el sueldo,
a
no ser que se acuerde
la
paga en seco.
Y
después de comer,
viene
el sesteo.
5. Junto a ti en la comida
me he de sentar,
y si dicen, que
digan:
celos serán.
Y después,
apartados,
hemos de hablar
de un hermoso
futuro
para soñar.
el
tiempo, eterno.
Dormidito
entre nubes,
el
sol va lento.
Del
norte llega fuerte
el
frío cierzo.
Tirita
dentro el alma,
y
fuera, el cuerpo.
Se
entumecen de frío
manos
y dedos,
la
espalda y los riñones
se
quedan tiesos.
¡Qué desespero!
Saca y saca
patatas
el mi horconero.
Y cada vez que me
mira
yo veo el cielo,
y el frío de la
tarde
no es tan intenso.
7. Anocheciendo el día,
con
su horcón al hombro
se
viene al pueblo.
Sacó
bien las patatas,
es
patatero,
trabajó
todo el día
con
poco sueldo.
─En la plaza, en
la fuente,
después te espero
─le
dijo a su morena
casi
en secreto.
7. Terminó ya el trabajo
Agrupados o solos
vamos al pueblo.
Quien a mí me acompaña
es mi horconero.
─En la plaza, en
la fuente,
allí te espero
(JLR)
Sucedió en Micieces, pero la historia no termina en la fuente, en la plaza del pueblo.
En la primavera siguiente las campanas de la iglesia tocaron a boda: el horconero y su novia se casaron.
La mayoría de las historias, después de la boda, terminan con un "y fueron felices..."
Esta no termina así. Bueno, sí fueron felices, pero la historia continuó.
Al poco tiempo, para sacar las patatas, el horcón fue sustituido por el arado, que seguía dando trabajo a las atropadoras. Y después apareció la sacadora de patatas, que las atropaba y ensacaba.
El horconero y la atropadora, como tantos otros, tuvieron que emigrar. Así, en su nueva vida, lejos del pueblo, tuvieron hijos... y cuentan su historia a sus nietos... y siguen siendo felices...
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