En los siglos XVIII y XIX es común el bandolerismo en España, sobre todo en Andalucía, Castilla la Nueva y Cataluña (bueno, ahora es más común en todas partes, pero los bandoleros ya no tienen el mismo "estilo"). Muchos bandoleros (y bandidos) se hicieron famosos y sus andanzas quedaron recogidas en los "pliegos de cordel" y en la memoria popular: El Tempranillo, Juan Palomo, El Vivillo, Luis Candelas, Los siete niños de Écija, Peñarrondo, El Cariñoso...
En el norte de Palencia también hubo bandoleros y algunos pasaron por las Ventas de Micieces.
EL BANDOLERO PEÑARRONDO
U
|
na
venta se levanta
de
adobe, de cal y canto
en
un cruce de caminos,
antes
Reales llamados,
que
perdieron su importancia
cuando
llegaron los autos.
y
limita a la de Payo,
Quintanatello
está al norte
y
Olmos al otro lado.
Suelen
parar en la venta
los
de caminos más largos:
aquí
descansan sus vacas,
sus
mulas y sus caballos,
y
el caminante hace noche
cuando
lo precisa el caso.
P
|
or
el camino a la venta
un
grupo se va acercando:
cabalgan
tres yeguas pardas
y
un cuarto viene en caballo.
La
banda del Peñarrondo
la
noche pasó en el llano:
fue
buena la correría,
sin
riesgo y poco trabajo,
y,
con las bolsas ya llenas,
buscan
almuerzo y descanso.
─No paremos en
la venta
por si nos
siguen los pasos,
vámonos a la
montaña
que más seguros
estamos…
aunque solo sea
un rato:
al posadero una
deuda
le debo desde
hace un año,
y Peñarrondo sus deudas
Y
en argollas incrustadas
en
una pared del patio
atan
sus caballerías,
y
ellos en la casa entraron.
Todos
los que dentro estaban,
sorprendidos,
se callaron.
Y
el ventero, servicial,
se
adelanta a saludarlos.
─Creí que libre
no estabas,
que te habían
atrapado…
Mas
en voz baja le dice
el
jefe de aquellos cuatro:
─Mejor no
pronuncies nombres,
por si hubiera
algún chivato.
Alguien
se va hacia la puerta
con
paso disimulado.
Peñarrondo hace una seña,
los
suyos salen al paso:
lo
devuelven a su sitio
Y
el jefe de aquella banda
dice
sereno y pausado:
─Veo que sabéis
quién soy.
Las gentes me
han apodado
Peñarrondo, el de la Peña,
que mi nombre
no hace al caso:
Solo vengo de
visita,
y no quiero
haceros daño.
Una deuda a
este ventero
le debo desde
hace un año:
es deuda de la
familia
a causa de los
sembrados.
No producía la
tierra
ni siquiera
para pagos
y nos quitaban
la casa
si el arriendo
no pagábamos.
Pedí dinero al
ventero
He tenido algún
problema
porque va mal
el trabajo.
Con esta bolsa,
ventero,
la deuda aquella
te pago.
sus deudas,
tarde o temprano!
Y
deja en el mostrador
la
bolsa tintineando.
El
ventero, sin tocarla,
le
responde emocionado:
es tu presencia
buen pago.
Sentaos y
descansad
mientras os
preparo algo,
que se anda mal
el camino
si va el
estómago plano.
A
|
lza
la voz Peñarrondo
y
a los presentes ha hablado:
─Que de la
venta no salga
nadie durante
este rato:
no quiero que alguien
se marche
y se convierta
en chivato…
Después os
iréis a casa,
cuando nosotros
salgamos.
Y que sepa todo
el mundo
que Peñarrondo es honrado,
que paga todas
sus deudas
y que a gente
no ha matado.
Dales de beber,
ventero,
que esta ronda
yo la pago.
Y
desayunan y beben
los
bandoleros, los cuatro.
Y
al vino le hacen honores
todos
aquellos paisanos.
Y
se reaniman las charlas,
y
el tiempo se va pasando.
E
|
l
Peñarrondo
les dice
─Dejad que
marchemos antes
y concedednos
un rato.
Cuando ya no
nos veáis,
tranquilos podéis
marcharos.
Nosotros a la montaña
Nosotros a la montaña
poquito a poco
nos vamos.
Como
amigos se despiden
del
ventero y los paisanos.
C
|
abalgan
tres yeguas pardas,
y
Peñarrondo,
un caballo.
La
banda de aquellos cuatro
en
la montaña encontraron
refugio,
casa y hogar,
y
protección y resguardo.
José Luis Rodríguez Ibáñez
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