domingo, 7 de abril de 2013

PARA UNA HISTORIA DE MICIECES DE OJEDA 3ª






MICIECES DE OJEDA:

DE TRES PUEBLOS, UNO
(PARTE 3ª) 



Por: JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ IBÁÑEZ (PEPE)


En este contexto histórico nacen tres núcleos habitados en este valle, casi llanura, al amor de las fuentes y de las aguas de un pequeño río, más bien arroyo, y con la perspectiva de buenas vegas, campos de cultivo, praderas y montes de madera y leña: San Lorenzo, San Andrés y Micieces. Quizá los repobladores vinieron en diferentes oleadas, quizá vinieron juntos en una sola y se dividieron en tres grupos, quizá fueran todos de la misma familia, o quizá no, quizá lo único que tenían en común era las ganas de una nueva vida en un nuevo lugar…


1.- SAN LORENZO: No lejos del río, en un terreno elevado para evitar sus crecidas, junto a una fuente homónima de la ermita, en la que se llamó Vega de Arriba, asomándose a los sembrados y a los antiguos huertos se aposentaron algunos formando un poblado que, con el tiempo, parece que tuvo categoría de pueblo. Ha llegado hasta nosotros la ermita dedicada a San Lorenzo (de ahí el nombre por el que siempre hemos conocido ermita y zona), románica (s. XIII), popular y sencilla, rectangular, en mampuesto de calicanto, orientada en la línea este-oeste. (En otro sitio la hemos descrito). Al norte, a partir de de la pared norte, está ubicado el cementerio, convertido ahora en jardín, explanada o sitio de reunión cuando los fieles se juntan en la ermita. De las tierras de al lado, al hacer labores de labranza, se han sacado piedras y restos de construcción, lo que significa que en tiempos hubo un pueblo o casas alrededor de la ermita del santo.


Este poblado y su zona toma su nombre del santo español mártir en Roma. Se le tenía mucha devoción en las Edades Antigua y Media, ya antes de la invasión mora, porque, además del atractivo que tenían su vida y su martirio, era protector contra los males provocados por el fuego, y recordemos que cualquier correría bélica casi siempre terminaba quemando los pueblos y los sembrados. Por estas épocas no eran infrecuentes las aceifas (correrías) de los moros en tierras de cristianos, y viceversa. 

2.- SAN ANDRÉS:

Cuentan, contaron, los abuelos que sus abuelos contaban que habían oído decir a sus abuelos… que en torno a la fuente de San Andrés hubo un pueblo… Es la tradición oral, que seguramente en algún documento estará confirmada por escrito. 

Fue otro poblado, no sabemos si grande o pequeño, que se levantó a la izquierda del río y junto a una fuente que siempre hemos conocido con el nombre de San Andrés. No queda nada de él ni las últimas generaciones de miciecenses recuerdan haber visto nada, a no ser alguna piedra de construcción sacada al labrar las tierras donde se supone estuvo el pueblo. Continúa la fuente dando agua, pero ha sufrido tantos corrimientos de sitio, tantas formas de recoger sus aguas y tantas veces la han desviado su manantial que, la pobre, ha perdido la prestancia que posiblemente tuvo para dar nombre a un poblado, o tomarlo de él, y ahora confunde sus aguas con las de un calce de riego que allí vierte las suyas.

¿El nombre de San Andrés? No se puede pensar que lo tomó del vecino monasterio de ese nombre, porque el poblado seguramente ya existía cuando se fundó el monasterio de ese nombre (en el 1185). San Andrés es el nombre del apóstol, hermano de san Pedro, cuya devoción estaba muy extendida por todo el mundo cristiano ya antes de la invasión árabe.

3.- MICIECES:

Es el otro que conforma este trío de pueblos cercanos. Este sí tuvo siempre la categoría de pueblo.
El nombre de Micieces posiblemente proceda del plural de una palabra latina (messis) que significa mieses, queriendo decir en tal caso que este pueblo era productor de cereales (las mieses). (En los alrededores hay pueblos que tomaron su nombre haciendo referencia al lugar que ocupan o a lo que producen: La Vid, Prádanos, Oteros, Dehesa de Montejo, Vega de Bur, Berzosa, Revilla, Olea...)


Tampoco hay que descartar que proceda de una voz árabe que suena a “maxices” y que significa “bereber”, es decir, habitante de una tribu del norte de África, dando a entender que serían sus primeros repobladores, o el jefe de la familia que lo repobló, gentes procedentes del ámbito moro. (Recordemos que por aquí hay otros pueblos que recibieron el nombre del origen de sus repobladores: Báscones, de vascos; Moarbes, de mozárabes; Dehesa de Romanos, de los romanos, es decir, de los de origen romano, no visigodos; Quintanatello, del nombre propio Tello; Villabermudo, villa de Bermudo...) 

En el siglo XIII (con Alfonso VIII, 1203) aparece ya el nombre de Mexieces. En un documento de 1208 referente a Vega de Bur aparece con el de Messiezes.


FERNANDO DE ROBLEDILLO (o ROBREDILLO)

·  En el siglo XIII (con Alfonso VIII, 1203) aparece ya el nombre de Mexieces. Y fue este rey quien “donó el lugar de Mexieces a Fernando de Robledillo, su fiel vasallo”, en el año 1203.

·  Se dice en el escrito: “Y fue este rey (Alfonso VIII) quien “donó el lugar de Micieces a Fernando de Robledillo, su fiel vasallo” (año 1203). Pues el tal Fernando de Robledillo (en las crónicas aparece escrito Robredillo) era servidor del rey Alfonso VIII con el cargo de escanciador. En la batalla de las Navas de Tolosa (1212) aparece como hombre de confianza del rey, y no podía ser menos con el cargo que ejercía. Y así mismo en otras campañas cercanas a la fecha de la batalla de las Navas.  (Cfr. VARA, Carlos: “Las Navas de Tolosa”, 1ª ed. Barcelona, 2012, pág. 67).

·  Escanciador: 1. adj. Que sirve la bebida, especialmente los vinos y licores. U. t. c. s. (Dicc. de la RAE). Podrían ser sus sinónimos: copero, sumiller, mayordomo…    

Pero en los tiempos antiguos era más que un simple escanciador o catador de bebidas. Su misión fundamental era la de comprar, guardar y escanciar (servir) el vino del rey y sus huéspedes. Él era el responsable de la bebida del rey, de los suyos y, en general, de la corte. Y de tener siempre dispuesta la bebida para el rey en sus habitaciones, comedor… Y de que la bodega del rey siempre estuviese surtida. En aquellos tiempos en que no eran infrecuentes los envenenamientos mediante la bebida, no cabe duda de que quien ejercía el cargo de escanciador real había de ser de la máxima confianza del rey. Y esto lo fue Fernando de Robledillo  (o Robredillo) con Alfonso VIII en las Navas y en otras ocasiones, guerras y batallas.

El vencedor de las Navas ya había premiado su fidelidad donándole “el lugar de Micieces” en el año 1203.


Posteriormente está transformado en Meçieces (en tiempo de Fernando III). En el siglo XIV (1345) aparece con el nombre de Mexeces. En el XVIII (1753, con el Marqués de la Ensenada) es Miziezes.


En la antigüedad tuvo que pagar abadengos (diversos impuestos por el cultivo de tierras y otras riquezas) a los monasterios de Santa Eufemia (Olmos) y de San Andrés.

Hay que hacer notar que la iglesia parroquial, elevada sobre un alto y separada del pueblo, tiene sus restos más antiguos del románico (hacia el s. XIII) y que la inscripción más antigua en libros de la parroquia es en el de bautismos, del año 1529.

Micieces de Ojeda : libros parroquiales


(El concilio de Trento (1545-1563) ordenó anotar los bautismos, aunque antes ya se hacía en muchos sitios.


Bautismos ……………………….. desde 1529
Confirmación ……………………. desde 1863
Matrimonios ……………………… desde 1567
Defunciones …………………..… desde 1567
Fábrica (edificios) ……….…… desde 1709


El trazado de las calles del pueblo es básicamente de líneas rectas, con dos calles que se cruzan en ángulo prácticamente recto en el mismo centro. La principal iba a lo largo de un arroyo que más arriba se bifurcaba para recoger las aguas de dos valles: ahora están ambos cubiertos y hacen, además, las funciones de colector de aguas negras. La otra se encamina, ahora rectamente, a la iglesia parroquial (antes terminaba empalmando con el camino de Berzosa) y, por el otro extremo se va a perder al río y molino y camino del Indiviso. A estas dos se fueron añadiendo otras, también más o menos rectas, según iba creciendo. Esto nos indica que su trazado no es muy antiguo. La construcción actual podría ser del siglo XVIII


Las casas más antiguas que han llegado hasta nosotros no son anteriores al siglo XVII y se presentan como típicas del norte, cántabras o vascas: vigas horizontales, otras menores verticales que las unen y otras inclinadas de una horizontal a otra. Los espacios intermedios se rellena de adobes pegados con barro arcilloso, en postura horizontal o inclinada. Por esta zona no existe la piedra de construcción, sí la arcilla o diferentes tierras para hacer adobe. Los tres molinos y la fragua, arreglados y restaurados, conservan visible esta forma de construcción, y algunas otras casas antiguas.



En una de las esquinas que forman en el centro mismo del pueblo el cruce de las dos calles principales se levanta una iglesia pequeña, a la que siempre hemos conocido con el nombre de ermita. Es casi seguro que su origen se remonta a tiempos anteriores al siglo XVIII: podría ser incluso románico, quizá de la misma época de la ermita de San Lorenzo y del ábside de la iglesia parroquial, pero que, por los motivos que fuesen, se rehízo o reformó en el siglo XVIII conservando las paredes maestras, la espadaña, la puerta y la ventana. Por necesidades de espacio, se haría un coro cuya escalera taponó una ventanilla en forma de saetera, ahora descubierta. 

Como pueblo ha debido de tener épocas de bonanza económica que repercutieron en las obras religiosas: 

· Desde finales del XII y parte del XIII: se hacen la ermita de San Lorenzo, lo más antiguo de la iglesia parroquial y, seguramente, lo que queda antiguo de la ermita de la Virgen de la Calle.

· Del siglo XVI: es la parte rehecha en gótico de la iglesia parroquial, su sagrario, las imágenes de los patronos San Julián y Santa Basilisa, la de San Roque y la de la Virgen de la Calle.

· Del siglo XVII: los retablos de la ermita de San Lorenzo, de la ermita de la Calle y el mayor y el lateral de la parroquia.


· Del XVIII: es la ermita de la Virgen de la Calle (en su estructura antes de la reforma del 2007) y la portada y contrafuertes de la iglesia parroquial.



Quizá podríamos citar otros elementos artísticos, pero valga con estos para señalar las épocas de mayor bonanza económica. La economía se basaba en la ganadería, en la agricultura y en la industria que se derivaba de ambas. El cultivo de la tierra estaba basado, sobre todo, en cereales, legumbres y lino.

El siglo XIV tuvo para Castilla (en realidad para toda la España cristiana e, incluso, para toda Europa) una trascendencia extraordinaria. En los años 1315 al 1317 hubo un cambio climático (se le llamó “pequeña edad de hielo”) que provocó una gran sequía y la casi anulación de productos alimenticios. En el 1348 aparece la peste negra, la gran peste se la llamó. Hubo zonas de Europa en que murió más del 50 % de la población. De la diócesis de Palencia se abandonaron más del 20 % de las parroquias. Y hubo diócesis que se quejaban de que habían dejado de percibir más de la mitad de sus ingresos a causa de las muertes habidas. Y siendo tan mortífera esa epidemia, no fue única: casi matemáticamente cada diez años volvía a aparecer con nueva virulencia. Consecuencias de estas tragedias: la población se diezmó, el campo se queda sin brazos que lo trabajen, las hambrunas empezaron a aparecer, las gentes, debilitadas, eran fáciles víctimas de todo tipo de enfermedades, se encarecieron los alimentos, los campos se abandonaron, desaparecieron pueblos… Y, en contra de lo que pudiera parecer, las guerras internas y externas continuaron, despoblando aún más los campos… El siglo siguiente, el XV, todavía sufriría las consecuencias de la falta de población.


Desgraciadamente las plagas, pestes, epidemias… más o menos extendidas y con mortalidad diferente, pero siempre grandes y graves, no dejaron de estar presentes en la geografía hispana a lo largo de siglos sucesivos. (otra, de cólera, muy grave ocurrió en el 1885).

Hay una cosa que nos parece curiosa a las gentes de hoy si no sabemos los porqués: el suelo de la iglesia parroquial está enlosado de una forma muy regular con piedra. Siempre se ha dicho que bajo las losas había enterramientos. Ciertamente en un periodo de la antigüedad se enterraba dentro de las iglesias. Luego se prohibió hacerlo por cuestión de higiene. Y otra curiosidad: el presbiterio de la iglesia parroquial, que es de piedra tallada, estuvo en tiempos encalado. Fue el obispo de la diócesis (así lo cuentan los que lo recuerdan) quien mandó rasparlo, explicando que la piedra es artísticamente de mucho más valor que la pintura de cal: se nota claramente el encalado todavía. ¿Por qué lo pintarían con cal nuestros antepasados? Simplemente por higiene: la cal era un desinfectante y así luchaban contra las plagas y pestes.


¿Y qué fue de los otros dos pueblos, o poblados, o caseríos? Desaparecieron. ¿Cómo, cuándo y por qué desaparecieron? Todavía es un misterio histórico. Quizás por alguna peste, o simplemente por su desgaste vital..., como sucedió con el poblado del Indiviso. Y como está sucediendo ahora en muchos pueblos de Castilla. Lo cierto es que cuando se habla (siglo XIV) de pagar abadengos a los monasterios de Santa Eufemia y de San Andrés figura el nombre de Micieces, no el de los otros dos. O habían ya desaparecido por esas fechas o el pueblo principal era ya Micieces. En 1611 hay una bula del papa Pío V sobre la Hermandad de San Lorenzo, pero no significa que el poblado siguiese todavía con vida: podía tener su sede en la ermita del Santo, aunque la gente fuese de Micieces. Y sí se cuenta que, por la fiesta de San Lorenzo, se bajaba al santo a Micieces y luego se le volvía a su ermita. Parece que San Andrés desapareció primero, quizá hacia el siglo XIV y San Lorenzo en época muy posterior, finales del XVII o ya en el XVIII.

Seguramente Micieces siempre fue el núcleo principal de estas tres poblaciones.













Los datos históricos y toponímicos está tomados, sobre todo, de:

- F. Roberto Gordaliza Aparicio y Miguel A. Ortiz Nozal, “Boedo-Ojeda y Ribera: Apuntes de Historia, Arte y Toponimia”, Palencia 2004.


- Miguel A. Ortiz Nozal, “Apuntes históricos, Herrera de Pisuerga: Retazos de historia, Valle de Ojeda”, nº 97.


- vv.aa. Micipedia (s/f).


- Anónimo. Libro de Leandro (s/f).




Relacionado:

- Para una historia de Micieces, parte 1ª
- Para una historia de Micieces, parte 2ª

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Himno a Micieces de Ojeda