miércoles, 8 de julio de 2020

Micieces de Ojeda. LA MORA DE LA FUENTE (II). Berzosa de los Hidalgos.






LA MORA DE LA FUENTE
(Parte 2ª)

Había en el brezal esa mañana
una joven mora muy galana.

Plantas, hierbas y bayas rebuscaba:
con ellas medicinas fabricaba.

El oficio de médico ejercía
con sus gentes que son la morería.

De pronto oye de galgos los ladridos,
y teme a los cristianos mal nacidos.

Un moro solo en monte de cristianos,
¡qué peligro si llegas a sus manos!

Si es una mora joven y agraciada,
¡lo mejor es … en casa y bien cerrada! 

Entre matas agrestes se ocultaba,
esperando por ver lo que pasaba.

A una liebre dos galgos persiguiendo
pasan cerca de ella rüido haciendo.

Un jinete detrás de ellos galopa,
y la rama de un roble con él topa.

El golpe en la cabeza recibido
hace que caiga al suelo sin sentido.

Todo lo ve la joven escondida
y a ver qué pasa espera estremecida.

Y al darse cuenta de que nadie viene,
al jinete se acerca a ver qué tiene.

 **********

Sale, pues, de su escondite
y al hidalgo se aproxima.
Un vistazo es suficiente
para ver lo que tenía
Le refresca con el agua,
le coloca boca arriba,
le venda la su cabeza,
le cura las sus heridas…
Coge después su caballo
que suelto está y que la mira,
sube al herido sobre él,
lo lleva a la morería,
lo acuesta en su propia casa
que hace de enfermería,
le da a beber un hervido
como mejor medicina…
Luego, sale y al caballo
le dice con voz tranquila:
Corre a tu casa, que sepan
que tu amo está con vida,
y que al cristiano una mora
le cuida en la morería.

Un papel con el mensaje
consigue atar a la silla.
Una palmada en la grupa
le da,  y así le encamina
en galope solitario
hacia su cuadra en la villa.

Del hidalgo berzoseño
nada ninguno sabía.
Espera nervioso el padre,
ansiosa la madre mira
las sombras que hace la noche,
y a san Cristóbal suplica
que de las sombras oscuras
vuelva su hijo con vida.

Los criados y sirvientes antorchas prepararon,
las cogen los vecinos y al campo se marcharon.
La luna y las estrellas a brillar comenzaron.
El resto de la noche al hidalgo buscaron.

Las antorchas se apagan, están ya consumidas,
el alba por oriente anuncia amanecida,
la gente considera que es búsqueda perdida
y vuelven a sus casas con alma dolorida.

No han visto del hidalgo ni mínima señal:
seguro que ha tenido un destino fatal.
La madre llora al hijo, el padre llora igual,
la casa está muy triste pues falta el principal.

(Continuará)

JLR



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