SAN BERNABÉ, EL DE MICIECES
EL SAN
BERNABÉ DE LA IGLESIA PARROQUIAL: Es una talla en madera policromada. Ss. XVI-XVII.
Artísticamente parece de un escultor
popular: pies, manos y cabeza están desproporcionados respecto al cuerpo. Está
en la pared frontal de la nave derecha ¾mirando al altar mayor¾ de la iglesia parroquial).
Fue allá por los
finales del s. XVII (aproximadamente). San Isidro, el de Madrid, era el patrón de los labradores, sobre todo de los españoles. Pero el rezar, el encomendarse
a alguno más, el seguir levantando los ojos al cielo en oración esperanzada, no
estaba nunca de más. Y la devoción a san Bernabé, como protector de los sembrados y de los
labradores contra el pedrisco, los granizos y las tormentas veraniegas, se extendió por toda la cristiandad. El único seguro que el
labrador tenía, y del que estaba más o menos seguro, era Dios. Y san
Bernabé debía de ser un santo de cierta influencia, que no en vano se
había ganado el título de apóstol, aunque fuese de segunda línea.
Y, además, su
fiesta caía muy a propósito: el 11 de junio. Estaba en los días más largos, es
decir, cerca del solsticio de verano. Y nacen los refranes relacionados con el
campo y el santo:
·
SAN
BERNABÉ (o Por san Bernabé): el trigo espigaré; el centeno cerneré; y la cebada
no sé si podré. (Espigar: cuando los
cereales echan la espiga. / Cerner: referido a los cereales y sus espigas,
florecer: el centeno se dice que cierne cuando florece).
·
El
día de san Bernabé dijo el sol: “Aquí estaré”. (Porque son ya días de mucho sol, ya propios del verano).
·
Desde
san Bernabé, al centeno se le corta el pie. (Si es para forraje, se puede segar ya).
·
Malo si, por San Bernabé, no
ha dejado de llover. (Si llueve mucho,
ya es a destiempo: estropeará la cosecha).
·
Trigo florecido en San Bernabé,
para agosto tira de tu panera la pared. (Si florece el trigo por estas fechas: buena
cosecha).
·
Para el día de San Bernabé la siega de prados está bien. (La hierba y forrajeras, se pueden ya segar por estas
fechas).
·
El día de San Bernabé dice el sol: «Hasta aquí
llegué y de aquí no pasaré».
·
Dijo el sol a san Bernabé:
“Más no me levantaré”. (No va a subir más en el horizonte porque ya llegó al
solsticio. Por eso: no se elevará más.)
·
El día de San Bernabé, llena la oveja el saco; el día de Santo Tomás, llena
la oveja una cuarta nada más. (Todo se
debe a los días largos o cortos: la oveja pace más o menos tiempo).
Hoy día muchos de los refranes
que hacen referencia a la agricultura y al
tiempo han perdido su validez,
totalmente o en parte. Puede haber influido mucho, y lo ha hecho, eso del
cambio climático. Pero también la cuestión de sistemas de cultivo, de siembra,
las nuevas semillas… Si es que, aunque no lo parezca, también en la
agricultura las ciencias avanzan que es una barbaridad…
Pues Micieces, pueblo agrícola,
creyente y siempre mirando al cielo para
rezar y ver qué caía de él o que le deparaba
el tiempo, decidió que necesitaba un santo protector de sus sembrados, sobre
todo de los cereales. ¿Y qué mejor santo que uno que fue apóstol y al que ya se
rezaba en el pueblo, en la iglesia universal y en los pueblos aledaños? Y
buscaron un santo, su santo, en algún taller popular, pero no chapucero. Y el
artista se lo ofreció a buen precio (es un suponer, que si no, no lo compran).
Había por los pueblos de una
cierta importancia talleres de artistas,
escultores y pintores, que se dedicaban a hacer santos y
cosas de iglesia, además de completar sus ingresos con otras fórmulas
artísticas. Y el artista aquel les aseguró un buen santo y a un precio
discreto.
Cuando se
llevaron a su pueblo la imagen y los miciecenses la vieron, es de creer que no
todos quedarían contentos y más de alguno se sentiría decepcionado: aquel
san
Bernabé parecía hecho con restos
de otras obras que el artista no había podido ensamblar en otras imágenes. ¡No había proporción entre
cabeza y cuerpo, brazos y manos…! ¡Daba la sensación de que algo no pegaba en
la imagen!
Mas, aunque
hubiera sido un palo de escoba, lo hubiesen aceptado, porque el verano estaba
encima ya, la cosecha ofrecía esperanzas y las nubes seguían amenazadoras… Así
que con muy buen criterio, alguien les convencería de que lo importante no era
la imagen, sino la realidad que representaba: ¡y esa realidad era un santo
apóstol patrono de los sembrados!
Y la verdad es
que el san Bernabé de Micieces no es feo, aunque sea desproporcionado.
Y su cabeza es muy expresiva, auténtico retrato de un personaje de la
helenidad. Los rizos de su pelo y de su barba son auténtico retrato de un
personaje romano. El manto, echado sobre el hombro y ceñido a la cintura, lo
está de una forma romana muy elegante. A su brazo derecho solo le falta
añadirle las palabras que está diciendo: gesto de predicador. El dedo gordo de
la mano derecha es…
enormemente grande: así podía sostener una buena manada o ramo de espigas. En la mano
izquierda sostiene un gran libro, apoyándolo en el cuerpo a nivel de la
cintura. Es, supuestamente, el Evangelio de San Mateo, del que fue fiel
copista y trasmisor. Los pies, lo que se ve, los dedos, pues el resto se lo
tapa la túnica, también son desproporcionados en grande. En el lenguaje
iconográfico bien puede querer resaltar aquella frase de la biblia: “dichosos los pies de los que anuncian el
evangelio”, frase muy apropiada a la vida de san Bernabé.
El colorido, tal
como ha llegado a nosotros, es vivo, llamativo y no desagradable. Su túnica en
azul oscuro está tachonada de estrellas doradas. El manto es rojo intenso con un borde dorado. No es ropa de
pobre. Es que la imagen representa un patricio romano, o helénico, de buena
posición social y económica, tal y como parece que fue la realidad de la vida del
santo antes de ser apóstol.
Pues este es el san
Bernabé al que hemos rezado los miciecenses pidiendo protección para
las cosechas, y al que sacábamos todos los años en procesión sin más adornos,
no los necesitaba, que unas flores y una manada de espigas atada a su enorme
mano derecha.
NO HAY MAL QUE
POR BIEN NO VENGA
Pero hete aquí
que un año (2015) se le sacaba en procesión como todos, con sus flores, su
manada de espigas, con el pendón abriendo la procesión (precisamente el pendón "nuevo" se estrenó el día de san Bernabé de 1955), sus gentes cantando y rezando… y charlando y mirando al
campo (otra forma de rezar). Y alguien de los portadores de las andas, dudó al
echar el pie, tropezó, tembló, se desniveló, perdieron todos el paso y el
santo, el pobre, vino a dar con sus huesos ─bueno, es un decir─ en el suelo. Un
“¡Ay…!” medio contenido resonó en
toda la procesión. Disculpas, esques, si es que no miráis, si no puedes con el
santo… El caso es que se rompió, y bien roto, en varios trozos… Y entonces,
hasta los que nunca se había acercado a la imagen de san Bernabé se dieron
cuenta de que estaba carcomida, rajada, podrida… Lo raro es que hubiera durado
tanto… Yo creo que el santo, desde su cielo bien ganado, se reiría y estaría
contento: ¡por fin lo iban a meter en el hospital y le arreglarían de una vez todos
los desperfectos, los de la caída y los del tiempo…!
¿Y cómo hacerlo?
En todo pueblo siempre hay alguien que tiene solución para todo… Y entre las
muchas soluciones propuestas, acertaron con la mejor. Una miciecense era
especialista en restauraciones de
imágenes. Ya lo había demostrado con una pequeñita que siempre estaba
medio olvidada junto al altar mayor. Comisión de mujeres que le piden ayuda.
─Sí, pero el
párroco ha de dar permiso, que si no, no se pueden tocar las imágenes de la
iglesia…
Y el párroco,
don Ventura G., lo dio. Y se llevó la imagen de san Bernabé, no sé si en
ambulancia, seguro que no, pero sí vendada y con sumo cuidado, a Zamora. Reunió
a su equipo de restauradoras, todas del equipo de restauración de la catedral
de Zamora, y comenzaron a trabajar…
(JLR)
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