Aunque las
campanas de los pueblos tengan también una función social y laica, su misión

En Micieces, como llamada a la misa
mayor, propia de domingos y festivos, se tocaban las campanas del campanario
parroquial. Mientras se pudo, este toque de llamada a la misa se hacía mediante
volteo de las dos campanas. Si solo se podía una, se volteaba una nada más:
dependía de los que hacían de campaneros. Cuando se complicó demasiado la
subida al campanario, sobre todo si eran niños los que tenían que subir a
tocar, se cambió en volteo de campanas por el repique, que se simplificó en el
repique de una sola. Pero quien llamaba a la misa solemne, la misa mayor, era
la campana, una o dos, no el campanillo.

La llamada del toque a misa era
triple, es decir, se tocaba tres veces. El primer toque se hacía un cuarto de
hora antes de la fijada para la misa; el tercero sonaba al empezar la misa,
cuando el cura estaba saliendo ya al altar; y el segundo en el espacio de
tiempo entre la primera y la tercera. En el lenguaje popular se decía: ha
tocado la primera…; es la segunda…; o date prisa, que ya tocan la tercera. No es que estos tiempos
fuesen cronometrados, pero se cumplían bastante exactamente.

Hasta no hace mucho, Micieces
siempre ha tenido misa diaria, ahora ya no. Pues hay muchos miciecenses que
echan de menos el toque de la campana que llama a misa, aunque no tuviesen la
costumbre de ir a ella. ¡Una cosa más que se va perdiendo, o que ya se perdió para
siempre! Y, si es domingo o día de fiesta, lo echan en falta mucho más.
(JLR)