RÍO MICIECES (y III)
(Continuación)
Los ingenieros y
técnicos que hicieron la concentración parcelaria se llevaron una sorpresa.
Para ellos tanto los arroyos de este
campo miciecense, como sus dos ríos, no eran sino arroyuelos poco significativos en cuanto al caudal que
podían llevar. La primera, o segunda, o tercera… tormenta les dio una lección,
que, por otra parte, los del lugar ya sabían: se llevó los tubos puestos para
ser puente de algunos caminos. Y es que el río nuestro es muy morigerado,
humilde y sencillo, y en este aspecto de riadas no suele alterarse mucho. Pero
cuando se le hinchan las narices y dice aquí estoy yo, se lleva lo que pilla
con una fuerza increíble. Yo no le he visto nunca subir hasta el pueblo, pero
casi-casi. Es que su cuenca es muy amplia. Y enseguida se nota que ha llovido
por allá arriba: el agua baja roja por la arcilla de las tierras.

El río Micieces desde el paso de San Lorenzo hacia las Adoberas. (A la izquierda, en dirección al Río Viejo. A la derecha hacia el pueblo)
Además de hacer un
nuevo trazado al río, no todo él sino por muchas zonas de su recorrido, esos
ingenieros y técnicos limpiaron el cauce y lo rehicieron. Y de tal modo
limpiaron el río que el pobre quedó desconocido y arrugado, como oveja recién
esquilada: arrasaron con toda la vegetación de sus orillas. Antiguamente (y no
tan antiguamente) no se veía el pueblo, las casas, de Micieces hasta que
estabas dentro de él: el arbolado lo rodeaba por todas partes. Primero llegó la
plaga de los olmos que secó todas las olmedas y cepudas que había en el alrededor. Después llegó la concentración
parcelaria que, en favor de la agricultura, eliminó todo el arbolado, las
linderas, los setos, rehízo arroyos, trazó nuevos límites a las tierras… y las
de labranza quedaron libres de todo para mejor ser labradas. ¡Y el pueblo quedó
al descubierto! Pero el río va saliendo por sus fueros y ya tiene en sus
riberas arbolado suficiente como para señalarlo desde lejos. Aparte de los
plantíos que se han ido sembrando.
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La alcantarilla. |
El río Micieces, en Micieces, ahora solo tiene
un puente de un solo ojo, de obra, en el ramal de carretera que une la 2233 con
el pueblo. Sustituyó a uno de madera que estaba unos metros más abajo del
actual emplazamiento. Los mayores del lugar recuerdan cuándo lo hicieron siendo
ellos mozos. Hubo que hacer un terraplén para alcanzar la altura deseada sobre
lo que es el río, que en ese punto apenas tenía profundidad. Y junto a él, una
alcantarilla muy grande, tan alta como el puente y cuya abertura es un poco
menor que él. Era para dar salida rápida a las posibles grandes avenidas originadas
por tormentas. Pocas veces vi yo que fuera muy necesaria. Sí, en cambio, hubo
un tiempo en que por ella desaguaba el arroyo que venía de San Andrés y del Aguachinal. Y en no pocas ocasiones, en
los tiempos pasados, los gitanos y otras personas que hacían trashumancia por
los pueblos la aprovechaban para pasar las noches y los días. Nuestros mayores
siempre nos recomendaron no entrar en la alcantarilla: sus motivos tenían
porque alguno sí que cogió en ella una buena piojada (en el habla de la zona
diríamos piejada). Lo que sí solíamos
usar eran los finales de sus muros terminados al estilo de toboganes, y como
tales los usábamos los chiguitos y chavales.

Antes el río tenía más
puentes, pero de madera. Me acuerdo de cuatro que eran solo para el paso de
personas y eran unos simples maderos, más o menos igualados, algunas veces
cubiertos de céspedes. Estaban: uno en el paso de las praderas de abajo;
otro en el de las de arriba camino de
San Lorenzo; el tercero, en mismo camino de San Lorenzo, al terminar las
praderas; y el cuarto, en el paso a la Lama, en el río Viejo. Además había otro
más ancho para paso de animales y carros en la vega de Abajo, por el Campano:
todos desaparecieron por innecesarios. El del Campano, porque ahora hay camino
de concentración por ambas orillas del río. Al terminar las antiguas praderas
de arriba (hoy parque y chopera) han hecho un badén de cemento que suple
perfectamente al antiguo puente de maderos, y lo han arreglado de tal forma que
las personas pueden pasar fácilmente y sin mojarse. Igualmente han hecho otro
badén de cemento en el río al cruce del camino que baja de San Lorenzo a las
antiguas adoberas y al camino del Indiviso. Y también en el paso a la Lama. En
cuanto al de las praderas de abajo: desaparecieron las praderas a favor de las
tierras de cultivo y el sendero que llevaba a los huertos y, por tanto, ya no
se necesita puente en ese lugar.
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Invierno |
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Verano |
Además de esos puentes
del río, había, y sigue habiendo, otros en el cuérnago: uno, después del molino
de abajo dando paso al río y a las pradera de abajo. Siempre lo conocí de
cemento (creo que lo hizo el dueño de la casa que hace esquina con él). El otro
estaba en la esquina de la Pesquera y daba paso a las praderas de arriba: fue
de dos o tres maderos hasta que el dueño de la casa de enfrente lo hizo de
cemento. Ahora hay otro de cemento inmediatamente después del molino de arriba
para pasar coches y tractores hacia la
zona deportiva y parque de arriba, en el camino de San Lorenzo.
Aquellos puentes de
madera (eran simples maderos que hacían de pasarelas, aunque siempre los
llamábamos puentes) desaparecieron. Pero el de la carretera, el de siempre para los que somos de más acá
en el tiempo y no conocimos el otro, sigue resistiendo, con sus arreglos, sus
abolladuras debidas al paso sobre él de las grandes máquinas, y sigue siendo un
bonito mirador para ver las crecidas y las bajadas de agua, los peces y las
truchas, los enclaraguas y el reflejo de la vegetación en el agua embalsada… Y
todavía las barandillas del puente se menean cuando
paso… Debe de ser porque son viejas ya… ¿O será por mis años y por mi peso…?
JLR- Pepe
Y cuando no hay puente...
El río y el cuérnago.
Al pasar el puente... (entrada a Micieces)
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