jueves, 2 de septiembre de 2021

Micieces de Ojeda. LAS CASETAS DE LAS ERAS (II). LA CASETA DEL "TIO" PEPÍN. - UTILIDAD DE LAS CASETAS.







LA CASETA DEL "TIO" PEPÍN
UTILIDAD DE LAS CASETAS

Está claro que la caseta de la era cumplía, no pocas veces, otra misión: refugio y protección contra el frío, la lluvia, el mal tiempo… o el mucho calor y sol. O para tener un poco más de comodidad, intimidad y descanso a la hora de comer o merendar. Incluso en alguna había mesa y sillas tipo camping. Cuando en la familia había niños pequeños, con mucha mayor razón. ¿Y si no había caseta en una era? La necesidad aguza el ingenio: al remanso de un pajero, del bálago amontonado, del carro, cargado o no, de un trillo levantado y sostenido por las horcas o maderos…



Tendríamos que hacer mención especial a la caseta del señor Pepín, siempre llamada “caseta de Pepín” (o del tio Pepín: tio debe llevar el acento tónico en la o (pronunciado "tió"), y no es insulto, sino todo lo contrario: equivale a “señor”, pero con más familiaridad. Es el habla del pueblo). Está situada al final del valle de Palayerro, en el cruce del camino del Indiviso con la cañada o camino a la Lama. Cumple las características de caseta de era, pero está solitaria porque su era correspondiente está también solitaria. Tiene, además una pequeña cocina de leña, y está más acomodada que el resto para hacer vida en ella: le era más necesario al estar tan alejada del pueblo. Y todavía se mantiene en pie y arreglada.

Así eran de sencillas las casetas de las eras. Y cumplían la misión para la que fueron construidas: guardar los instrumentos, aperos, herramientas y maquinaria que se utilizaban en la trilla.

Allí estaban los trillos, en pie, apoyados en las paredes y entre sí. Las horcas, garias, garios, bieldos, palas de madera, rastros, cribas con la malla de cuero y las de tela metálica…, colgaban de las paredes, o de las vigas largueras que van de pared a pared, o de los machones del techo. Las escobas de brezo también se colgaban para que no se estropeasen. Las varas de arrear a los animales pendían de algún gancho. La aparvadora (= parva, en el habla popular) estaba  desarmada y recogida para que ocupase el menor espacio posible. Y los tiros de los trillos, y sus asientos o tajos, y las latas recogedoras de deposiciones de los animales. Y algún que otro yugo. Y hasta algún dalle, colodra e instrumento de picarlo…

Cuando llegaron las máquinas beldadoras y las segadoras, algunos les hicieron sitio en las mismas casetas.

¿Hasta cuándo llegaron las casetas? Algo más que las mismas eras, que resistieron las primeras maquinarias: segadoras y beldadoras. Estas máquinas no anulaban el trabajo en la era. Llegó después la trilladora, allá por la década de los sesenta. Incluso alguno metió su trilladora en su caseta. Claro, la tuvo que liberar de otros instrumentos, aperos y máquinas que ya no necesitaba y tuvo que agrandar la puerta….

Hubo más trilladoras en el pueblo, pero no cabían en la caseta respectiva. Y la faena del trillado fue modernizándose y pasando a la trilladora. Empezaba a ser el fin de las bucólicas casetas y de las no menos bucólicas eras, porque los tiempos iban cambiando a un ritmo muy acelerado Y llegó la cosechadora: eso fue el acabose de la era, de su función y de su razón de ser. Y con el fin de las eras, el de las casetas.




También puedes ver:

- EN EL RASTROJO: LA SIEGA (I).


Y más sobre Micieces en :  CONTENIDOS



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Himno a Micieces de Ojeda