TOQUE DE DIFUNTOS
Al
hablar de los difuntos vamos a olvidarnos, que no despreciar, eso del doblar de las campanas y también lo de
su tañer. En nuestra habla tocan a muerto o a difunto, pero
ni tañen, ni doblan. Esas palabras son demasiado cultas y solo sirven para
películas y novelas…
“Tocan
a muerto”
─en el habla popular era más significativo, sonoro y usual lo de tocar a muerto que lo de tocar a
difunto─, se decía en cuanto se escuchaba el primer clamor. Y clamor llamamos
a cada vez que se repite la secuencia de sonidos, la melodía, de este toque. Es
el más individualizado y distintivo de todos los toques que se hacen, hacían,
en Micieces y que todo el mundo conocía.
A muerto se toca con las dos
campanas grandes del campanario parroquial, nunca con la campanilla de la
ermita, que esa es para otra cosa. Se toca en forma de repique. Es decir, así,
permítasenos la onomatopeya: din – dan / din – dan / din – dan… / din-dan-din-dan-din-dan-din-dan-…/ din-dan / din–dan… Esta es la secuencia básica
de cada clamor. Cada una de las
campanas tiene su tono o sonido: la una grave, la otra más agudo (de ahí el din – dan…). El repique empieza
separando un sonido del otro tanto cuanto quiera el tocador, pero no demasiado.
Y va paulatinamente dejando menos tiempo de separación entre uno y otro (entre
cinco y ocho toques de cada campana, más o menos), hasta que los hace muy
seguidos, sin espacio de tiempo entre ellos, pero no a la vez y sin llegar a
confundirse el de una campana con el de la otra…. Y después de ese repique
continuo y rápido, vuelven otra vez a separarse los toques de cada campana… Y
ahí empalma con el siguiente clamor… Y se suele tocar a muerto de tres en tres clamores seguidos. Entre cada grupo
de tres, se descansa, o se para, y luego se repiten de tres en tres. Y así
sucesivamente durante el tiempo que quiera, o que aguante el campanero, o que…
Este toque miciecense de difuntos, o
a muerto, es diferente al de pueblos vecinos y al de otros pueblos lejanos que
tienen sus toques de difuntos grabados en los medios sociales. No es que sea
exclusivo de Micieces, porque hay pueblos que lo tienen igual o muy parecido, o
con alguna leve modificación. Y todos los miciecenses conocen cuándo es toque a muerto y cuándo no, y cuándo se toca
bien y cuándo se hace una chapuza. Pero quizá no todos sepan el porqué de esta
forma de tocar a muerto. Seguro que hay muchos que no saben, o no han pensado
nunca, de dónde viene esta forma de tocar, ni qué significa.
Reproducción de un clamor del "toque de difuntos".
Pues la realidad es que su
significado es antiquísimo, viene de antes de Cristo, se inspira en la teología
oriental de la muerte y, sobre todo, en los egipcios: en aquellas leyendas y
dibujos en que la persona muerta es pesada, o juzgada, para saber si merece
premio o castigo, y allí están el representante del bien y el del mal
disputando para llevársela consigo al premio o al castigo. Los primeros
cristianos asumieron algunas leyendas y tradiciones orientales sobre lo que pasaba
después de la muerte. Y la literatura cristiana antigua da pistas sobre ello.
La medieval castellana lo trae claramente en sus danzas de la muerte, en los
juicios del alma, en cantidad de poemas y en los autos sacramentales.
Bueno, eso es así y dejémoslo como
está. Y ahora lo explico aplicándolo a la forma que tenemos de tocar a muerto.
Cuando uno muere, su alma ha de ser
juzgada para valorar si merece pena y castigo o premio y gloria: es uno de los
cuatro novísimos, el juicio. Pues el alma llega ante el tribunal que la va a
juzgar. El Juez supremo es Dios, y en ese juicio hay un defensor, el mismo Dios
o un ángel que defenderá al difunto con las pruebas de lo bueno que ha hecho en
su vida; pero hay también un fiscal que acusará al alma del difunto de cuenta
maldad haya podido hacer, la haya hecho o no, eso no importa, porque se la
quiere llevar al inferno. Y comienza Dios, o el ángel-defensor, a hablar: “din…”
Y el fiscal-demonio le contradice y expone lo mala que ha sido: “dan…”. Y habla el defensor: “din”, y le responde el acusador: “dan”; y vuelve a hablar el
ángel-defensor: “din”, y le
contradice el demonio-acusador: “dan”.
Y defensor y acusador se enzarzan en una discusión para ver quién se lleva al
alma: “din-dan-din-dan-din-dan…” Y tanto se enzarzan y gritan que casi ya no
se les entiende ni se entienden entre ellos mismos: es el repique rápido de las
dos campanas… Hasta que, enfadados ambos, cortan la discusión. Es un clamor.
Pero de todo esto no ha salido nada claro. Y vuelven a empezar la discusión: “din… dan / din…dan /…” Otro clamor. Y siguen,
y siguen… hasta que, eso creemos, Dios zanja la cuestión y se la lleva consigo…
El repique, pues, debiera terminar con la voz de Dios, o del ángel-defensor, es
decir, el triunfo del bien o de lo bueno que ha sido el difunto… Pero el caso
es que no sabemos a ciencia cierta cuál es la voz de cada uno de los
interlocutores: no sabemos si Dios utiliza la voz del sonido grave y el diablo
la del agudo, o viceversa… Y, porque no lo sabemos, el toque a muerto es una
llamada a cada uno del pueblo para que rece por el difunto, sabiendo que Dios
es juez justo y misericordioso y dará al difunto lo que él se haya ganado en la
vida y lo que la misericordia divina tenga a bien concederle.
Para
entender este toque hay que partir de que arranca de una dramatización, del
tipo de auto sacramental, que llega a nosotros sin palabras, pero con el
lenguaje universal de la música de las campanas, escenificando uno de los
cuatro novísimos, el juicio. Pues esa dramatización y escenificación, Micieces
las conserva idealizadas y estilizadas en el sonido de sus campanas cuando
tocan a muerto. Y no son muchos los sitios donde esto se conserva. Me pregunto
cuánto tiempo más durará: valdría la pena conservarlo, aunque fuera solo como
recuerdo histórico y bien cultural inmaterial.
TOQUE DE GLORIA: es el equivalente al toque de muerto o de difunto, pero para
cuando muere un niño. La diferencia está en que no son las campanas las que
suenan por un niño difunto, sino los campanillos, dos de ellos. También uno de
ellos tiene el sonido más grave que el otro, y también simbolizan el diálogo
entre el diablo-acusador y el ángel-defensor. Y también en este caso tendría
que terminar cada clamor con la voz del ángel, el triunfo de lo bueno, el
premio, pero tampoco sabemos qué voz le ponemos a uno y a otro. Así que estemos
seguros de que es Dios quien se va a llevar al cielo el alma del niño difunto.
JLR
Relacionado con las campanas de Micieces:
- LAS CAMPANAS DE MICIECES.
- CAMPANILLAS Y CAMPANILLOS.
- EL CAMPANARIO DE MICIECES.
Más sobre Micieces:
- EL GALLO DEL SACRISTÁN.
- "LA PERTINAZ".
- ROMANCE DE "EL CARIÑOSO".
- EL BANDOLERO PEÑARRONDO.
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