martes, 1 de octubre de 2019

Micieces de Ojeda. ¡A CONCEJO! (El tronco de ciruelo y san Pedro (parte II).






EL TRONCO DE CIRUELO Y SAN PEDRO
(PARTE II)

¡A CONCEJO!

(El merino cumplía funciones que, en la actualidad, desempeñan los jueces).

Pasaron meses y años,
pasó no sé cuánto tiempo,
y las gentes se acordaban
del santo aquel, su san Pedro:
se perdió la procesión
y se perdían los rezos…
Y todo el mundo sabía
que san Pedro es muy san Pedro,
que con llaves o sin ellas
abre las puertas del cielo…

Así que un día cualquiera
de cualquier año del tiempo,
pero en un siglo pasado,
hace de eso mucho tiempo,
se convoca a los vecinos,
por grave causa, a un concejo.
Bajo la olma reunidos
según tradición del pueblo,
practican la democracia
hablando todos a un tiempo.
Hasta que el merino, harto,
manda que guarden silencio,
que así no se arregla nada
si seguimos discutiendo,
y que el señor cura diga
con sermón breve y concreto
lo que tenemos que hacer
y lo daremos por hecho.

Carraspeó el señor cura
y habló así al pueblo atento:
-El san Pedro se marchó
hace tiempo hacia su cielo:
o nos quedamos sin santo,
o compramos uno nuevo.
Desde el fondo del gentío
una voz levanta el vuelo:
-No queremos otro santo,
que queremos a san Pedro.
Un silencio sorpresivo
se apodera del congreso.
Después, un leve murmullo
que se convierte en voceo…
-¡Queremos un santo nuevo,
y que el santo sea san Pedro…!
La multitud entusiasta
grita con el alma y cuerpo
(el pueblo entero está allí,
no llegan a ciento y medio):
-¡Que sea un Pedro san Pedro…!
¡Que san Pedro sea un Pedro…!
Y lo repiten cual mantra
para que llegue hasta el cielo.
Las autoridades dudan
con semejante revuelo;
el merino mira al cura,
el cura mira hacia el cielo;
el pueblo sigue gritando
y pidiendo su san Pedro…
Y el merino, puesto en pie,
manda que guarden silencio:
-¡Que os calléis de una vez…!
¡Que me escuchéis en silencio…!
Y les explica que ya
tiene aprobado el decreto
para comprar otro santo
guapo, milagroso y bueno…
-Y ese será –añade el cura-
por siempre el san Pedro nuestro…!
Y toda la gente grita
con alegría y contento:
-San Pedro el nuestro, san Pedro;
san Pedro, san Pedro el nuestro, …!

(JLR)
                                            (Continurá...)





























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