Había en el brezal esa mañana
una joven mora muy galana.
Plantas, hierbas y bayas
rebuscaba:
con ellas medicinas fabricaba.
El oficio de médico ejercía
con sus gentes que son la
morería.
De pronto oye de galgos los
ladridos,
y teme a los cristianos mal
nacidos.
Un moro solo en monte de
cristianos,
¡qué peligro si llegas a sus
manos!
Si es una mora joven y
agraciada,
¡lo mejor es … en casa y bien
cerrada!
Entre matas agrestes se
ocultaba,
esperando por ver lo que pasaba.
A una liebre dos galgos
persiguiendo
pasan cerca de ella rüido
haciendo.
Un jinete detrás de ellos
galopa,
y la rama de un roble con él
topa.
El golpe en la cabeza recibido
hace que caiga al suelo sin
sentido.
Todo lo ve la joven escondida
y a ver qué pasa espera
estremecida.
Y al darse cuenta de que nadie
viene,
al jinete se acerca a ver qué
tiene.
Sale, pues, de
su escondite
y al hidalgo
se aproxima.
Un vistazo es
suficiente
Le refresca
con el agua,
le coloca boca
arriba,
le venda la su
cabeza,
le cura las
sus heridas…
Coge después
su caballo
que suelto
está y que la mira,
sube al herido
sobre él,
lo lleva a la
morería,
lo acuesta en
su propia casa
que hace de
enfermería,
le da a beber
un hervido
como mejor
medicina…
Luego, sale y
al caballo
le dice con
voz tranquila:
- Corre a tu casa, que sepan
que tu amo está con vida,
y que al cristiano una mora
le cuida en la morería.
consigue atar
a la silla.
Una palmada en
la grupa
le da, y así le encamina
en galope
solitario
hacia su
cuadra en la villa.
Del hidalgo
berzoseño
nada ninguno
sabía.
Espera nervioso
el padre,
ansiosa la
madre mira
las sombras
que hace la noche,
y a san
Cristóbal suplica
que de las
sombras oscuras
vuelva su hijo
con vida.
Los criados y sirvientes antorchas prepararon,
las cogen los vecinos y al campo se
marcharon.
La luna y las estrellas a brillar
comenzaron.
El resto de la noche al hidalgo buscaron.
Las antorchas se apagan, están ya
consumidas,
el alba por oriente anuncia amanecida,
la gente considera que es búsqueda perdida
y vuelven a sus casas con alma dolorida.
No han visto del hidalgo ni mínima señal:
seguro que ha tenido un destino fatal.
La madre llora al hijo, el padre llora
igual,
la casa está muy triste pues falta el
principal.
(Continuará)
JLR
JLR
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