miércoles, 12 de agosto de 2020

Micieces de Ojeda. LA MORA DE LA FUENTE (III). Berzosa de los Hidalgos.








LA MORA DE LA FUENTE 
(Parte 3ª)

Cuando la noche ha pasado
y llega la amanecida,
los dos galgos corredores
tristes andando volvían,
y a la puerta de su cuadra
el fiel caballo relincha.
Alguien lo ve sudoroso,
rápido le desensilla
y encuentra un papel doblado
con unas letras escritas:
“está con vida el cristiano
cuidado en la morería,
no se le puede mover
mientras cura sus heridas”.
Y la madre, porque es madre,
saber más cosas querría;
pero el padre se conforma
con que el hijo esté con vida.
Lentos los días se pasan
en una espera intranquila
y a los ocho del suceso
un mensajero venía.
¾Decidme, muchacho moro,
de mi hijo las noticias…
¾Su hijo, señor hidalgo,
vivo está en la morería,
que mi ama lo encontró
en el monte ya hace días
más cercano de la muerte
de lo que estaba a la vida.

¾
Pues iré a por él, que debo
traerlo a casa  enseguida…
¾No se le puede mover,
que entonces no curaría.
Mi señora sabe el arte
de curar cualquier herida.

         **********

Y después de varias lunas
el hijo a casa volvía.
Fiesta le hace su gente,
bailes, música, comida:
él parece agradecido,
pero su mente está ida.
¾¿Será el golpe en la cabeza?
¿Será alguna medicina?
Sigue saliendo de caza
al monte todos los días
con sus galgos corredores,
mas vuelve sin cacería.
¾¿Qué le pasa a nuestro hijo
que tiene la mente ida
y no presta ni atención
a las cosas que debía?,
el padre se preguntaba.
Y la madre respondía:
¾Es que tiene mal de amores
con mora de morería…
¾¿Qué le pasa a nuestro hijo
que tiene la mente ida
y no presta ni atención
a las cosas que debía?,
el padre se preguntaba.
Y la madre respondía:
¾Es que tiene mal de amores
con mora de morería…

Por el pueblo los rumores
de boca en boca corrían:
¡el hidalgo enamorado
de mujer mora se había!

También los mismos rumores
llegan a la morería.
Y las gentes de ambos pueblos,
y mucho más sus familias,
no comprenden ese amor
que consentir no podrían.
Al cristiano le prohíben
entrar en la morería;
y a la mora la vigilan
por si con él se veía.
Solo en el monte ya pueden
encontrarse, y a escondidas.
¾Si sigues con el cristiano,
te mataremos un día…
Los moros de aquel su pueblo
con este dicho le avisan.
¾¿Un hidalgo y una mora?
¡Pues perderás la hidalguía…!,
con amenaza su padre
muy claro se lo advertía.
Pero el amor es así,
que si le impiden, se obstina.
Y los dos enamorados
siguen viéndose a escondidas
y hacen planes de futuro
donde estén juntas sus vidas.

(Continuará)
(JLR)




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