martes, 13 de marzo de 2018

Micieces de Ojeda. TOQUE DE PROCESIÓN. (Las campanas de Micieces, X).









               TOQUE DE PROCESIÓN

Antiguamente había muchas procesiones en el pueblo, la de cada santo que tenía imagen
en la iglesia y las otras más oficiales u oficializadas en la liturgia. Se han ido reduciendo al ritmo que la liturgia ha ido evolucionando y al ritmo que ha ido cambiando y disminuyendo el sentido religioso de las gentes, no solo de este pueblo. Pero todavía hay procesiones religiosas y se siguen tocando las campanas en las que se hacen, cuando hay quien las toque.
            El toque de procesión, o en la procesión, es un toque alegre. Se solía hacer volteando las campanas, las dos grandes. En casos especiales, fiesta grande y campaneros suficientes, se  llegaban a tocar los campanillos también. El toque era por volteo en el que, para que sonase bien y fuese como debía de ser, campanas y campanillos habían de ir acompasadas entre sí. Se tocaba durante toda la procesión, desde que empezaba hasta que el cura, que la cerraba, entraba en la iglesia. Y todo seguido, sin parar, menos cuando los campaneros se paraban a descansar, pero, desde luego, sin ningún control de tiempos ni de reloj. Algunas veces y debido a la impericia, falta de fuerza u otra cualquier razón, en vez de tocar por volteo, se tocaba por repique imitando la forma del toque de volteo. Pero no era lo mismo y los fieles que iban en la procesión se daban cuenta de la forma del toque y lo disimulaban con una sonrisa.
            El toque de procesión, o durante la procesión, era un toque de alegría que acompañaba al santo, o al motivo religiosos que fuese, y a los fieles. En las procesiones solo había banda de música, o quizá solo dulzaina y tamboril −dejémoslo simplemente en música en directo− el día de la fiesta mayor, en la procesión del Sagrado Corazón, que se suprimió con el tiempo, y en alguna otra ocasión aislada, esporádica y rara. Por eso el toque de campanas sonaba a solemne y daba a la procesión más consistencia que los tradicionales cánticos del pueblo. Además, dejaba a la gente más libertad para hacer los comentarios que siempre se suelen hacer en estos casos.
            Ya son pocas las procesiones que se hacen y no en todas, ni durante toda la procesión, se pueden repicar o voltear las campanas. Entre otras cosas porque no hay gente joven que lo haga. 


(JLR)

(Foto: Rosa M. Luis. V.)

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