domingo, 27 de octubre de 2013

LOS RÍOS DE MICIECES DE OJEDA . RÍO MICIECES (II)





 RÍO  MICIECES (II)
(Continuación)


El río Micieces movía 15 molinos harineros (según el Catastro de Ensenada). Nueve en Payo, de los cuales sólo queda uno, arriba del pueblo: está abandonado y perdido prácticamente. Dos en Villavega y cuatro en Micieces: uno a los trescientos metros de unirse el del Valle con el de Micieces. Siempre fue particular y lo sigue siendo. Otros dos están uno al principio del pueblo (siguiendo la dirección del río) y el otro hacia el medio, a la vera de las últimas casas que dan a su cauce. Y el cuarto, llamado "molino del arroyo de la Serna", ha desaparecido. Desde muy arriba viene el agua a estos dos molinos por un cuérnago y consigue la suficiente caída para tener la fuerza necesaria para moverlos. Solo se puede moler en tiempos fuera del verano: en verano el agua es para el riego. Estos dos molinos son propiedad del pueblo, con una curiosidad: sus propietarios lo son por una especie de acciones que les habilitan para determinadas horas de uso. Los tres molinos de Micieces podrían estar en uso ahora mismo, pero se conservan más bien como cosa de museo y visita.

Rodezno
Piedra de molino
Molino de Arriba
Y era también el lugar de lavar. En Micieces nunca hubo lavadero público: teníamos el río. Y unas hermosas praderas, arriba y abajo del pueblo, para tender la ropa a secar. El agua se remansaba en un tojo, charca o balsa, sin perder su corriente para que pudiese llevar lo sucio y el jabón, y cada una que iba a lavar se llevaba su lavadero (madera preparada para lavar en ella), y si no, sobre las piedras.


Recuerdo que algún invierno se helaba. Todos, las orillas y un poco más. Pero alguno que fue más duro, se heló todo enterito, como en las películas del norte europeo. Había que dar de beber a los animales y se solucionaba rompiendo el hielo con un hacha o con un hacho (en el habla del lugar: pico con uno de los extremos en corte de hacha).

Era muy cangrejero, hasta que llegó la enfermedad y terminó con todos. Camilo José Cela habla del Burejo como río truchero. Muy poco. El de Micieces lo es menos. Casi solo se ven las que suelen subir del Pisuerga. Su caudal y, sobre todo, su estiaje, no permiten que se multipliquen en su cauce. Lo que sí había eran peces (peces… de peces, sin más), y algunos barbos, pero no grandes. Alguna vez que Payo regaba durante más de un día y en el Valle también se regaba, el cauce quedaba seco y se aprovechaba para coger los peces, cangrejos y todo lo que quedase sin agua. Los mozos mayores en cierta ocasión agotaron el pozo León a base de herradas y un motor, y eso que manaba. ¡Y cogieron más de una herrada de pesca…







Es en el río actual. A la altura del paso hacia San Lorenzo.
(Aquí el agua aún está limpia y transparente. 2013)
Antes su agua era limpia y cristalina durante la mayor parte del tiempo y prácticamente en todo su recorrido. Se podía incluso beber sin preocupación. Además, aquello de “agua corriente no mata a la gente” era un cuasi dogma de fe popular. Hoy día yo no bebería con tranquilidad de su agua, sobre todo en ciertos lugares: abonos de las tierras, aguas negras de los pueblos… Mejor no tentar al Señor.

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Himno a Micieces de Ojeda